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Los líderes de la COP30 colocan el combate a la pobreza como núcleo de la acción climática

Belém (Brasil), 7 nov (EFE).- El combate al hambre y la pobreza tiene que ser una de las prioridades de las políticas globales de enfrentamiento a los cambios climáticos, que impactan de manera desproporcionada a las poblaciones más vulnerables, según una declaración aprobada este viernes por los líderes reunidos en la Cumbre de la COP30.

La Declaración de Belém sobre Hambre, Pobreza y Acción Climática Centrada en las Personas, que también clama por una financiación internacional para la acción climática más justa, fue aprobada por los líderes de 43 países y de la Unión Europea (UE) tras la Cumbre de dos días que concluyó este viernes en Brasil.

Según el documento, los impactos de la crisis climática «ya son y seguirán siendo profundamente desiguales», por lo que las respuestas deben darle prioridad a las poblaciones más vulnerables, especialmente en los países en desarrollo.

El texto aprobado en esta ciudad amazónica del norte de Brasil propone un enfoque de acción climática centrado en las personas, que combine adaptación, protección social y seguridad alimentaria.

Según la declaración, el impacto de los cambios climáticos es desigual y afecta principalmente a las comunidades más pobres y en situación de vulnerabilidad, por lo que, además de seguir invirtiendo en mitigación, los países tienen que darle prioridad a la adaptación, con medidas como seguros para quienes pierden sus cosechas.

Los signatarios se comprometieron a promover políticas que integren a los pequeños productores rurales, pescadores artesanales, pueblos indígenas y comunidades locales en sus estrategias de mitigación y de resiliencia.

Los firmantes de la Declaración de Belém proponen que, de los 1,3 billones de dólares anuales de esfuerzo global previstos para el combate a los cambios climáticos por los miembros de la COP, al menos 300.000 millones sean destinados a países en desarrollo al año hasta 2035.

Los firmantes advirtieron que los actuales flujos de financiación climática «no llegan de manera suficiente ni equitativa» a las comunidades más vulnerables.

Entre los firmantes de la declaración destacan grandes economías mundiales como China, los miembros de la Unión Europea (UE) y países europeos como España, Alemania, Austria, Portugal, Dinamarca, Países Bajos, Reino Unido, Noruega y Francia.

Igualmente varios países latinoamericanos como Brasil, Colombia, México, Perú, Ecuador, Uruguay, Chile, República Dominicana, Panamá, Cuba y Haití.

Entre las medidas destacadas figura la creación de un Plan de Aceleración de Soluciones, que buscará coordinar acciones entre gobiernos, organismos multilaterales y el sector privado.

También se establecen ocho objetivos mensurables, entre ellos ampliar los sistemas de protección social sensibles al clima, fortalecer las cadenas alimentarias sostenibles y garantizar medios de vida dignos en zonas afectadas por la crisis ambiental.

El documento, impulsado por Brasil como país anfitrión de la COP30, refleja una visión en la que las políticas de desarrollo y las acciones climáticas se abordan de forma conjunta.

Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Brasil, la declaración «representa un paso decisivo hacia una agenda climática que ponga a las personas en el centro».

Aunque no crea obligaciones jurídicas, la iniciativa busca servir como referencia política en las negociaciones que comienzan el próximo lunes en Belém de la 30ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30). EFE

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