El chileno secuestrado en el Bataclan tras 10 años del 13N: Sueño con dejar de ser víctima
Antonio Torres del Cerro
París, 8 nov (EFE).- «¿Qué piensas del presidente Hollande, que lance bombas en Siria?». La suerte de David Fritz Goeppinger, uno de los 11 rehenes que dos yihadistas tomaron en la sala Bataclan, se la jugaba en la respuesta a esa pregunta formulada por uno de los terroristas: «No pienso nada, soy chileno».
Cuando se cumplen diez años de los atentados en París del 13 de noviembre de 2015, que dejaron 132 muertos -92 en el Bataclan- y cientos de heridos, David, hoy de 33 años y residente en Francia desde los 4, cuenta a EFE su proceso de reconstrucción desde aquel secuestro de dos horas y veinte minutos con un sentimiento «ambivalente».
«Hoy tengo que vivir con esta nueva vida que me dieron. No quiero ser la víctima, pero sigo hablando de ello e incluso publico un libro (‘Il fallait vivre’, aún sin traducción al español)», expone.
De negro riguroso, que contrasta con el color de las tintas en su brazo izquierdo que empezó a tatuarse tras el atentado, David evita, durante la entrevista, entrar en demasiados detalles de aquella noche en la que había acudido con un grupo amigos para ver a la banda Eagles of the Death Metal, hasta que la irrupción de tres yihadistas cambió su destino para siempre.
El azar lo llevó a terminar como rehén de dos de ellos, Omar Ismaïl Mostefaï y Foued Mohamed Aggad, quienes retuvieron a otras 10 personas.
Todos salieron con vida y siete de ellos prolongaron un vínculo para formar un grupo que aún perdura: los ‘Potages’, una palabra que mezcla las palabras francesas ‘otage’ (secuestrado) y ‘pote’ (amigo) y que ha inspirado una serie de ficción en la televisión pública francesa actualmente en emisión.
«Ahora la gente está más dispuesta a oírnos, pero luego nosotros estamos solos y el dolor sigue, el estrés postraumático», sostiene.
David, quien era barman en el momento del ataque y que hoy se dedica a la fotografía, pone como ejemplo el suicidio de hace un año y medio de Fred Dewilde, quien estuvo dos horas y media escondido entre parte de las decenas de cadáveres del Bataclan. «Es un ejemplo muy doloroso», reconoce el francochileno, naturalizado francés en 2018.
En 2017, otro sobreviviente de la masacre, Guillaume Valette, también puso fin a sus días.
El antiguo rehén cuestiona el concepto de «resiliencia», aunque él sea un ejemplo de ella. «Yo soy más grande, más maduro, más fuerte, tengo más músculo y me siento también más sabio, pero eso es peligroso. La gente lo ve como la respuesta lógica al evento traumático».
Revivir la masacre cuando el reloj marca las 00.18
El chileno cree que sigue con vida gracias a la intervención de las fuerzas especiales de la policía francesa (BRI, en francés), en la época dirigida por el comisario Christophe Molmy, quien rechaza la etiqueta de «héroe».
«Siempre he puesto un poco de distancia respecto a las víctimas. Es muy complicado como relación porque te ven como un salvador, un héroe. No es una situación simple», explica a EFE Molmy, en su despacho en la central de la Policía Judicial (PJ) francesa.
El comisario guarda una buena relación con David, aunque es consciente de ciertos límites. «Hay que ser muy prudente cuando se habla con las víctimas de los atentados porque sufren un gran trauma», advierte el mando policial. Un trauma que puede florecer en cualquier momento.
Molmy, quien hace unos años dejó el mando de la BRI por la jefatura del servicio de protección a la infancia de la Policía Judicial, también quedó con marcas de aquella intervención, en la que lograron neutralizar a los dos yihadistas y sacar con vida a los 11 secuestrados -un milagro teniendo en cuenta que el chaleco de un terrorista explotó-.
Diez años después el comisario asegura haber visto apenas una vez a un psicólogo por estimar que no lo necesitaba más. Sin embargo, todavía no puede evitar tener ciertos ‘flashbacks’, como cuando ve en un reloj la hora 00:18, justo cuando el asalto policial al Bataclan comenzó, unas dos horas después del ataque en la sala.
«También me ha sucedido (‘flashbacks’) cuando paso por teatros parisinos semejantes al Bataclan, pero es algo raro, esporádico», asevera.
Lo que también le persigue diez años más tarde es la polémica por la supuesta tardanza en intervenir dentro de la sala de conciertos debido, según el comisario, a la «alta complejidad» de la operación por las negociaciones (infructuosas) con los terroristas que tenían secuestrados a David y a otras 10 personas.
«Para mí fue importante aclarar un poco las cosas», indica Molmy, sobre su comparecencia en el macrojuicio del 13N celebrado en 2021 y 2022. «De todas formas, siempre es posible hacerlo mejor», finaliza. EFE
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