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La policía aguó la fiesta del referéndum independentista catalán

Agentes de la Guardia Civil sacan a un hombre de un colegio electoral para el referéndum de independencia catalán en Sant Julià de Ramis (Gerona), este domingo 1 de octubre afp_tickers

Los nubarrones se volvían más oscuros y los helicópteros más numerosos este domingo en el cielo de Barcelona. Y la policía irrumpía en la fiesta de los independentistas catalanes confiscando urnas y cargando contra algunos manifestantes que defendían el referéndum prohibido.

Hacia las 10h30 locales (08H30 GMT) resonaron disparos de balines de goma cerca de un centro de voto, marcando un cambio brutal en una jornada que había comenzado con ambiente festivo.

Desde las cinco de la madrugada, cientos de barceloneses se habían congregado frente a numerosos colegios en un intento de impedir el cierre, ordenado por la justicia, de los locales destinados a la votación.

El Ejecutivo regional catalán había preparado en secreto durante semanas este plebiscito prohibido por el Tribunal Constitucional, ignorando las advertencias del Gobierno central.

Al alba, de Girona a Barcelona y de Manresa a Figueres, miles de catalanes lanzaban así un desafío al Estado español bajo el grito de “¡Votaremos!”.

Ante la pasividad de la policía regional, los Mossos d’Esquadra -atrapados entre su dependencia del Gobierno catalán y su obligación de hacer cumplir las órdenes judiciales-, la Policía Nacional y la Guardia Civil españolas pasaron a la acción.

En Barcelona y también en Girona, bastión del presidente independentista Carles Puigdemont, un centenar de kilómetros más al norte.

Allí, la Guardia Civil rodeó el centro deportivo donde el líder catalán debía votar, para luego forzar las puertas y confiscar las urnas ante los activistas que cantaban “L’Estaca”, símbolo de la resistencia antifranquista, con el puño en alto, según imágenes de la AFP.

– ‘Golpes violentísimos’ –

Al mismo tiempo, en Barcelona, Marc Carrasco, de 52 años, reponsable del colegio electoral de la escuela Ramon Llull, relataba nerviosamente la escena que acababa de vivir.

“Se han llevado seis o siete urnas, porque aunque públicamente se decía que había dos mesas teníamos muchas más urnas, 8 o 9, y se las han llevado casi todas”, reconocía, precisando que aún así “aquí no se continuará votando, este colegio queda cerrado”.

Bajo una fuerte lluvia, una cincuentena de agentes de la Policía Nacional con equipamiento antidisturbios había intentado desalojar una a una a las decenas de personas que bloqueaban el acceso al centro.

Pero ante la imposibilidad, optaron por forzar una verja del patio y posteriormente romper a golpes una puerta de entrada al edificio.

“Ha sido una imagen potente porque estábamos dentro cantando ‘Els Segadors’ (himno nacional catalán) y se iban oyendo golpes violentísimos para poder destrozar la puerta”, explicaba Carrasco.

“Se han llevado las urnas por la fuerza, porque los presidentes de las mesas agarraban las urnas con las dos manos y se las arrancaban literalmente de las manos”, agrega.

Al marcharse, los agentes se encontraron cara a cara con varios centenares de activistas sentados en la calle, que les cortaban el paso y, según los testigos, pasaron a la carga.

“Intentaron dispersarnos con esto, que lanzan y lo único que hace es ruido”, cuenta a la AFP Jon Marauri, un socorrista de 22 años, mostrando un cartucho sin carga. Pero como nadie se movía “entonces utilizan esto”, agrega enseñando un balín de goma.

– Acusaciones cruzadas –

Otro testigo, David Pujol, de 37 años, muestra una herida en la pierna izquierda sufrida en esta carga, y una periodista de la AFP vio a los socorristas introducir a un segundo herido en una ambulancia.

“Vine desde Mallorca para ayudar a la lucha por la democracia”, afirma, explicando que estaba ayudando al otro herido cuando la policía volvió a cargar y recibió un fuerte impacto en la pierna.

Imágenes difundidas en redes sociales mostraban disturbios en otras localidades catalanas. En algunas ocasiones, la policía se veía enfrentada a violentos insultos de los manifestantes.

Los servicios de urgencias catalanes anunciaron un centenar de heridos, en su mayoría de poca gravedad, de entre las 400 personas atendidas. El ministerio del Interior español informó por su parte de 11 heridos entre las fuerzas de seguridad.

Poco después, Puigdemont denunciaba “el uso injustificado, irracional e irresponsable de la violencia del Estado español”.

“Los agentes están actuando con la medida y proporcionalidad que corresponde en cada caso”, respondía el delegado del Gobierno español en Cataluña, Enric Millo.

“Puigdemont y su Gobierno son los únicos responsables de todo lo que ha pasado hoy y de lo que pueda seguir pasando a partir de ahora si no ponen fin a esta farsa”, agregaba. Según el presidente independentista, 73% de los centros de voto seguían abiertos.

Cerca de un instituto de formación profesional, donde centenares de barceloneses de todas las edades seguían votando, un grupo de manifestantes había levantado barricadas con alambres, maderas y sacos de cemento.

“Yo no quería votar, pero voy a votar que sí a la independencia porque el Gobierno ha actuado fatal”, aseguraba Gemma Martínez, técnica de laboratorio de 49 años.

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