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Un magnate chino buscado por EE.UU. y un imperio criminal: la red mundial de ciberestafas

Noel Caballero y María Carcaboso Abrié

Bangkok, 7 nov (EFE).- El magnate de origen chino Chen Zhi se ha convertido en el nuevo rostro de las ciberestafas que en los últimos años han proliferado desde centros del Sudeste Asiático con prácticas casi carceleras, una red criminal con tentáculos por varios países de dentro y fuera de la región y víctimas en todo el mundo.

Conocido también como Vincent, Chen Zhi está al mando del conglomerado Prince Group, con sede en Camboya y empresas en el sector inmobiliario, financiero, turístico y de alimentación, según la página web del grupo, además de tener negocios en más de 30 países, de acuerdo con el Departamento de Justicia de EE.UU.

Chen fue acusado a mediados de octubre por las autoridades estadounidenses de ser «el cerebro detrás de un imperio de ciberfraude en expansión».

«Se trata de un individuo que presuntamente dirigía una vasta red criminal en varios continentes, involucrando trabajo forzado, blanqueo, esquemas de inversión fraudulentos (…), con millones de víctimas inocentes como objetivo», remarcaron, ordenando su detención y confiscando más de 15.000 millones de dólares en bitcoin, anunciado como el mayor decomiso de criptomonedas.

Red internacional

Nacido hace 37 años en la provincia meridional china de Fujian, poco se sabe de la vida de Chen, en paradero desconocido y quien renunció a su ciudadanía china, según el Departamento del Tesoro de EE.UU., que le atribuye pasaportes de Camboya, Chipre y Vanuatu.

Cercano a la élite política camboyana, fundó Prince Group en 2015, según el departamento de Estado de EE.UU., a través del que contribuye en proyectos de beneficiencia en Camboya, indica la web de la empresa.

Camboya, que ingresaría por estafas cibernéticas entre 12.500 y 19.000 millones de dólares anuales –el equivalente al 60 % de su PIB–, de acuerdo con una investigación de Humanity Research Consultancy (HRC), se ha desvinculado del caso y su Gobierno afirmó a EFE a mediados de octubre que Chen no se encontraba en el país.

Pero la denuncia, acompañada de sanciones a Prince Group por parte de EE.UU. y Reino Unido, dio inicio a una campaña de medidas adoptadas por otros países contra el imperio de Chen.

Sus bienes en EE.UU. -incluidos aviones y un cuadro de Picasso-, y en Reino Unido -entre ellos una mansión y un bloque de oficinas en Londres-, fueron confiscados.

En los últimos días, Singapur anunció un operativo contra Chen y sus socios, durante el que se incautaron más de 115 millones de dólares en activos y se requisaron un yate y once automóviles.

La Justicia taiwanesa anunció también esta semana que ha detenido a 25 personas y confiscado activos por valor de unos 146 millones de dólares vinculados a Prince Group.

Por su parte, Hong Kong anunció este martes la congelación de activos valorados en unos 355 millones de dólares vinculados a un grupo internacional dedicado al fraude y al blanqueo, que la prensa local asoció con Chen.

El rostro visible, pero no el único

Aunque Chen, de rostro aniñado, ha puesto cara al opaco mundo de las ciberestafas, expertos subrayan que la red no acaba en Prince Group.

«Las sanciones a Prince Group y la confiscación de sus activos han creado mucha atención, y, aunque es un paso significativo, está claro que hay una vasta red de actores similares en la región, y que hay algunos esperando para tomar el relevo», dice a EFE Benedikt Hofmann, representante regional de la Oficina de la ONU para las Drogas y el Delito (ONUDD) en Bangkok.

Con operaciones en países como Birmania y Camboya, muchos centros de estafas eran casinos ligados al blanqueo que durante la pandemia pasaron al espacio digital, empleando a jóvenes con conocimientos tecnológicos y de idiomas, quienes, según informes, son forzados a estafar mediante argucias amorosas o promociones financieras, entre otros engaños.

Las estafas «se dirigen a ciudadanos y compañías de lugares tan lejanos como Europa o Norteamérica, aunque Asia sigue siendo un objetivo principal», indica Hofmann.

Testigos y extrabajadores describen estos centros como «cárceles modernas» donde quienes no cumplen los objetivos son esposados, torturados y forzados a permanecer en su interior.

Según la ONU, al menos 120.000 personas están retenidas en centros de Birmania, mientras en Camboya se estima que hay 100.000, pese a campañas llevadas a cabo este año para su desmantelamiento.

Un negocio que genera más de 43.800 millones de dólares anuales, según el Instituto para la Paz de EE.UU., y que se escondería tras empresas expandidas por el globo: Prince Group tenía una red en Nueva York que facilitó la transferencia y blanqueo de millones de dólares procedentes de unas 250 víctimas en EE.UU., según la investigación en ese país.

«Lo que muestra Prince Group es el ingente volumen de dinero que genera esta industria», dice Hofmann, y añade: «Y también cómo de difusa es la línea entre los negocios oficiales y el crimen organizado en lugares como Camboya». EFE

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