Atwood admite cómo la dictadura argentina influyó en parte en ‘El cuento de la criada’
Viviana García
Londres, 10 nov (EFE).- Margaret Atwood admitió este lunes cómo la dictadura argentina de los pasados años setenta, con la desaparición de miles de personas y el robo de bebés, supuso en parte una «influencia muy importante» a la hora de escribir ‘El cuento de la criada’, la novela distópica más famosa de la escritora canadiense.
Con motivo de la publicación este mes de sus memorias -‘Libro de mis vidas’, publicada en España por Salamandra- Atwood, que está a punto de cumplir 86 años, habló en un encuentro con la prensa en Londres de los generales argentinos y de las dictaduras en general, así como de la guerra de Troya, para referirse a eventos que marcaron su inspiración literaria.
«La dictadura argentina, particularmente su costumbre de quitarles los bebés a las personas asesinadas y entregárselos a generales o a sus familias, es decir, a las élites de la época. Esto derivó en que los niños crecieran y descubrieran que sus padres (adoptivos) habían asesinado a sus padres», recalca Atwood, cuyos libros están traducidos a más de 40 idiomas.
Pero los generales argentinos no fueron los únicos, resaltó: «Hitler, por ejemplo, robó bebés polacos rubios, con la esperanza de que se convirtieran en bebés alemanes rubios. Los rusos han robado muchos niños ucranianos. No sabemos dónde están», afirmó la autora.
Insistió en que el robo de bebés ha sido una tema recurrente «en la historia de la humanidad. Pensemos en la guerra de Troya», que «arrojaron a todos los bebés varones por un precipicio».
«Sí, un tema recurrente, no solo en Argentina, pero para mí, que lo viví, fue influyente», resaltó Atwood, cuyo último libro narra episodios de su infancia en los bosques del norte de Quebec hasta detalles sobre sus obras, sus vínculos familiares y cómo la experiencia cotidiana se transforma en literatura.
‘El cuento de la criada» está ambientada en un futuro distópico en la República de Gilead, que es una teocracia totalitaria surgida tras un golpe de estado en EE.UU. donde la infertilidad, muy extendida, ha llevado al sometimiento de las mujeres fértiles en una especie de esclavitud.
El cambio climático y la inteligencia artificial (AI)
Con una trayectoria marcada por un fuerte compromiso social y la defensa de los derechos de las mujeres, Atwood habló hoy sobre temas recurrentes, como el cambio climático o el impacto de la inteligencia artificial (AI), del que, dijo, es ya «parte de nuestra cultura».
La situación del cambio climático «podría empeorar mucho» y «una vez que se produce un cambio así, afectará la vida de todos en el planeta», mientras el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, está «arrasando» los avances logrados en este sentido para contenerlo.
«Así que tenemos una tormenta perfecta: cambio climático, mucha contaminación tóxica, una tasa de natalidad que está disminuyendo por varias razones. Y tenemos una generación joven mucho más preocupada por su futuro que la gente de mi generación», consideró Atwood.
La gente de su época, argumenta, no pensaba que podía quedarse sin trabajo, ni tenían preocupaciones como las que tienen hoy los jóvenes, afirma. «Así que sí, creo que estamos atravesando una época difícil.¿Tiene la humanidad la capacidad y la inteligencia para superarla? Teóricamente, sí. ¿Lo logrará? No lo sabemos».
Cuando la gente está muy preocupada por la comida, las facturas y si tendrá dónde vivir, «no podemos lograr que se concentren en algo tan abstracto. Así que hay un incendio forestal aquí, una ola de calor allá», así que «mientras no te afecte (…) sientes que no puedes hacer nada al respecto».
Sobre la IA, Atwood admitió que ya es parte de la vida de la gente, con jóvenes que la utilizan para redactar ensayos en sus estudios, pero avisó que no todo el mundo «abraza» esta nueva tecnología porque no hay garantías de que diga la verdad.
A lo largo de sus memorias, la escritora reflexiona sobre el oficio de escribir y sobre la capacidad de la literatura para interpretar la realidad, siempre con ironía y una gran curiosidad. EFE
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