Los jóvenes iraquíes frente a las urnas: entre el deseo de cambio y la sombra del pasado
Amer Hamid
Bagdad, 8 nov (EFE).- En un cruce en el barrio de Dora, en el sur de Bagdad, Mahmud Ibrahim, de 35 años, observa decenas de carteles y pancartas de la campaña electoral de los comicios parlamentarios del próximo 11 de noviembre en Irak. La mirada de Mahmud recorre los escaparates, mientras niega con la cabeza y señala a los eslóganes.
Licenciado en Administración y Economía, Mahmud aún no ha encontrado un empleo, y señala a EFE que «si estos candidatos cumplieran una pequeña parte de los eslóganes después de ganar las elecciones, la situación en Irak habría cambiado mucho».
«Sinceramente, no confío mucho en ellos ni en sus consignas. Como muchos jóvenes, he perdido la esperanza de un cambio real porque los partidos mayoritarios que lo han controlado todo desde 2003 siguen siendo los que mandan», zanja.
Él, al igual que muchos iraquíes, siente una gran desafección por la política y, por eso, dice que no votará en las elecciones: «Voté en las últimas, pero nada cambió, y no creo que vaya a haber ningún cambio real en estas».
El analista político Ali al Jubouri, profesor de Medios de Comunicación en la Universidad de Bagdad, explica a EFE que los jóvenes, «que representan cerca del 60 % de la población iraquí, todavía tienen poca influencia en la esfera política».
Asimismo, detalla que muchos de ellos han crecido en un entorno político inestable y fueron testigos de promesas electorales incumplidas, por eso «se han convencido de que estas elecciones son simplemente un juego político y no una herramienta genuina para el cambio, lo cual ha influido claramente en su actitud hacia ellas».
Entre el boicot y el cambio
Es lo que ha llevado a Amal Gazwan, una maestra de 32 años y activista por los derechos de las mujeres, a optar por el boicot a los comicios, pese a ser consciente de que hacerlo «reduce las posibilidades de cambio».
«Para nosotras es una postura clara contra la corrupción, la mala gestión, el despilfarro de fondos públicos, los servicios deficientes y el desempleo», añade Amal, que exige la modificación de las leyes electorales vigentes y que existan garantías reales para que tenga sentido la participación.
Las preocupaciones de Hana Morcos, graduado en Química hace cuatro años pero que trabaja en una librería vendiendo material escolar, tienen más que ver con la escasa representación de las minorías perseguidas durante años.
Él, como ciudadano cristiano, cree que «la representación de los cristianos en el Parlamento es insuficiente y que quienes los representan carecen de poder real», pero aun así, participará en los comicios para que «haya un cambio positivo».
En la misma línea, Ihsan Haider al Lami, un empleado público de 30 años, sostiene que «cualquiera que desee un cambio debe participar en las elecciones para romper el actual equilibrio político», siendo consciente de que no es fácil porque se usó «mucho dinero en la política para influir en la opinión pública».
«A pesar de esto, participaré en las elecciones y votaré por quien creo que lo merece. Insto a todos los que desean un cambio a que voten», zanja Ihsan.
Emociones y aspiraciones
El analista político Al Jubouri, por su parte, concluye que «los jóvenes conscientes necesitan a alguien que les hable directamente, que atienda sus preocupaciones y que represente sus aspiraciones de mejorar las condiciones del país y brindar oportunidades de empleo y servicios, no a alguien que explote sus emociones con promesas vacías».
El académico advierte de que la juventud no cuenta con una verdadera plataforma política que atienda sus necesidades, pero «su continua fragmentación solo agravará su desesperanza y frustración, lo que significa que el ‘statu quo’ persistirá sin cambios sustanciales».
Las elecciones parlamentarias iraquíes se celebrarán en dos fases: la primera, este domingo 9 de noviembre, será una votación especial para los miembros de las fuerzas de seguridad, presos y pacientes hospitalizados; y la segunda, el martes 11, serán las elecciones generales.
Hay designadas 8.703 mesas electorales para recibir a más de 21 millones de votantes en las elecciones parlamentarias, según la Comisión Electoral Superior Independiente iraquí. Un total de 7.754 candidatos, entre ellos 2.250 mujeres, compiten por los escaños en el Parlamento de 329 miembros. EFE
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