El Studio Museum de Harlem renace con más espacio para arte afro tras inversión millonaria
Nueva York, 6 nov (EFE).- Nueva York reabrirá este 15 de noviembre su Studio Museum en Harlem, un histórico nexo para artistas afrodescendientes y para el arte inspirado en la cultura negra que ahora cuenta con 7.600 metros cuadrados repartidos en siete plantas y busca ser una plaza pública para reunir a la comunidad del barrio.
La remodelación de esta institución de Harlem, barrio con una gran herencia afroamericana en el norte de Manhattan, ha tomado siete años y una inversión de 160 millones de dólares, cantidad que se ha financiado gracias a una campaña de recaudación de fondos, impulsada por la directora del museo, Thelma Golden, que logró reunir más de 300 millones de dólares.
La directora de programas, Natasha Logan, recuerda que la primera vez que entró en el Studio Museum en Harlem, hace 20 años, se sintió «cómoda y bienvenida».
«Sentí que comprendía la obra de arte. Y creo que eso es realmente importante. Y no fue porque fuera arte simple, sino porque era accesible. Me dio la impresión de que podía quitarme los zapatos si quería. No lo hice, pero sentí que nadie me juzgaría», relata a EFE Logan y dice que en esta nueva etapa del museo busca recrear el mismo ambiente.
Una enorme bandera que David Hammons diseñó en 1990, que toma los colores panafricanos -rojo, negro y verde- y los incorpora al diseño de la bandera estadounidense, cuelga de la fachada del nuevo museo, continuando así con la tradición del edificio anterior, un banco que en 1982 se transformó en la pinacoteca.
Al amanecer, el museo iza la bandera y se arría al atardecer, al igual que la bandera de Estados Unidos cuando ondea en espacios públicos, algo que, según Logan, es un «símbolo de liberación, de justicia y de identidad» presente en el espacio público.
La calle 125 cohabita con el museo
Las puertas del museo son de cristal, por lo que desde el vestíbulo se ve la transitada calle 125 -hogar del Teatro Apolo-, y viceversa.
La mayor peculiaridad del museo es que en el lobby hay unas gradas de madera que bajan cual cascada hasta la planta de abajo, donde hay una cafetería, creando una especie de anfiteatro donde la gente se puede sentar incluso si no quiere ir al museo -que tiene un precio de 16 dólares y es gratis los domingos-.
Logan apunta que el objetivo es que los vecinos entren a tomarse un café, a leer o a charlar.
«Uno de los temas principales del proyecto es resaltar la emblemática calle 125, en pleno corazón de Harlem, su vida cotidiana. Cada planta del edificio tiene ventanas de distintos tamaños que ofrecen una perspectiva diferente de la calle. La primera vez que subí al sexto piso, miré por la ventana sur y vi el campanario de la iglesia que nunca antes había visto porque no se aprecia caminando por la calle».
El museo cuenta ahora con aulas especialmente diseñadas para grupos escolares, estudios para artistas residentes, y una biblioteca. Todos los espacios están conectados por el eje circulatorio de su monumental escalera de granito con detalles dorados.
Un museo intergeneracional
El arte no solo cuelga de las paredes de las diversas galerías, sino que también domina espacios de tránsito como las escaleras o los techos, ya que «todas las paredes están preparadas para que se pueda colgar arte en ellas».
«Un ejemplo se encuentra en el sexto piso, en la escalera de nuestra terraza, y asciende desde el quinto al sexto piso la obra de Camille Norment, una escultura activada por sonido que reflexiona sobre la migración, la liberación, el crecimiento y el cuidado», apunta Logan.
En 1968, el Studio Museum abrió sus puertas en un local encima de una licorería con una exposición dedicada a Tom Lloyd (1929–1996), conocido por sus esculturas de luz intermitentes. En esta ocasión, su arte vuelve a ocupar una de las salas.
Se puede apreciar también pinturas de Barkley L. Hendricks (1945-2017), como ‘Lawdy Mama’; fotos de Lorraine O’Grady (1924-2024), o la hiperrealista estatua ‘Incognito’ que creó en 2003 Isaac Julien para una de sus películas. Así como el trabajo de nuevos artistas afroamericanos y afrolatinos.
«El papel intergeneracional forma parte de nuestra identidad y está integrado en nuestro trabajo. Nos observamos mutuamente, aprendemos unos de otros, revisamos el legado y lo impulsamos hacia adelante mediante nuevas interacciones», anota la experta.
Para Logan, las exposiciones que inaugurarán el museo narran la historia del arte afroamericano, pero sin perder la perspectiva de futuro.
«A medida que avanzamos hacia futuras exposiciones, se presentarán obras de nuestros artistas residentes que vendrán en 2026», concluye. EFE
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