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Demasiadas vacunas COVID: el gran dilema de Suiza

Person gets Covid jab.-
Keystone / Georgios Kefalas

Suiza tiene alrededor de 38 millones de dosis de la vacuna contra la COVID-19 que deben aplicarse antes de finalizar el 2022. No está claro lo que hará con ellas.

A finales de mayo, Suiza anunció que más de 600 000 dosis de la vacuna Moderna habían caducado y que programó su destrucción.

Son solamente un botón de muestra del número total de vacunas ordenadas por Suiza que jamás se utilizaron. A partir de datos públicos de la Agencia de las Naciones Unidas para la infancia (UNICEF), SWI swissinfo.ch estima que Suiza tendría un excedente de unos 38 millones de dosis sin utilizar hasta el momento de esta publicación, algunas de ellas serán desechadas al cumplirse el término de caducidad

El Gobierno dice que recibió 21 millones de dosis en 2020 y 2021. Casi 16 millones han sido administradas a la población. Las autoridades también han dicho que tienen 34 millones de dosis disponibles para lo que resta de 2022.  Y se han donado 19 millones.

Esto implica que se han comprado alrededor de 73 millones de dosis para una población de 8,7 millones de habitantes.

La discrepancia entre las cifras de UNICEF y los datos oficiales de Suiza se debe, posiblemente, a cambios menores en los pedidos y en las entregas, dicen expertos de UNICEF.

A más de dos años del estallido de la pandemia, como muchos países ricos, Suiza está inundada de vacunas contra la COVID-19 no utilizadas y no ha anunciado aún lo que hará con ellas. De los 38 millones de dosis disponibles, no es claro cuántas deberán desecharse, cuántas sí serán utilizadas en Suiza y cuántas más serán objeto de donación. El reciente repunte de los contagios no ha llevado a la gente a vacunarse más, confirman las estadísticas oficiales.

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Este exceso de inventario de vacunas contra la COVID-19 no es exclusivo de Suiza y obliga a los países desarrollados a cuestionarse sobre la razón por la cual adquirieron tantas dosis sin una planificación adecuada, y acerca de lo que podrían haber hecho para evitar los desperdicios. La oenegé suiza Public Eye estima que el Gobierno suizo pagó entre 60 y 150 millones de francos suizos por sus dosis en exceso. El cálculo se basa en contratos similares de otros países de la Unión Europea.

¿Por qué tantas vacunas?

Los países ricos ordenaron sus vacunas COVID-19 firmando Acuerdos de Compra Anticipada (APA) con los proveedores. Son ofertas que se utilizan típicamente en situaciones de emergencia médica. El comprador se compromete, por adelantado, a adquirir vacunas o productos médicos que aún no se han desarrollado, incluso si ya no son necesarios cuando estén disponibles. 

A veces, los bienes se pagan por adelantado y, en otras ocasiones, el comprador no está seguro siquiera de que los productos le serán entregados. Pero estos contratos reducen los riesgos para los proveedores porque les garantizan el precio que cobrarán por sus productos y el volumen que venderán. Los expertos afirman que, en general, los países de la Unión Europea (UE) han pagado el 20% del precio negociado al hacer el pedido de las vacunas y liquidan el 80% restante cuando las dosis se entregan.

Los APA han permitido a países como Suiza adaptarse a las necesidades de su población y a la evolución del virus, garantizando que la demanda de vacunas siempre será satisfecha. Si bien esto ofreció flexibilidad, también llevó a muchos países a comprar más dosis de las que realmente necesitaban.

El problema en Suiza ilustra un fenómeno global: los países desarrollados ordenaron en exceso y acapararon vacunas tan pronto estuvieron disponibles, mientras los países más pobres tuvieron que esperar hasta que hubiera más dosis en el mercado. Un informe reciente del British Medical Journal refiere que la UE ordenó 4 200 millones de dosis a ocho fabricantes. Una cifra suficiente para vacunar nueve veces a su población.

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En enero de 2022, la firma de análisis de ciencias de la vida Airfinity estimó que 241 millones de dosis de vacunas contra la COVID-19 adquiridas por el G7 y por la UE quedaron sin utilización y vencieron en marzo de este año.

