Los traumatizados supervivientes y vecinos del ataque contra un hotel en Malí

Conductores, obreros o vecinos del hotel atacado el 7 de agosto en Sevaré, en el centro de Malí, donde 13 personas murieron, continúan traumatizados, la mayoría de ellos sin apoyo médico ni psicológico, relatan a la AFP.
Un adulto, que prefiere omitir su nombre, comenta que ese día estaba encargado «como todas las mañanas» de conducir el minibús de los huéspedes del hotel Byblos -extranjeros en su mayoría- al aeropuerto de Sevaré, ubicado a 12 kilómetros de Mopti, capital de la región, cuando comenzó el ataque.
Según su testimonio, un hombre armado, con un bolso en bandolera, irrumpió al grito de «¡Alá Akbar!» («¡Dios es el más grande!», en árabe) en la entrada del Byblos, un edificio de una planta con 16 habitaciones, donde se hospedan regularmente empleados de las empresas subcontratadas por la Misión de la ONU en Malí (MINUSMA). «Me disparó», y también lanzó granadas contra el minibús, que se incendió, «huí para esconderme», señala el conductor. Sobrevivió, pues le fueron extraídas las balas recibidas. Su empleador, el gerente del lugar, pagó los gastos médicos.
Desde hace una semana revive la escena, «todas las noches», y desliza: «escucho ruidos permanentemente en mi cabeza. Gritan con mucha fuerza».
Umar Dicko, obrero de la construcción y trabajador ocasional en el Byblos, también se encontraba en el lugar. Alcanzo a refugiarse en una esquina del patio central, «mientras disparaba», recuerda. «Realmente, Dios me salvó. Yo no vi a los yihadistas, pero escuché muchos disparos. Hasta ahora sigo mal de un oído», acota.
Para Mamadu Cissé, mecánico en un garaje ubicado junto al Byblos, «era como la guerra. Creí que moriría». Desde el 7 de agosto, «me duele todo el cuerpo y el espíritu», afirma.
Según Guro Diallo, agente inmobiliario que alquila el Byblos a una empresa extranjera para sus empleados, dos expatriados lograron huir del lugar trepando un muro.
Los disparos hicieron que Jeanne, profesora en Sevaré, se escondiera bajo su cama, en su casa, ubicada a 300 metros del Byblos, comenta: «a pesar de ello, yo estaba en el lugar. Diría que disparaban contra mi casa…»
El ataque finalizó el 8 de agosto temprano por la mañana, tras casi 24 horas de asedio por parte de las fuerzas malíes. El mismo provocó trece muertos (cuatro agresores, cuatro militares, un conductor malí y cuatro extranjeros contratados por la MINUSMA).