La difícil situación económica desanima esperanzas de kosovares por el futuro

Mimoza Dhima

Pristina, 16 de feb (EFE).- Ante la falta del progreso hacia la integración europea por el estancamiento del diálogo con Serbia, que no reconoce su independencia, y una economía golpeada por la crisis global y las tensiones internas, los kosovares se sienten decepcionados y con pocas esperanzas por un futuro mejor.

Kosovo celebra mañana quince años desde su declaración unilateral de independencia de Serbia.

Según la Agencia de Estadísticas de Kosovo, sólo en los dos últimos meses más de 120.000 ciudadanos de los 1,8 millones habitantes de Kosovo han solicitado visados de la zona Schengen.

La mayoría de ellos aspira a conseguir trabajo en Alemania y Suiza, donde hay importantes comunidades de albanokosovares.

Unos 50.000, 7.000 más que en 2021, emigraron en 2022 a los prósperos países de Europa Occidental.

Kosovo es el único país balcánico cuyos ciudadanos aún no pueden viajar sin visados a la Unión Europea (UE), que finalmente decidió levantarlos a partir de enero de 2024, tras 11 años de negociaciones.

«De los 150 estudiantes que somos en el sexto curso de medicina general la mitad quiere marcharse. Estudiamos medicina, y también alemán por nuestra cuenta porque queremos aprender esa lengua para poder trabajar fuera», explica a EFE Erza Ramazani.

Albin Kurti, líder del Movimiento nacionalista Vetëvendosje, que se sentó en la silla del primer ministro con los votos de los jóvenes y la diáspora, ha reducido a cero la tarifa de estudios y ha otorgado 200 euros a cada uno de los 60.000 estudiantes.

Pero «no todo es cuestión de dinero. Aquí no hay perspectiva. El sistema favorece a los incapacitados y al nepotismo, y es imposible encontrar trabajo sin tener conocidos que te ayuden», se queja Eron Rexhaj, estudiante de odontología.

Kosovo es el país con la población más joven de Europa, cuya mitad tiene menos de 30 años. La tasa del desempleo es de casi el 21 %, la inflación ha subido al 11,7 % y el sueldo medio ronda los 474 euros.

El país ha hecho progreso en la lucha contra la corrupción, pero la economía sigue dependiendo de las remesas de los emigrantes que en 2022 superaron los mil millones de euros, suma equivalente al Producto Interior Bruto (PIB).

Para ayudar a los jóvenes de 18 a 25 años a entrar en el mercado laboral, el gobierno les ofrece 264 euros mensuales durante los seis primeros meses a través del plataforma digital «Superpuna».

El objetivo de esta nueva iniciativa es «incitar a todos los negocios para que incrementen el número de puestos de trabajo a modo de crear más posibilidades para los jóvenes», ha explicado a Efe el ministro de Finanzas, Trabajo y Transferencias, Hekuran Murati.

La economía de Kosovo, que creció un 10,7 % en 2021 y un 4 % en 2022, «ha mostrado estabilidad frente a la crisis mundial y tensiones regionales», ha añadido.

Para proteger a las capas más vulnerables afectadas por los cierres durante la pandemia y la inflación desatada por la guerra en Ucrania, con un encarecimiento de los alimentos en un 30 %, el Gobierno ha adoptado dos paquetes de ayudas sociales.

Pero estas ayudas son insuficientes, comenta Fitim Matoshi, un pensionista que recibe 180 euros por mes para vivir con su mujer, tras trabajar 30 años como minero.

Tampoco el sector privado, que emplea a 300.000 personas con un sueldo medio de 400 euros, está satisfecho pues considera desproporcionada la diferencia con los salarios de la administración pública, donde 100.000 empleados ganan una media de 730 euros/mes.

«Esto baja la posibilidad de encontrar trabajo en el sector privado, que es el mayor empleador, e incita a la emigración», dice a Efe el presidente de la Cámara de Comercio e Industria, Skënder Krasniqi.

Pese a los sueldos bajos, en Pristina hay un auge de construcciones de edificios, cuyos precios son comparables a los de las capitales europeas occidentales.

Kosovo tiene que afrontar también los problemas provocados por Serbia, que no reconoce la independencia y con la que está en conversaciones con mediación internacional para normalizar las relaciones.

Erton Bega, experto en economía, destaca que el estancamiento en ese diálogo crea incertidumbre y ahuyenta a los inversores extranjeros.

Además, desde la guerra de 1999, los serbios, que son mayoría en Mitrovice, en el norte del país, no han pagado las facturas de energía ni de agua, que totalizan hasta ahora 337 millones de euros. EFE

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