En su evaluación más reciente, publicada el 11 de julio, fijó en 1 100 millones el número de dosis de vacunas que probablemente se han desperdiciado.

Airfinity parte de una tasa de desperdicio del 10% a partir de junio de 2021, cuando comenzó el reparto global de dosis.

Cuando se les preguntó, los gobiernos defendieron su estrategia argumentando que les resultaba difícil evaluar las necesidades exactas de la población. El número de dosis que utilizarían dependía de factores cambiantes y que evolucionan con el tiempo, y que pueden ser tan impredecibles como la aceptación de la vacuna, o la peligrosidad con la que el virus es percibido por la gente en cada momento.

“Esta estrategia de adquisición garantiza que Suiza siempre tenga acceso a la última variante de vacuna disponible con cada fabricante respectivo”, dijo el Gobierno en febrero al defender su estrategia de adquisición.

Para dimensionar mejor el alcance del problema es importante distinguir las vacunas adquiridas (ordenadas) de las que realmente entregadas. “Esto significa que hay dosis adquiridas que aún no han sido entregadas al país. Por lo tanto, algunas pueden ser donadas antes de que lleguen a Suiza”, expresó a SWI un portavoz del Gobierno suizo.

Pero la falta de transparencia detrás de la toma de decisiones es tan inquietante como el desperdicio de las dosis. Se sabe poco sobre los términos del contrato negociado por Suiza con los fabricantes.

El Gobierno no pudo confirmar si se pagaron todas las vacunas adquiridas o si se cancelaron algunos pedidos. Y se niega a hacer comentarios sobre las estimaciones del gasto que publicó Public Eye.

“Dicha información es parte de los contratos entre los fabricantes y el Gobierno de Suiza, como comprador de las vacunas. El contenido de estos acuerdos sigue siendo confidencial. Por lo tanto, nos negamos a comentar sobre esas declaraciones”, indicó a SWI un portavoz de la Oficina Federal de Salud Pública (OFSP).

En diciembre de 2021, se presentó una solicitud parlamentaria para que el Gobierno suizo publicara sus contratos. La OFSP anunció que publicaría los contratos antes del 30 de junio de 2022.

Sin embargo, en su más reciente respuesta a SWI, el Gobierno confirmó que sus contratos de vacunas contra la COVID-19 estarían disponibles al público, pero declinó proporcionar una fecha.

“Para proteger los intereses legítimos de las partes contratantes, la OFSP ha iniciado un proceso de consulta sobre un posible ennegrecimiento [ocultación o eliminación de texto]. Este proceso está en marcha. Sujeto a una acción legal por parte de los socios contratantes, el acceso a los contratos se otorgará siguiendo el procedimiento”, escribió.

Donar no lo resuelve todo

La pregunta que sigue en el aire es qué se hará con los 38 millones e vacunas que quedan.

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Suiza ha vacunado a casi el 70% de su población, pero la demanda de vacunas adicionales disminuye. Durante los primeros siete días de julio del 2022, solamente se administraron 1 700 dosis, según cifras del GobiernoEnlace externo.

La demanda de vacunas podría cambiar debido al incremento de nuevos casos desde finales de mayo y la circulación de las subvariantes BA.4 y BA.5 de Ómicron. El 5 de julio, las autoridades sanitarias recomendaron que las personas mayores de 80 años y aquellas en situación de vulnerabilidad reciban una segunda inyección de refuerzo. Pero una campaña para promover un refuerzo que proteja a toda la población no se iniciará antes del otoño.

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Existen pues tres opciones para las dosis en exceso: desecharlas, donarlas o venderlas. El Gobierno expresó que hasta 19 millones de dosis habían sido programadas para donación. Unos 15 millones de ellas podrían transferirse al programa COVAX, que busca garantizar un acceso justo y equitativo a las vacunas contra la COVID-19 para todo el mundo distribuyendo vacunas en los países en desarrollo. Se dice que las negociaciones entre COVAX y Suiza están en curso.

