Leopardo de honor a Paul Verhoeven

Kevin Bacon protagonista de "Hollow Man". www.spe.sony.com/movies/hollowman/

El pesimismo romántico del director holandés, Paul Verhoeven, impregna la atmósfera de su último filme "Hollow Man" (El hombre invisible) presentado en la pantalla Gigante de la "Piazza Grande" del Festival de Cine de Locarno.

Paul Verhoeven, conocido en especial por la controvertida película “Basic Instinct” con la exuberante Sharon Stone y el atemorizado Michel Douglas, recibió el Leopardo de honor de la 53ª edición del Festival, como reconocimiento a su trayectoria artística.

Según el crítico Pieter Van Lierop, el director Verhoeven muestra siempre “un cierto talento para provocar al público e irritar a los críticos”.

Que sea un provocador, lo decían ya sus primeras películas, aquellas del así llamado “período holandés” (para distinguirlo del “período americano”); películas que llevan impresa la obsesión del cineasta por el poder destructivo del sexo y por las mutilaciones corporales.

Verhoeven parte de la convicción de que el ser humano nada vale. Es verdad que nunca ha querido lanzar con sus películas mensaje alguno: “ningún recóndito significado, ninguna profundidad, nada de nada”, como él mismo dice.

Y sin embargo, en todo lo que ha hecho se adivina una simpatía, no por los grandes héroes sino por quien ha quedado humillado, por los que pierden.

Est característica también envuelve el ambiente de su más reciente filme, que se proyecta en la “Piazza Grande” de Locarno. “Hollow Man”: un científico que se hace invisible y se da cuenta de que puede, por eso mismo, cometer impunemente cualquier crimen, violación o abuso.

A Verhoeven se le ha considerado a veces un misógino. Pero hay quien interpreta su conflicto
con el universo femenino como un espejo donde se refleja, sobre todo, la imposibilidad masculina de aceptar la fuerza que ejerce una nueva figura de la mujer.

Otro director, esta vez de nacionalidad suiza, presentó personalmente su interesante documental “Luigi Einaudi Diario del exilio suizo”. Estamos hablando de Villi Hermann, afirmado cineasta que ganó el Leopardo de Plata en 1977 con “San Gottardo” y también autor de “Bankomatt”.

Hermann se inspira en el Diario efectivamente escrito por Luigi Einaudi, primer presidente de la república italiana, economista de fama y refinado intelectual antifascista. El exilio lo vivió en tres ciudades suizas: Zúrich, Ginebra y Lugano.

En el documental aparecen personas aún en vida y de las cuales se habla en el Diario. Toda la narración parece llevar la idea de una Suiza generosa y abierta, de la cual el director Hermann dice, con pudor, “una Suiza que quizás hace diez años no hubiera querido admitir”. Como decir que es difícil aceptar lo bueno que hay en uno, y que se diga.

Veinte días han sido suficientes para el joven estadounidense Jim Mckay: en tan poco tiempo
filmó su largometraje “Our song” (Nuestra canción), ambientado en Brooklyn.

La obra está entre el documental y la serie televisiva por episodios. Muestra un momento de la vida de tres adolescentes, una hispana y dos afroamericanas, con los problemas típicos de la edad y de un ambiente degradado.

El estilo posee cierto garbo y prosigue con gracia hasta el final. El mensaje que intenta dar resulta un poco descontado, al proponernos una genérica solidaridad como solución a estos problemas.

El Festival de Locarno muestra una vez más su vocación de pescador de perlas exóticas. Basta considerar el número de trabajos que provienen del mundo no industrializado. Entre ellos se destaca el último film proyectado en la “Piazza Grande”: “Mua Oi”, del vietnamita Dang Nhat Minh.

Nos presenta a Hoa, un hombre de 50 años que perdió sus facultades mentales al caer de un árbol cuando era niño.

Hoa no puede entender que debe abandonar su casa porque todo ha cambiado y llegan nuevos
propietarios. Se insinúa al espectador la visión de un país que, no pudiendo olvidar su pasado, intenta sin embargo adaptarse al presente.

Lupita Avilés