El Cirque du Soleil y sus acrobacias imposibles aterrizan en México durante dos semanas
Diego Estrada
Ciudad de México, 12 nov (EFE).- Las acrobacias imposibles del Cirque du Soleil llegan a México durante dos semanas, en las que los espectadores podrán disfrutar de un fenómeno internacional que, bajo la temática de los insectos, ha sido desarrollado por más de cien personas de distintos países.
Todo ese crisol de nacionalidades viene a México para presentar el famoso espectáculo OVO (huevo en portugués) del conocido como Circo del Sol, creado en 2009 y cuyo primer show es este miércoles en el Palacio de los Deportes de la capital del país, según explicó la canadiense Janie Mallet, publicista del espectáculo, en una visita guiada a medios antes del esperado estreno.
Antes del debut, los 53 acróbatas de los que consta este circo hacen ejercicios físicos y ensayan concienzudamente sus números más arriesgados, mientras los operarios montan el escenario móvil con ayuda de un centenar de trabajadores locales, siempre pendientes del reloj: tan solo tienen 12 horas para dejarlo todo listo. Y el tiempo juega en su contra.
Uno de esos artistas es el argentino Ernesto Lea Place, quien a su preparación física «bastante rigurosa» ha sumado otro condicionante: la altitud de la Ciudad de México (unos 2.240 metros sobre el nivel del mar) que le hace un «poco más difícil» respirar, confesó en un parón entre ejercicio y ejercicio.
Pese a todo, parece que nada le va a quitar la sonrisa cuando habla de lo que van a poder ver los espectadores esta noche y qué supone para él formar parte de este espectáculo tan vistoso.
«Ser parte de esto es como tener una estampa, de que llegué a un lado muy especial. Es un lujo y es un orgullo compartir el escenario con artistas del nivel tan alto», afirmó.
Para este bailarín clásico de profesión, que en el Cirque du Soleil actúa como «mariposa de noche» en dúo de cintas, no todo son luces, dado que durante las giras por distintos países, detalló, paga el precio de estar alejado de su familia y su rutina. No obstante, le «merece la pena» por todo el trabajo que hay detrás.
Actuación en vivo y 800 disfraces diarios
Fuera del escenario, en las entrañas del recinto donde tendrá lugar el show, hay multitud de pasillos y habitaciones laberínticas, entre las que destaca el lugar donde se guardan los trajes de los acróbatas.
Disfraces de abeja, de libélula, de mosca o de araña sobresalen de los armarios. En total, unas 800 piezas de disfraces son confeccionados a mano por cerca de 300 personas con un año de antelación, todos hechos a medida de la envergadura y el físico de los artistas.
Este trabajo, que a simple vista no se aprecia, es arduo y meticuloso. La confección de un solo traje de grillo puede llevar más de 65 horas, según explicaron desde la organización.
Más allá de los acróbatas, tras bambalinas, el Circo del Sol contará con siete músicos, cantante incluido, para amenizar el show con música en vivo, a la vez que los artistas desafían a la ley de gravedad con giros y maniobras impredecibles.
Permanecen debajo del escenario, en un segundo plano, pero son una pieza imprescindible del engranaje, al igual que los técnicos de automatización, responsables de cambiar los escenarios a medida que la historia avanza, para acompañar las maniobras de los artistas.
El máximo responsable es Esteban Martínez, quien lleva diez años en la compañía y coordina desde su monitor el cambio de escenografía en vivo. «Tratamos de mantener el formato y la cualidad del show» en todos los países, destacó.
Solo es una pieza del capital humano que componen el Circo del Sol, que se estrena este día, con la expectación por las nubes y que permanecerá hasta el 23 de noviembre. EFE
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