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Juan Carlos I: La formación de Felipe VI como futuro rey comenzó el 23F

París, 3 nov (EFE).- La formación de Felipe VI como futuro rey de España empezó la noche del golpe de Estado del 23 de febrero de 1981, afirma Juan Carlos I en su libro de memorias «Reconciliación», porque quiso que su hijo viese que la democracia «tiene que defenderse», especialmente la española porque es «frágil».

«Su formación como futuro rey comenzó ese día. Me parecía esencial que viviera esos momentos de tensión conmigo y no solo que yo se los contara años después. Necesitaba verlo con sus propios ojos, escucharme, comprender que a veces todo puede cambiar en cuestión de segundos, incluso la Corona», cuenta el rey emérito en sus memorias, a algunos de cuyos extractos ha tenido acceso EFE, a dos días de su publicación en Francia.

La noche de la asonada el monarca pidió a la reina Sofía («serena y tranquilizadora incluso en medio de la tormenta», alaba) que fuese a buscar a su hijo para enseñarle «que la monarquía constitucional nunca es algo seguro, que siempre debe defenderse».

«A los trece años me preguntó: ‘Papá, ¿qué pasa?’. Lancé una pelota al aire. La Corona está en el aire. ¡No sé hacia dónde caerá!», desvela Juan Carlos I de aquel momento histórico.

En este libro, que publicará a principios de diciembre Planeta en español, el rey emérito relata varios acontecimientos cruciales de su vida y de la historia de España, y lo dedica a su familia y a «todos los que le acompañaron en la transición democrática».

Una monarquía y una democracia «frágil»

«España no es automáticamente monárquica. Es responsabilidad del rey moldear la monarquía día a día (…) Nuestra monarquía no posee la misma profundidad histórica ni continuidad, ni una base emocional ni una solidez simbólica comparables a las de la monarquía británica u otras monarquías europeas», continúa Juan Carlos I.

Reconoce que «es más reciente y frágil», pero subraya que es «igualmente valiosa» y llama la atención de que «actualmente se enfrenta a ataques frontales de ciertos partidos políticos».

«Haré todo lo posible para asegurar que mi hijo, el rey Felipe, tenga éxito al frente de nuestra institución y que su hija, la princesa Leonor, que está magníficamente preparada, le suceda en su debido momento», mantiene, y siente confianza al dejar «el destino de la Corona en sus manos».

Y también que la democracia «es algo frágil, que hay que preservar y defender. En España como en el mundo», reitera en sus memorias de 512 páginas, en las que dice que abdicó «por el bien del país» y que dejó el cargo «con la conciencia tranquila».

«No tenía motivos para avergonzarme», defiende Juan Carlos I, quien a lo largo de sus 39 años de reinado trató con seis presidentes de Gobierno.

«Mantuve una relación fluida y personal con todos, basada en la plena confianza», afirma, el rey, que considera que «cada uno tenía su propia personalidad y estilo».

«Ni sus peores enemigos le habían deseado esa agonía»

El monarca recuerda también cómo vivió la muerte de Franco: «España retenía su aliento. Estoy convencido de que ni sus peores enemigos le habían deseado esa agonía».

Juan Carlos asegura que pasó la noche junto a Sofía siguiendo las últimas noticias por televisión. «Ella me propuso quedarnos despiertos hasta el anuncio fatídico. Preferí irme a dormir».

Fue el general Juan Castañón de Mena, jefe de la casa militar de Franco, quien le telefoneó de madrugada para informarle del deceso del dictador y para citarle a las 8.30 en el Pardo.

Juan Carlos revela también la existencia de una correspondencia entre Franco y su padre, que él mismo desconocía «hasta hace poco» y en la que el dictador aseguraba que no quería sustituir el papel de padre de Don Juan, pero justificaba la formación que pretendía para su hijo «religiosa, política, militar e intelectual en el interés de la nación y como garantía de futuro».

Franco «había madurado y planificado mi formación» y eso justifica que hiciera instrucción militar en los tres ejércitos, algo «excepcional» que mostraba que tenía «proyectos para mí», indica.

El rey repasa también cómo fue su regreso a España en 1948, un viaje que hizo desde Lisboa a bordo del Lusitania Expreso al que Franco adosó su vagón personal, el mismo en el que ocho años antes el dictador había viajado a Hendaya para entrevistarse con Hitler.

«Mis padres me acompañaron a la estación de Lisboa. Ya era de noche ese 8 de noviembre de 1948 y me esforzaba en que no se notara mi miedo y mi pena», rememora.

El rey recuerda su creciente nerviosismo cuando su padre le dijo a su madre: «María, di adiós a Juanito porque no se sabe cuando volveremos a verle».

«Yo ya estaba muy nervioso por irme a un país que era el mío pero que no conocía, del que hablaba mal el idioma, sin ningún miembro de mi familia, en una nueva escuela», relata.

Juan Carlos se refiere a los Juegos de Barcelona como «un periodo bendito», recuerda que en la ceremonia de inauguración, el 25 de julio, «todo estaba milagrosamente listo» y que se sintió «orgulloso» de su hijo como abanderado de la delegación española. EFE

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