La vivienda y la migración, centro del pulso electoral a la ultraderecha en Países Bajos
Imane Rachidi
La Haya, 27 oct (EFE).- Las elecciones generales neerlandesas se celebrarán este miércoles marcadas por la crisis de vivienda, el debate sobre el asilo y la migración y el desgaste de un sistema político cada vez más fragmentado, con los democristianos CDA y el bloque progresista GroenLinks-PvdA perfilándose como alternativas al discurso de la ultraderecha de Geert Wilders.
La campaña, sin grandes mítines y centrada en los debates televisivos, ha mostrado una sociedad dividida, pero también cansada del enfrentamiento político, en medio de un debate cada vez más polarizado sobre la migración, la vivienda y el futuro del Estado social.
La derecha radical del PVV de Geert Wilders parte en cabeza, mientras la alianza progresista GroenLinks-PvdA (ecologistas y socialdemócratas), los democristianos CDA y Demócratas 66 se disputan el papel de principal alternativa.
“La mayoría de la gente cree que Wilders entiende las preocupaciones de la gente normal. Rob Jetten (D66), que en otras cuestiones sube mucho, no sale tan bien parado en este apartado, lo mismo con Frans Timmermans (GroenLinks-PvdA) y sobre todo Dilan Yeşilgöz (liberal VVD), que no recibe casi apoyo”, explicó Peter Kanne, asesor senior de investigación en Ipsos I&O, en un encuentro con medios internacionales, entre ellos EFE.
Vivienda, el gran desafío
La escasez de vivienda, que afecta especialmente a jóvenes y familias de ingresos medios, se ha convertido en el eje de las propuestas electorales. El Consejo Interprovincial (IPO) advirtió de que unos 500.000 proyectos de vivienda están en riesgo de retraso por el bloqueo derivado de las emisiones de nitrógeno, la saturación de la red eléctrica y el alto precio del suelo.
Las provincias alertan de que, sin una inyección anual de 3.000 a 4.000 millones de euros y una reforma legislativa, los objetivos de construir un millón de viviendas hasta 2030 no se cumplirán.
GroenLinks-PvdA presentó el mayor plan de vivienda del siglo: 36.600 millones de euros para construir 100.000 casas al año durante una década, de las cuales 33.000 millones se destinarían a vivienda pública. El programa incluye la creación de un banco nacional de suelo, la compra de terrenos agrícolas liberados por jubilaciones y la reducción del ganado cerca de zonas naturales protegidas para liberar espacio de construcción.
El Instituto Económico para la Construcción (EIB) sostiene, sin embargo, que el problema podría resolverse “en cinco años con políticas coherentes y realistas” y criticó los proyectos a largo plazo, como el plan de D66 para levantar diez nuevas ciudades, por considerarlos “costosos y lentos”.
Algunas formaciones más en el espectro de la derecha apuestan por subvenciones a la construcción y menos impuestos a las corporaciones de vivienda, otros prefieren extender pequeñas urbanizaciones en los bordes de pueblos y ciudades; mientras que el Partido de los Animales (PvdD) quiere reducir en un 75 % la ganadería para destinar el suelo a viviendas.
Migración: un debate polarizado, con matices
Como ha sido habitual en la última década, la migración vuelve a dominar la campaña, con un tono cada vez más duro en los debates. Sin embargo, un informe reciente del Instituto Social y Cultural (SCP) mostró que la mayoría de los neerlandeses mantiene posturas matizadas: un tercio pide cerrar las fronteras a los solicitantes de asilo, pero un 58 % cree que el país tiene la obligación de acoger a “verdaderos refugiados” que huyen de la guerra y la violencia.
El VVD y el partido de los granjeros BBB, que mantienen vivo el Gobierno interino que Wilders abandonó en junio, alcanzaron en septiembre con Uganda un principio de acuerdo para trasladar allí a solicitantes de asilo rechazados que no puedan ser deportados a su país de origen, a pesar de las críticas de Amnistía Internacional y de diputados que calificaron el pacto como “electoralista e inaplicable.”
Los debates de campaña han estado marcados además por la migración laboral. Países Bajos acoge entre 700.000 y un millón de trabajadores extranjeros, sobre todo de Europa del Este, que resultan indispensables para sectores como la agricultura intensiva, los centros logísticos y la industria cárnica, pero que aumentan la presión sobre el mercado inmobiliario y los servicios públicos.
El Consejo Socioeconómico (SER) y el SCP coinciden en que el país necesita una política activa y realista para regular esta cuestión. Los partidos de izquierda proponen subir el salario mínimo y fomentar la automatización, mientras que la derecha quiere endurecer las normas de contratación y reducir la dependencia de mano de obra extranjera.
En las urnas se decidirá si el país opta por continuar el giro hacia la derecha radical de Wilders, por un nuevo liderazgo moderado de Henri Bontenbal (CDA) o por el bloque progresista de Frans Timmermans, el exvicepresidente de la Comisión Europea que aspira a movilizar el voto urbano y joven. EFE
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