“Siento que Suiza es mi país”
Nació en Buenos Aires hace 48 años de padres austriacos, cursó estudios universitarios en Estados Unidos, está casado con una canadiense y es políglota.
La trayectoria de Pedro Simko es tan cosmopolita como la agencia que fundó y dirige.
Llegó a Suiza en 1982, con un master en administración de empresas de Harvard en el bolsillo, para incorporarse al departamento de marketing de Procter & Gamble, actividad que le permitió viajar a múltiples países y, sin embargo, echó raíces en Ginebra.
Con este periplo a sus espaldas nadie diría que, más que ciudadano del mundo, Pedro Simko se considera suizo de adopción y de corazón. “Me siento muy apegado a Suiza, siento que es mi país”, y enumera un sinfín de valores con los que se siente “muy identificado”:
Un país profundamente democrático, la honestidad y el sentido de seriedad de su gente, la calidad de vida, la conciencia ecológica… Son virtudes, dice, que uno aprecia mucho “cuando ha crecido en un país (Argentina) en el que el mensaje central era: ‘hecha la ley, hecha la trampa'”.
“Lo digo porque se habla muy mal de Suiza y también tenemos que mencionar las cosas positivas”, aunque obviamente, no todo son maravillas en la patria de Guillermo Tell.
Una pareja del siglo XXI
Lleva 22 años casado con Josée, la mujer que le ha respaldado en sus proyectos y con la que fundó la agencia de publicidad que va viento en popa. “Hemos hecho muchas cosas juntos (…) y hoy en día hacemos las cosas un poquito por separado, lo que tiene sus ventajas”, afirma.
Y es que hace dos años su esposa abandonó la sociedad común para crear su propia empresa de marketing y diseño. “Siempre ha tenido los objetivos muy claros y siempre supo tener una balanza justa entre vida familiar y vida profesional”.
El matrimonio tiene dos hijos, Pablo y Nicolás, de 13 y 11 años, respectivamente, a los que inculca valores como la igualdad entre hombres y mujeres, porque “en casa no hay demasiada diferencia entre lo que hace papá y lo que hace mamá”, explica. “Yo quise que las cosas fueran así, no quise tener un modelo tradicional argentino o más bien latino de cómo constituir una familia”.
Pedro Simko comparte con su esposa no sólo el cuidado y la educación de los hijos, sino también las tareas domésticas. Además de los sábados y domingos, cocina dos días entre semana, por ejemplo. “Reconozco que mi señora hace más que yo, pero creo que hago mucho y es importante para mí”, confiesa.
El ejemplo que quiere dar a sus hijos es que “no hay razón por la cual papá tendría que hacer menos labores domésticas que mamá, y no hay razón por la cual mamá no pueda tener su empresa, si papá la tiene”.
Estudia Relaciones Internacionales en Princeton y obtiene un Master en Administración de Empresas en Harvard.
En 1982 llega a Suiza para trabajar en el departamento de marketing de Procter & Gamble y viaja regularmente a Oriente Medio, Reino Unido, Irlanda, Canadá y Portugal.
En 1988 se incorpora a Jacobs Suchard como director de marketing y responsable de la división ‘chocolates’ para Suiza, así como de las marcas Toblerone y Sugus para el mercado internacional.
En 1991 funda la agencia Simko con su esposa. El matrimonio tiene dos hijos.
Un padre “muy especial”
Además de Josée, hay otra figura clave en la vida de Pedro Simko: “Un señor que vivió esa época horrible del nazismo, que se fue de Austria con un pasaporte al que le agregaron un nombre que no existía – Paul Israel Simko –” para despejar los equívocos sobre su origen judío.
En 1939, siendo un niño, su padre llegó a La Paz (Bolivia) “con las manos vacías” y “vivió seis años en una pieza sin baño con sus padres”. Ese hombre que en 1945/46 se estableció en Buenos Aires “y que ha llegado lejos”, dice, “me enseñó las bases (de la vida), la honestidad, la ética, el sentimiento de familia…”. “Tendrías que entrevistarlo a mi papá… es un hombre muy especial”.
Orgulloso de sus raíces, Pedro transmite a sus hijos la lengua de sus antepasados, “aunque el último Simko que vivió en un país de habla alemana fue en el año 38”.
Pese a su éxito profesional, se define como un hombre casero y familiar que disfruta leyendo un buen libro o cocinando. “Uno se imagina a la gente de publicidad yendo siempre a cócteles y cosas extravagantes. Yo salgo muy rara vez”, afirma.
Además de la literatura, le apasionan la fotografía, los deportes, la política, “en realidad, todo lo que es nuevo y diferente me interesa mucho, así que para la industria estoy bien, porque es una industria que necesita eso”, un espíritu abierto y curioso.
El de la agencia ya es un sueño hecho realidad. ¿Cuál le queda por cumplir? “Yo quisiera que mis chicos crezcan bien, es lo más importante”, responde muy emocionado…
swissinfo, Belén Couceiro
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