Catar espera lograr un éxito diplomático por su papel en las negociaciones EEUU-talibanes
Catar, sede de las negociaciones entre los talibanes y Estados Unidos sobre Afganistán que el próximo sábado podrían concluir con un importante acuerdo, espera reforzar su papel internacional y salir de su aislamiento en la región.
En junio de 2017, Arabia Saudita y sus aliados (Emiratos Árabes Unidos, Egipto y Barein) rompieron sus relaciones diplomáticas y comerciales con Catar, al que acusan de apoyar los movimientos islamistas extremistas, lo que Doha niega.
Pero este sábado –cuando el embargo contra el país supere los mil días–, el emir de Catar, el jeque Tamim ben Hamad Al Thani, podría obtener un gran éxito diplomático si finalmente se firma un acuerdo en Doha entre los talibanes y Washington.
El acuerdo quiere poner fin a 18 años de guerra en Afganistán y reducir la presencia militar estadounidense a cambio de varios compromisos por parte de los talibanes.
Catar, situado sin embargo a 1.800 kilómetros de Afganistán, invitó en 2013 a los talibanes a abrir una oficina política en Doha con la aprobación de Estados Unidos, con los que el emirato tiene buenas relaciones.
Si los talibanes «no hubieron tenido este acceso, nadie les habría tomado en serio», dijo a la AFP Colin Clarke, un analista del Soufan Center, asegurando que Catar está considerado como «intermediario de confianza por ambas partes».
Sin embargo las negociaciones en Doha vivieron días difíciles, en particular cuando en septiembre de 2019 el presidente estadounidense Donald Trump dinamitó la novena ronda de diálogo con varios tuits.
Primero decidió anular las negociaciones, furioso por la muerte de un soldado estadounidenses en un atentado con bomba en Kabul, pero finalmente se reanudaron.
El 21 de febrero los insurgentes y Estados Unidos anunciaron una semana de reducción de sus operaciones militares y el domingo Trump dijo que firmará personalmente un acuerdo de paz con las talibanes si la tregua parcial se continua respetando en Afganistán.
Si el acuerdo con los talibanes finalmente se firma el sábado, los cataríes «recibirán una ovación», dice Colin Clarke.
A pocos días de la histórica jornada, el jeque Tamim empezó una gira diplomática regional por Jordania, Argelia y Túnez antes de viajar a Asia Central.
Desde los años 1990, este pequeño emirato gasístico intenta ganar influencia regional e internacional, sobre todo a través de la cadena de noticias Al Jazeera, que revolucionó el paisaje mediático árabe.
El cierre de esta cadena, acusada de provocar polémicas en los países de la región, es una de las condiciones impuestas por los cuatro países en contra de Catar para reanudar las relaciones diplomáticas.
Desde hace más de diez años, Catar también intenta convertirse en un mediador en la región.
En mayo de 2008 obtuvo un éxito diplomático apadrinando, en nombre de la Liga Árabe, un acuerdo entre las partes en conflicto en la crisis en Líbano, lo que permitió la elección del presidente Michel Sleimane.
Catar también tiene influencia en la Franja de Gaza donde, junto a la ONU y Egipto, facilitó una frágil tregua entre el movimiento palestino Hamás e Israel.