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En el tren con jóvenes migrantes afganos que transitan por Suiza

Estación de Buchs, de noche y con nieve.
Buchs (San Ga.llen), puesto fronterizo entre Suiza y Austria. © Keystone / Gian Ehrenzeller

Cada día y semiocultos, centenares de migrantes atraviesan Suiza en tren luego de haber recorrido la larga ruta de los Balcanes. La emisión Mise au Point (Enfoque) de la Televisión Suiza de expresión francesa (RTS) acompañó a tres de ellos en parte de su viaje.

Al mismo tiempo que Suiza constituye el destino final de una migración masiva de refugiados ucranios, otro éxodo golpea a nuestras fronteras. Desde inicios del año, miles de migrantes ilegales recorren la ruta de los Balcanes.

Esta ola histórica de refugiados, la más importante desde 2015, pasa por Suiza. Cada semana, un centenar de afganos transitan prácticamente de incógnito por el territorio helvético. Esta realidad pone en tela de juicio el sistema migratorio definido en el Reglamento de Dublín y hace evidentes sus flaquezas.

El programa Mise au Point realizó su reportaje en el tramo suizo de esta activa ruta migratoria, junto a tres jóvenes afganos, en un tren que acaba de cruzar de noche todo el territorio austríaco. En medio de un paisaje invernal, se aproxima a la frontera suiza. Un nuevo calvario para el trío de migrantes que viajan sin tener un billete de transporte válido.

Reportaje de la TSR “Tránsito por Suiza” (en francés):

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“Tengo miedo de que nos detenga la policía”

“Tengo miedo de que la policía nos controle y nos arreste. Este es un problema para nosotros. Si estuviéramos seguros no habría problema”, señala el joven Zabid. Originario de Kabul, partió de Afganistán a los 16 años. Actualmente tiene 21. Su colega de viaje, Fayaz, de 23 años, de profesión mecánico de automóviles, está decidido a todo para lograr una vida mejor. El tercer viajero prefiere mantener su anonimato.

Tolerados por el controlador del tren, pasaron toda la noche en el pasillo, sin poder dormir. Para ellos, el trayecto ferroviario nocturno Viena-Zúrich constituye la forma más eficaz y rápida de llegar a Francia. Sin embargo, cada paso fronterizo es estresante y arriesgado.

“Todo el viaje fue difícil y duro. Y lo más duro fue atravesar Irán. Quedamos bloqueados en un pequeño vehículo, nos dispararon y luego nos refugiamos en un bosque. A excepción del chófer, todos fuimos detenidos y nos reenviaron a Afganistán”, narra. Fayaz.

Explica que, aunque intenta exiliarse en Europa buscando una mejor situación, vivir en Afganistán sigue siendo su objetivo final. “En mi corazón, mi deseo es que Dios nos ayude a reconstruir nuestro país. Que podamos volver y seguir viviendo allá”, afirma.

Cuando el tren llega a Buchs (San Gallen), puesto fronterizo entre Suiza y Austria, el trío trata de pasar desapercibido con la esperanza de escapar a los controles.

Los guardias fronterizos, apostados en el andén, obligan a descender a decenas de migrantes que viajan en los vagones de la parte trasera del tren, un espectáculo impresionante para el resto de los pasajeros que se repite cotidianamente.

Unas 70 personas desembarcan cada día en este puesto fronterizo. Más de 20 000 inmigrantes ilegales han pasado por Buchs desde el comienzo del año.

Es difícil encontrar una solución

En Berna, Christine Schraner Burgener, titular de la Secretaría de Estado para las Migraciones desde 2022, evoca las dificultades para dar solución a esta ola histórica de refugiados procedente de los Balcanes.

“Llegan a Buchs. Si solicitan asilo, se los conduce a un centro de asilo para su debido registro. Pero al día siguiente ya están lejos y continúan su ruta hacia Francia, Alemania o Inglaterra”, explica. “Para aplicar el sistema de Dublín, las personas tienen que estar aquí. De otra manera no se les puede enviar de vuelta. Y si no han solicitado asilo, no les podemos impedir continuar su camino. No existe ninguna base legal para detenerlos”, puntualiza la responsable de la agencia oficial encargada de la temática migratoria.

Por lo tanto, la situación se torna kafkiana. Suiza no puede sino mirar pasar ese flujo migratorio sin poder intervenir. No puede obligarlos a quedarse ni enviarlos de retorno a Austria.

