Quilicura, el polo chileno de los centros de datos que lucha por mantener vivo su humedal
Meritxell Freixas
Santiago de Chile, 7 nov (EFE).- En pleno cordón industrial de la periferia santiaguina, el barrio de Quilicura es el territorio de Latinoamérica que alberga más centros de datos para la inteligencia artificial (IA), entre ellos el primer y único de Google, hasta ahora, en la región y que amenaza al humedal más importante de la zona.
El humedal de Quilicura, uno de los más grandes del país con 468 hectáreas declaradas bajo protección nacional, es un refugio para la biodiversidad y actúa como regulador natural: controla inundaciones, modera las temperaturas y provee agua para el riego.
“Hay mapas del siglo XIX que muestran que era una laguna”, recuerda a EFE el activista de Resistencia Socioambiental Quilicura (RSQ), Rodrigo Vallejos.
Google inauguró en 2015 su primer centro de datos en Latinoamérica en una zona fabril de esta comuna, de 275.000 habitantes, situada al norte de Santiago y atravesada por las principales autopistas que circunvalan la capital.
“Quilicura se está secando”
Las napas (capa de agua) subterráneas donde se asienta el centro de datos “están conectadas con el humedal”, dice Vallejos, por lo que –alerta– hay una “afectación hídrica” en este ecosistema, que “se ha ido secando en la última década”.
La compañía declaró tener derechos para extraer 50 litros de agua por segundo –el equivalente al consumo de unos 8.500 hogares– para enfriar sus miles de computadoras y evitar el sobrecalentamiento del sistema. Según señala en su web “es uno de los más eficientes” de la región.
“El único centro de datos que mantiene un enfriamiento obsoleto es el de Google en Quilicura; todos los demás ya operan por aire”, añade Vallejos.
El último Estudio de Impacto de Google señala que la multinacional consumió en 2023 unos 398 millones de litros de agua, una cantidad que, según la empresa, “equivale a irrigar menos de un campo de golf al año”.
“Quilicura se está secando, la napa ha bajado”, lamenta Miguel Mora, docente de la comuna, quien advierte de consecuencias como “calores más intensos, pérdida de la capa vegetal, napas que no se alcanzan a recargar o pérdida de biodiversidad”.
“Acostumbrado a ser ‘zona de sacrificio’”
Los primeros centros de datos comenzaron a levantarse en Quilicura a principios de la década de 2010. Hoy hay al menos cinco en funcionamiento y otros dos –de Microsoft y Ascenty– en tramitación.
“Los centros de datos se instalan en parques industriales porque tienen mejor conectividad y porque el estrato socioeconómico que vive allí está acostumbrado a ser una ‘zona de sacrificio’, donde se concentran las industrias más contaminantes”, explica a EFE la investigadora Paz Peña, especialista en los impactos de la tecnología en Latinoamérica.
El Gobierno chileno presentó en diciembre un ambicioso plan de centros de datos hasta 2030 para “fomentar el crecimiento sostenible” de la industria y crear “un entorno favorable para la inversión”. Medio año después, publicó una guía para descentralizar estas infraestructuras e instalarlas en el nortino desierto de Atacama o en Magallanes, en el extremo sur, por sus “ventajas naturales excepcionales”.
“Ese plan no exige ni obliga a las empresas tecnológicas a tomar medidas ambientales para un desarrollo realmente sustentable”, critica Vallejos.
Desde la Dirección de Gestión Ambiental de la Municipalidad, Felipe González asegura a EFE que las autoridades locales quieren “conocer de cerca el funcionamiento de estas infraestructuras” porque “les preocupa” que puedan generarse “impactos negativos” sobre el territorio.
Compensaciones “inefectivas”
A los pies del Cerro Colorado, frente al Cementerio Municipal, se extiende el Bosque Urbano de Quilicura, un terreno seco y descuidado, tupido de arbustos y árboles bajos.
El lugar, inaugurado en 2019 como el “nuevo pulmón verde” del sector, fue una de las llamadas “compensaciones” que Google ofreció a la comuna para contrarrestar, de alguna manera, la contaminación del aire, aunque no el alto consumo de agua.
La iniciativa prometía más de mil árboles nativos “para entregarle vida a Quilicura y a Chile”, según dijo el entonces alcalde de la comuna, Juan Carrasco. Hoy, sin embargo, el espacio luce abandonado.
“Es difícil acceder a ese bosque urbano; los senderos y el sistema de riego están en pésimo estado”, afirma Vallejos. Según él, “nunca fue una compensación efectiva porque lo que realmente había que compensar era el agua para restaurar el humedal”.
Para Peña, estas medidas sirven a las grandes empresas para “mantener una buena imagen”, pero –recalca– “los gobiernos locales no están preparados” para exigirlas ni fiscalizarlas.
Preocupados por la construcción de los nuevos centros de datos, los activistas de Quilicura reclaman avanzar hacia un “desarrollo verdaderamente sustentable”, en línea con los compromisos corporativos de las tecnológicas.
“Si no podemos exigir a empresas pioneras como Google o Microsoft que sean sustentables -se pregunta Vallejos-, ¿qué podemos esperar del futuro de la humanidad?”.
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