Michel Mirabal explora el éxodo, la violencia y el hambre en su nueva muestra en La Habana
La Habana, 8 nov (EFE).- El éxodo, el hambre, la violencia y la desigualdad atraviesan la muestra que inaugura este sábado en La Habana el artista cubano Michel Mirabal, quien bucea en la cruda realidad que le rodea desde un cuestionamiento crítico, pero abierto, y no ajeno a la ironía.
La exposición, titulada «Tú no me conoces», llena de objetos -muchas veces reciclados y siempre cargados de simbología y metáforas-, las salas, la escalera y el patio del recién renovado Centro Provincial de Artes Plásticas y Diseño de la capital cubana.
«Estoy encantado, más que feliz», asegura a EFE el artista durante un paseo por la muestra previo a la apertura de puertas. «Esta exposición es un reto y una inmensa alegría. Llevo quince años sin poder exponer aquí en Cuba», remata Mirabal, que vive en La Habana.
Las obras, casi todas nuevas, abordan «temas sociales como la migración, los desplazamientos por las guerras, la escasez,…», explica el artista, convencido de que «el arte tiene que cuestionar».
No obstante, resalta que él no busca el «panfleto», sino plantear el problema e invitar a la reflexión crítica: «La idea es que el artista proponga y el espectador disponga» en función de «sus miedos, sus alegrías, sus sinsabores».
«En Cuba me toca hablar de lo que tenemos aquí, de las cosas que nos gustan y de las que no», dice en referencia a la profunda crisis en que está sumida la isla, con prolongados apagones diarios, escasez de bienes básicos, repunte de la pobreza, problemas con el abastecimiento de agua y una migración masiva.
«Se trata de, a través del arte, decir las cosas que nos duelen», agrega.
Andrés Isaac Santana, curador de la muestra, ve en todas la obras de la exposición un hilo conductor: el «cuestionamiento tácito de las relaciones de poder, en Cuba y en el mundo». A su juicio, esta muestra tiene potencial para viajar a otros países.
Ollas, machetes y casquillos
Una de las obras preferidas de Mirabal es la estatua de piedra de una virgen y un niño rodeada de más de 400 ollas a presión amontonadas, cada una con sus muescas, sus reparaciones y sus bordes requemados.
«Me llevó mucho tiempo conseguir estas ollas viejas, caminarme La Habana,…», recuerda Mirabal, que con esta obra busca ahondar en las «historias familiares», en «lo poco o mucho que se pudo cocinar» en cada casa; y resaltar el papel de las mujeres en Cuba, «que son quienes sostienen las casas y hacen magia de lo poco que hay».
La exposición acoge también una construcción a base de tubos de escape llamada «Escape», una lujosa mesa confrontando a otra bien humilde o una ducha con decenas de llaves pero sólo una salida para el agua, que cuestiona la posibilidad real de elegir.
También un gran botellón de cristal con casquillos en su interior, unas alas talladas en madera encerradas en alambre de espino o una lluvia de botas militares, matriculas de vehículos policiales y machetes.
«El arte es siempre elitista, pero tiene que hacer un guiño a los problemas de la sociedad», resume Mirabal.
Nacido en una familia de artistas, Mirabal es graduado de la Escuela de Diseño, cursó estudios de pintura en la reconocida Academia de San Alejandro, y comenzó a pintar hace más de 20 años. En Cuba la fama le llegó por sus series de las manos y las banderas.
Ha participado en más de 50 muestras personales y colectivas en Argentina, Canadá, Cuba, China, República Dominicana, Estados Unidos, España, Francia, Gran Bretaña, Italia, Jamaica, Haití, México, Panamá y Portugal. EFE
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