Pero a pesar de las promesas públicas de generosidad, COVAX solamente ha recibido una fracción de las donaciones previstas. En junio, el Gobierno suizo reveló que solamente 1,8 millones de vacunas de AstraZeneca, de los 4 millones previstos para donación a través del programa COVAX, habían sido enviados a los países receptores. No está claro dónde están los otros 2.2 millones de vacunas, si realmente fueron producidas estas dosis y si aún son necesarias en el terreno.

“Estos contratos (entre COVAX y los países receptores) son más complicados de lo originalmente previsto”, comentó a RTS Nora Kronig, jefa de la división de asuntos internacionales de la OFSP. “Hay cuestionamientos sobre el manejo de los tiempos, la responsabilidad (que asume cada parte), el etiquetado y sobre los mecanismos de entrega física de los productos”.

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En este momento, no es claro cuántas dosis más están por caducar o ya caducaron. Esto depende de cuándo se produjeron y si ya se entregaron. El Gobierno no comparte la información sobre el estado de caducidad de las dosis.

Según la fecha de adquisición y las ofertas de 2020 y 2021, SWI estima que una buena parte de los 38 millones de dosis probablemente caducará pronto. En respuesta a nuestras preguntas, el Gobierno dice que algunas de estas dosis todavía están con los fabricantes.

A medida que han caducado, han sido destruidas dosis en Alemania, Nigeria, Indonesia, Ruanda y Gran Bretaña, entre otros.

“Con demasiada frecuencia, los países reciben entregas inesperadas de dosis a punto de expirar, con muy poca transparencia sobre cuándo llegarán las dosis, qué producto llegará o en qué cantidades lo harán. Más de dos tercios de las donaciones son vacunas con menos de tres meses de vida útil restante. Esto obstaculiza la capacidad de los países para planificar, desplegar recursos internos y movilizar poblaciones y líderes comunitarios”, denunció Tedros Ghebreyesus, director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 6 de diciembre de 2021.

En abril de este año, el Gobierno suizo explicó a SWI que solo las dosis con una fecha de vencimiento razonable eran elegibles para la donación y que no se donarían dosis vencidas. 

¿Lecciones aprendidas?

Un portavoz del Gobierno suizo aseguró a SWI que no habría cambios de estrategia en los futuros contratos de adquisición. Pero aumenta la presión por una mejor planificación y transparencia. Para 2023, el Gobierno previó originalmente la adquisición de 14 millones de dosis iniciales de vacunas contra la COVID-19 de Pfizer/BioNTech y Moderna.

Esa orden se redujo a la mitad a mediados de junio como resultado de la presión del Parlamento. Se estima que esto bajará la factura de 780 millones de francos suizos (780 millones de dólares) a 560 millones de francos.

“Las compras deben ser más transparente en el futuro, sin pedidos excesivos porque esto afecta el acceso a las vacunas en países de bajos ingresos y provoca un desperdicio. El Parlamento de la UE fue mucho más activo al impulsar la transparencia de los contratos. Pero este esfuerzo ha sido insuficiente en Suiza, al menos hasta hace poco”, declaró Patrick Durisch, experto en políticas de salud de Public Eye.

“El Gobierno de Suiza – país pequeño, con un alto poder adquisitivo y que promueve la buena gobernanza – debió evitar el acaparamiento de vacunas”, agregó.

Los contratos APA también están en el punto de mira. En un informe reciente, UNICEF denunció que estos contratos generan riesgos para los compradores. La agencia pide más medidas de aprobación regulatoria por parte de los países receptores, así como más apoyo y seriedad en las entregas. “Además del riesgo que asume el comprador, se necesitan muchos otros elementos para materializar una verdadera demanda viable y una oferta funcional en la cadena de suministro de las vacunas contra la COVID-19”, dice el reporte que cita a expertos del área de adquisiciones.

Este artículo forma parte de una serie de un proyecto de investigación transfronterizo llamado #followthedoses, financiado por el fondo Investigative Journalism for Europe (IJ4EU). Lucien Hordijk (Países Bajos), Ludovica Jona (Italia), Hristio Boytchev (Alemania), Flourish Alonge (Nigeria) y Rahul Basharat Rajput (Pakistán) también participaron en la investigación.

Editado por Virginie Mangin

Adaptado del inglés por Andrea Ornelas

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