
Nawaz Sharif, el político que resurge del exilio en busca de su cuarto mandato en Pakistán
Islamabad, 21 oct (EFE).- Casi cuatro años después de exiliarse en Reino Unido, el tres veces primer ministro Nawaz Sharif regresó este sábado a Pakistán en busca de un cuarto mandato con el que redimirse de su pasado, marcado por dos exilios y una relación de altibajos con el todopoderoso Ejército paquistaní.
La carrera política de Sharif, de 73 años y líder de la Liga Musulmana de Pakistán-N (PMLN-N), abarca más de tres décadas y ninguna de las veces que gobernó el país logró concluir la legislatura.
Nacido el 25 de diciembre de 1949 en una acomodada familia de industriales en Lahore (este), Mohamed Nawaz Sharif fue elegido primer ministro por primera vez en 1990, pero fue derrocado tres años después por acusaciones de corrupción.
Volvió a probar suerte en las elecciones de 1997, imponiéndose con una abrumadora mayoría de dos tercios en el Parlamento paquistaní; ni siquiera con todo a su favor logró completar su mandato de cinco años.
La popularidad de Sharif alcanzó su punto más alto en mayo de 1998, cuando efectuó unas pruebas nucleares en respuesta a unos ensayos que la India había realizado dos semanas antes: con ello nació la primera bomba atómica islámica.
Su segundo mandato concluyó en 1999 tras un golpe militar encabezado por el entonces jefe del Ejercito, Pervez Musharraf. Permaneció 14 meses en prisión por cargos de secuestro y terrorismo y tuvo que optar entre la pena de muerte o el destierro.
El ex primer ministro optó por el exilio en Arabia Saudí, del que volvió en 2007 cuando el control de Musharraf en el país mostraba signos de decrepitud.
En las elecciones de 2008, las primeras tras la renuncia de Musharraf, Sharif no se presentó por problemas judiciales, pero sí lo hizo en 2013, y volvió a ganar los comicios.
Salpicado por la corrupción
Su mandato iba sobre ruedas hasta que en julio de 2017 fue inhabilitado por el Tribunal Supremo por no desvelar un sueldo que recibió de la empresa de uno de sus hijos, una irregularidad desvelada tras la publicación de los Papeles de Panamá.
Esos documentos revelaron que tres de los cuatro hijos de Sharif crearon compañías en las Islas Vírgenes británicas con las que controlaban propiedades en Londres, así como la existencia de la empresa Al-Azizia Steel Mills en Arabia Saudí y una compañía de inversiones en el Reino Unido.
En 2018 fue condenado a diez años de prisión por lavado de dinero por supuesta compra de pisos de lujo en Londres por parte de su familia y a otros siete por los cargos en la empresa saudí, pero al poco fue puesto en libertad bajo fianza.
En noviembre de 2019, viajó a Reino Unido gracias a una fianza y a un permiso para recibir tratamiento médico en el extranjero bajo la promesa de regresar, que incumplió y pasó a residir en el país británico.
Protegido a su llegada
Aunque en este proceso Nawaz Sharif también fue inhabilitado de por vida para cualquier cargo público, el Gobierno de su hermano, Shehbaz Sharif, que concluyó el pasado agosto, enmendó las leyes para reducir a cinco años su inhabilitación.
El Tribunal Superior de Islamabad le concedió además esta semana una fianza preventiva de cinco días para evitar que fuese arrestado a su llegada a Islamabad.
Una vez concluya ese plazo, el próximo martes, se espera que Nawaz Sharif acuda a los tribunales, dejando en sus manos la posibilidad de que pueda concurrir como candidato a las elecciones generales que Pakistán tiene previstas para enero de 2024.
El retorno de «El León de Punjab» ha sido visto con cierto recelo por su principal formación rival, el Pakistán Tehreek-e-Insaf (PTI), cuyo líder, Imran Khan, perdió el poder del país en una moción de censura en abril del año pasado y fue sucedido, precisamente, por Shehbaz Sharif.
El PTI, que se postula a día de hoy como la formación favorita a ganar los comicios de enero, cree que el regreso de Nawaz Sharif forma parte de un acuerdo con el todopoderoso Ejército paquistaní bajo garantías de las principales potencias, incluido Estados Unidos.
Pese a todo, Sharif ha negado en numerosas ocasiones los cargos en su contra, alegando que las fuerzas de seguridad de Pakistán, que han gobernado el país por décadas, lo apartaron del poder por medio de casos judiciales, unas acusaciones que el Ejército rechaza. EFE
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