Unos 4,5 millones niños y niñas podrían morir de aquí a 2030 por recortes en desarrollo
Naciones Unidas, 19 nov (EFE).- Al menos 4,5 millones de niños y niñas menores de cinco años podrían morir de aquí a 2030 debido a los «drásticos» recortes mundiales en la ayuda al desarrollo, según la organización de la ONU para la infancia (Unicef).
«Cada una de esas muertes supondría no solo una tragedia para una familia, sino una grave pérdida de potencial humano», apunta la entidad en su informe anual sobre el Estado Mundial de la Infancia, publicado hoy.
Unicef señala que la ralentización del crecimiento económico de muchos países en desarrollo pone en peligro su capacidad para hacer frente a la pobreza y ampliar los servicios públicos destinados a los niños y niñas.
La organización anota que los recortes en el desarrollo también limitarán las oportunidades educativas para este sector de la población.
En este sentido, incide en que se prevé que la ayuda destinada a educación decaiga en al menos un 25 % para 2026, lo que dejará a seis millones de niños en riesgo de desescolarización.
Uno de cada cinco niños y niñas viven en la pobreza
Unicef denuncia que, actualmente, uno de cada cinco niños y niñas de todo el mundo -más de 412 millones- vive en la pobreza monetaria, una situación que se cobra la vida de los menores, socava su salud y su desarrollo y limita su aprendizaje.
La pobreza deja además consecuencias «que perduran mucho más allá de la niñez», y los adultos que han crecido sin recursos tienen peores perspectivas laborales, viven menos tiempo y son más propensos a la depresión y la ansiedad.
Además, perjudica a la sociedad, pues impide a los niños y niñas desarrollarse plenamente, lo que mina la futura prosperidad económica.
Conflictos armados, cambio climático y crisis de financiación
Según el informe de Unicef, la mitad de todos los niños y niñas que viven en contextos de conflicto padecen pobreza extrema, frente al 11,4 % de los que no viven en medio de una guerra.
Además, entre 2014 y 2024, las tasas de pobreza monetaria extrema en contextos de fragilidad y conflicto aumentaron desde el 46 % hasta el 50,2 %.
La crisis climática también puede impedir el progreso en la lucha contra la pobreza infantil, puesto que cuatro de cada cinco niños y niñas enfrentan cada año al menos un riesgo climático extremo, como una ola de calor, una inundación o una sequía.
Así, en 2024 al menos uno de cada siete niños y niñas -es decir, 242 millones- tuvieron que interrumpir su formación escolar a causa de «conmociones climáticas».
Del mismo modo, Unicef destaca el desafío «imposible» que supone para muchos países invertir adecuadamente en la infancia debido a la falta de financiación.
Y es que los países «menos adelantados» reciben menos del 5 % de la inversión extranjera directa que llega a los países en desarrollo.
También influyen en el riesgo de padecer pobreza otros factores como vivir en una zona rural (el 79 % de los niños que la sufren viven en áreas rurales) y la formación de los padres, pues si el cabeza de familia no terminó sus estudios, la tasa de pobreza extrema infantil sube al 32,9 %.
Pese a todo, Unicef destaca que aún «se puede poner fin a la pobreza infantil», convirtiendo su erradicación en una prioridad nacional; impulsando políticas macroeconómicas favorables a esta población; ampliando la protección social y el acceso a servicios públicos de calidad y promoviendo el trabajo digno. EFE
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