Picasso no habría hecho arte con la IA, habría «inventado la IA del arte», dice divulgador
Jose Oliva
Barcelona, 16 nov (EFE).- El pintor español Pablo Picasso «no habría hecho arte con la IA, sino que habría inventado la IA del arte». De ello está convencido José Sánchez Mateos, un divulgador científico y humanista que se esconde en las redes sociales tras @GodPikasso y que estrena un libro sobre el célebre artista.
En una entrevista con EFE, el también médico de familia explica que quiso escribir ‘Desbloqueando a Picasso’ (Ediciones B, que también publica en América Latina), para «difundir de forma sencilla y con humor el arte del artista y las diferentes vanguardias que ayudó a crear» el pintor malagueño.
En su popular cuenta @GodPikasso, creada en abril de 2019 y que ahora lleva el sobrenombre de «dios de las vanguardias», todas las mañanas «recetaba» a primera hora un cuadro de Picasso, «como si fuera un suplemento vitamínico», explica.
También empezaron a hacerse virales algunos hilos donde explicaba, con rigor y con humor, desde el cubismo hasta las obras que hizo Toulouse Lautrec para que le dieran el alta de un psiquiátrico. «No todo era Picasso, pero sobre todo era Picasso», comenta.
El «innovador revolucionario»
Mateos atribuye la admiración artística que despierta Picasso a que «a principios del siglo XX, cuando el arte clásico estaba siendo adelantado por la izquierda por la fotografía, que con un solo click, conseguía una imagen mucho más perfecta y real que lo que pudiera hacer cualquier pintor, Picasso reinventó el arte», alejándose del realismo y empezando con el cubismo.
«Después cogió carrerilla y acabó creando innovaciones técnicas y formas de hacer las cosas diferentes también en escultura, grabados, cerámicas; y no hubo técnica o especialidad artística que no renovará o mejorará, algunas tras siglos sin ninguna innovación», añade el autor.
Para Mateos, Picasso también es «un artista que narra vivencias y emociones de forma muy poética, una faceta que ha sido eclipsada por el ‘innovador revolucionario'».
En las páginas de ‘Desbloqueando a Picasso’, Mateos ofrece una suerte de «videojuego multiaventura» para entrar en el universo picassiano.
«Hay una paradoja, todos hablan de la belleza y el virtuosismo plástico de sus obras, y de su importancia, pero al ver algunas de sus obras son simples dibujos, incluso algunos parecen infantiles», apunta.
Y añade que muchos expertos, con «frases de catedrático frustrado», abruman al lector, por lo que era necesario un libro que explicara con palabras sencillas «la importancia del Picasso inventor y, una vez mostrado, volver los ojos a la parte más poética del artista».
El autor distingue entre infantilismo, por un lado, y lo que hacen Picasso y otros artistas, «trazos e imágenes que parecen infantiles, que podrían repetir un niño», que podría interpretarse, a su juicio, como «un intento de volver a un arte más básico, como el de Altamira o el egipcio, sin tanto artificio artístico y con más importancia en el significado».
Picasso, «inventor», «poeta» y «mago»
Piensa Mateos que «a nivel de estilos es muy complicado estudiar a un artista que continuamente cambia de registro», pero hace años descubrió que «Picasso seguía siempre en su arte tres patrones», y el primero de ellos es el de «Picasso inventor», que experimenta para hacer cosas nuevas, y ahí es un superdotado de arte y es el mito, el que admiran los artistas.
Luego está ese artista que, como todos los demás, cuenta en su obra lo que le importa, lo que le hace reír o llorar, el más narrativo y al que denomina el «Picasso poeta».
Junto a esas dos almas picassianas, Mateos distingue un «Picasso mago», que juega y divierte con el arte, y del que nadie habla porque se cree que un genio debe ser serio y aburrido.
Partiendo de que Picasso era capaz «de hacer una obra de arte con basura», Mateos cree que con la IA «haría maravillas» y, como admirador de la obra del autor del ‘Guernica’, se aventura a vaticinar: «No creo que Picasso hubiera hecho arte con la IA, yo creo que Picasso habría inventado la IA del arte».
En su opinión, desde el impresionismo los artistas han querido que el espectador sintiera lo que siente el artista, pero «eso exige cierto esfuerzo intelectual que mucha gente no está dispuesta a hacer o cuando lo han intentado, se lo han explicado de forma muy complicada, que les ha bloqueando la posibilidad de disfrutar del arte moderno».
Por esa razón, Mateos ha querido «desbloquear» a Picasso: «No es una palmera de chocolate, no tiene porque gustarle a todo el mundo, pero al menos todos deberían tener la posibilidad de probarlo.
«Como médico de familia necesito conocer al ser humano, no solo la parte física, sino también saber qué sienten las personas para curarlas, conocer su ‘alma’; y Picasso habla de amor y dolor continuamente, de la paternidad, del hambre, del nacimiento de un hijo y la muerte de un amigo, recorre todo lo que un ser humano como individuo y como sociedad puede vivir», zanja. EFE
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