Desde enero, 130 000 ingresos irregulares

Expulsadas por la guerra y las penurias, miles de personas desesperadas llegan desde Afganistán, Turquía y Siria. De las diversas rutas migratorias hacia Europa, la de los Balcanes es la más transitada. Desde inicios del año en curso se han registrado unas 130 000 entradas irregulares al país.

“Las cifras son muy altas, es preocupante”, comenta Christine Schraner Burgener. “Era previsible que después de la pandemia de COVID-19, los migrantes que estaban varados en Grecia y Turquía empezaran a moverse. Pero la cantidad de estos migrantes sorprende a todos los países de Europa”.

Después de pasar por la frontera de Buchs, el trío afgano acompañado por Mise au point experimenta un alivio enorme. Lograron escapar a los controles fronterizos, ningún policía llegó a su vagón y el tren partió hacia Zúrich. “Realmente, este es un muy buen día para mí, creo que es el mejor de mi vida”, exulta Zabid, “En Zúrich intentaré encontrar un tren hacia París”.

“El alma se tranquiliza y uno se siente mejor una vez que cruza la frontera. Nunca habríamos imaginado ver esto”, agrega su compañero.

Antes de llegar a Zúrich, es el momento ideal para planificar el resto del viaje. Todo puede arreglarse con la ayuda de intermediarios, contactados por teléfono. Los tres jóvenes lograron hacer el largo trayecto hasta aquí sin dinero y con un teléfono inteligente como único equipaje. Todo lo demás que tenían se los robaron en el camino.

En el último vagón

Casi en paralelo, decenas de migrantes son obligados a descender en Buchs y en los andenes siguen las indicaciones de los empleados de llos ferrocarriles suizos (CFF).  Una directiva interna de la empresa indica que hay que dirigir a los migrantes hacia el último vagón. Con un enunciado particularmente chocante: “por razones de higiene corporal”, ya que puede resultar “molesto” para los otros viajeros.

“Sí, es verdad.  Fue una formulación desafortunada, un error. Estamos corrigiéndola y lo comunicaremos a nuestro personal”, admite Sabine Baumgartner, portavoz de la CFF.

En el tren entre Buchs y Zúrich varios migrantes evocan las violencias que han sufrido durante su interminable periplo. “Fuimos atacados por perros, era horrible. Desde que llegamos a Austria no hay más problema porque aquí no hay fronteras. Podemos adquirir un billete y viajar al país de nuestra elección”, afirma uno de ellos.

En Zúrich, la policía que se ocupa específicamente de la seguridad en los medios de transporte se hace cargo de los migrantes. Los que desean continuar hacia Basilea son dirigidos hacia trenes y vagones fletados especialmente, reservados para grupos extranjeros. Y en los que las puertas no se pueden abrir.

“Nosotros no hacemos política, solo conducimos los trenes. No decimos a nadie a dónde debe ir. Como empresa, tenemos el deber de transportar a nuestros clientes y conducimos a todos los viajeros hacia el destino deseado. Y si hay mucha gente para viajar a un mismo destino, organizamos vagones especiales”, subraya la portavoz de CFF.

Acuerdo firmado con Austria

Esta situación preocupa tanto a Suiza como a Austria. En septiembre pasado, la ministra suiza de Justicia y Policía, Karin Keller-Sutter, encargada de las cuestiones migratorias, firmó un acuerdo con su homólogo austríaco. Los dos países quieren cooperar para hacer frente a los contrabandistas de personas y a la migración ilegal. Pero tres meses después, la situación sigue siendo tan compleja como siempre.

Los tres jóvenes afganos llegan a Zúrich. Luego de haber convivido varios días, el trío de fortuna está por separarse. La ciudad de Zwingli no es más que una etapa del viaje.

“Vamos a informarnos sobre cómo podemos continuar hacia París. En qué tren, a qué hora. Por lo tanto, pensamos esperar aquí un momento y luego continuaremos nuestro viaje”, explica Zabid.

Tras años de deambular de un país a otro, los tres emigrantes inician la última etapa de su recorrido, sin duda una de las más cómodas. El ambiente aséptico de la estación de trenes de Zúrich contrasta con su atormentada experiencia.

“Cuando llegue a París, por fin volveré a ver a mi familia, después de cinco o seis años. Me alegro mucho”, confiesa Zabid, antes de decirle al equipo de RTS: “La hemos pasado muy bien. Adiós, Insha’Allah y hasta la próxima”.

Un día después llega la noticia: el equipo de Mise au point recibe la confirmación de que los dos jóvenes afganos que continuaron juntos el viaje llegaron bien a París.

Reportaje TV: Gilles Clémençon y Nathalie Randin

Adaptado del francés por Sergio Ferrari

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