Vivir con animales en medio de la naturaleza
Según el arquitecto Cristián Rodríguez, la principal contribución de la arquitectura suiza del siglo XIX fue integrar la habitación con el paisaje, con una construcción austera, generando espacios intermedios que facilitaban la convivencia.
Las primeras casas, separadas por niveles, servían por igual para alojar a la familia y a los animales con su forraje.
El paisaje que encontraron los primeros colonos era agreste y el clima, inclemente. La preocupación por las penurias vividas por sus compatriotas hizo que el gobierno suizo enviara como emisario al sacerdote Francisco Grin, a fines del siglo XIX.
“Al cabo de tres años de permanencia en el lugar, la situación es calamitosa. Viven en un corral pequeño con un par de animales y unas maderas mal ensambladas, con una mínima producción de trigo, porotos y papas”.
Pero la laboriosidad helvética permitió el surgimiento de algunas familias, cuyas casas y el trabajo agrícola eran un ejemplo en la región. Los cambios en las formas de producción, reemplazando las herramientas por maquinaria, permiten importantes cambios sociales.
Atracción turística
Una de las casonas suizas más antiguas y mejores conservadas de la zona pertenece a María Clementina Ellicker, de 60 años, y Luis Seitz, de 58.
“Nuestra casa, construida en 1892, es permanentemente visitada por extranjeros que llegan por intermedio de las agrupaciones de descendientes de Temuco y Victoria”, cuenta Luis a swissinfo.
“A los visitantes les llama poderosamente la atención su construcción y la similitud que tiene con otras casas de la zona, que representan una vida de trabajo de nuestros abuelos. Es que muchas de ellas fueron construidas por las mismas manos”, sostiene.
La casa de los Seitz Ellicker corresponde a una de las primeras levantadas por suizos en esa localidad. Y, como tantas, fue construida como un galpón de tres niveles.
Casas anti-robos
En el nivel inferior se ubicaba un establo, en el segundo nivel se almacenaba el forraje para los animales y en el nivel superior se ubicaba la casa habitación desde la cual se dominaba el valle.
“Esta es una de las características que más llama la atención de los turistas”, cuenta María Ellicker, quien explica que si construían así simplemente era porque, a inicios del 1900, uno de los males que azotaban los campos, especialmente en el sur de Chile, era la existencia de cuatreros que robaban en los campos.
“Este tipo de construcciones permitía un mejor cuidado de los bienes”, sentencia.
Esta casona fue construida por sus abuelos, Roberto Ellicker Lemann y su esposa Elisabeth Herzog Mayer, ambos procedentes de Zúrich, con la ayuda del padre de María, Roberto, que era quien tenía conocimientos de carpintería.
Según cuenta su actual propietaria, el levantamiento de la casa tardó dos años, pues se esmeraron en dejarla lo más perecida posible a la casa en que vivían en Suiza.
Sin duda se trata de construcciones rusticas, cuya primera función no era otra que servir de viviendas de emergencia y más tarde se impusieron en el paisaje rural por su originalidad.
Hoy en día, esas casas coloniales adquieren un valor turístico importante y contribuyen a engrandecer el patrimonio arquitectural de la Araucanía. Constiutuyen los últimos vestigios de la emigración suiza del siglo XIX.
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swissinfo, Nelson Muñoz Mera, Traiguén
Se trata de construcciones rusticas, cuya primera función no era otra que servir de viviendas de emergencia y más tarde se impusieron en el paisaje rural por su originalidad.
La casa de los Seitz Ellicker corresponde a una de las primeras levantadas por suizos en esa localidad. Y, como tantas, fue construida como un galpón de tres niveles.
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