Diario de la ocupación rusa: la guerra a través de las cámaras de seguridad de Chernóbil
Marcel Gascón
Kiev, 16 nov (EFE).- Las películas de guerra se caracterizan por la acción y la violencia extrema, dos ingredientes ausentes por completo en ‘Special Operation’ (Operación Especial), un documento cinematográfico único sobre el conflicto ruso-ucraniano elaborado íntegramente con imágenes grabadas con las cámaras de seguridad de la central atómica de Chernóbil cuando las fuerzas rusas ocuparon el escenario de la mayor catástrofe nuclear de la historia.
“La guerra es también una espera interminable de algo que puede llegar a ocurrir o no, una rutina estúpida y gente sin hacer nada o esperando órdenes en aparente calma”, dice a EFE en Kiev el director de la cinta, Oleksí Radinski, que junto a la productora, Liuba Knorozok, supo de la existencia de estas imágenes mientras documentaba crímenes de guerra rusos con los empleados ucranianos de la central de Chernóbil que habían vivido su ocupación.
La película dura más de una hora y no tiene entre sus cualidades ser entretenida, ya que es una sucesión de imágenes sin diálogos y con sonido ambiente grabadas por los empleados ucranianos que mantienen y protegen la central fantasma de Chernóbil casi cuarenta años después del accidente nuclear que conmovió al mundo y contaminó de radiactividad toda la zona.
Pero constituye un documento histórico único sobre una faceta pocas veces explorada en esta guerra. “Normalmente no tenemos imágenes del Ejército agresor en su rutina diaria”, dice Radinski.
Chernóbil está situada en el norte de Ucrania y junto a la frontera con Bielorrusia, el país aliado del Kremlin desde el que entraron las tropas rusas que tomaron la central el primer día de la guerra.
Desde su llegada en camiones y algún tanque al lugar de la catástrofe nuclear de 1986 hasta su salida ordenada cinco semanas más tarde por la presión del Ejército ucraniano sobre las tropas invasoras que controlaban territorios adyacentes, los ocupantes rusos llevan en la planta una vida anodina en la que los contactos con el personal ucraniano de la planta parecen reducirse al mínimo.
En una de las escenas un grupo de soldados rusos se hace un selfie con un móvil. En otra bajan con cierta desgana administrativa la bandera ucraniana y se la llevan sin romperla o pisotearla.
Trivialidad, peligro y heroísmo
Los trabajadores ucranianos que manejan las cámaras utilizan el zoom para sacar primeros planos de lo que consideran más relevante. Detrás de la trivialidad a veces cómica del material incluido en la cinta hay un trasfondo de peligro y heroísmo difícil de percibir en las imágenes.
“Los trabajadores de la planta nuclear tuvieron la valentía de grabar los vídeos con las cámaras de vigilancia para que pueda haber un juicio (a los militares rusos) en el futuro o simplemente para la historia”, dice el director de la cinta.
“Es necesario entender que se jugaban la vida al hacerlo”, agrega Radinski, “porque si los rusos hubieran descubierto que estaban haciendo zoom con sus caras y guardando las grabaciones habrían sido acusados de espionaje y probablemente ejecutados”.
Según trabajadores de la central entrevistados por Radinski y Knorozok, los rusos les dijeron que podían abandonar sus puestos pero que no les garantizaban su supervivencia si lo hacían, una amenaza apenas velada que en la práctica les convertía en cautivos.
“Estos trabajadores son parte de nuestro equipo creativo. Ellos decidieron el encuadre de las imágenes, los planos, qué filmar, a quién filmar”, dice a EFE Knorozok, que junto a Radinski trabaja en un proyecto más amplio que documenta los crímenes de guerra cometidos por Rusia en Ucrania con la oenegé ucraniana Public Interest Journalism Lab. EFE
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