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Lo que le espera a Suiza: perspectivas políticas 2023

Palacio de Gobierno en Berna.
Entre la estabilidad y la agitación: tras los recientes cambios en el Gobierno, Suiza se apresta para un año electoral. Hay indicios de que la ola verde está remitiendo. Keystone / Martin Ruetschi

Un ministro de Energía lidiando con el dilema del principio de la colegialidad, un ministro de Exteriores que no puede fracasar y un viejo tema que podría sacudir las elecciones federales. Lo que el Año Nuevo depara a Suiza.

Por supuesto, el gran acontecimiento del año serán las elecciones federales el 22 de octubre. Según el primer barómetro electoral de la SSR, la situación política permanecerá estable en Suiza. Como mucho puede que los Verdes Liberales y el Partido Radical Democrático (PRD) ganen algunos escaños, y que los Verdes pierden algunos. El Partido Ecologista no ha conseguido cumplir las expectativas de su electorado en todos los casos, y dado que, entretanto, prácticamente todos los partidos tematizan la ecología, solo votarán a los verdes los votantes de izquierda, según la opinión de los politólogos.

Pero a pesar del paulatino retroceso que parece sufrir la “ola verde”, la crisis climática sigue siendo la principal preocupación de los suizos y suizas. Por tanto, los primeros pasos de Albert Rösti al frente del Ministerio Federal de Medio Ambiente, Transportes, Energía y Comunicación (DATEC) serán observados muy detenidamente. El militante bernés de la Unión Democrática de Centro (UDC/derecha conservadora) era hasta hace poco presidente de Swiss Oil, principal organismo cabildero del sector petrolífero, además de presidir la Acción por una Política Energética Razonable, principal organización del lobby nuclear. Tras su nombramiento, los ecologistas tocaron inmediatamente la alarma, advirtiendo de que un magnate del petróleo se estaba apoderando del DATEC y que esto se convertiría en una pesadilla para la protección del medio ambiente.

Papel delicado de Rösti

En el DATEC, Rösti no podrá hacer lo que quiera. Deberá ponerse de acuerdo con los otros miembros del Consejo Federal (Gobierno). No obstante, tendrá un margen de maniobra bastante amplio a la hora de dirigir el ministerio. Además, podrá decidir sobre la agenda política. Pero en el parqué internacional, sobre todo en la Cumbre Climática COP28 en Dubái, Rösti tendrá que defender las obligaciones a las que Suiza se ha comprometido en relación con el abandono de las energías fósiles. Es un papel delicado para Rösti, que sorprendió ya en repetidas ocasiones con declaraciones críticas relacionadas con el cambio climático, por ejemplo, en el verano de 2019, cuando, en medio de una ola de calor, animó a los socios de su partido a disfrutar del buen tiempo.

Al igual que sus predecesores en el cargo, Rösti tendrá que resistir a la presión de su partido y demostrar que es capaz de respetar el principio de colegialidad. Si la UDC consigue reunir las 50 000 firmas necesarias para el referéndum, el nuevo ministro del Medio Ambiente tendrá que oponerse a su propio partido y defender la contrapropuesta indirecta a la Iniciativa de los glaciares, que el Parlamento aprobó el pasado otoño. La propuesta, que pretende inscribir por primera vez en una ley el objetivo de la reducción a cero emisiones netas de gases de efecto invernadero hasta 2050, es denostada por la UDC como “ley devoradora de electricidad”. La votación podría tener lugar el próximo mes de junio, tras una pausa insólita de casi nueve meses sin votaciones populares en el ámbito federal.

La cuestión de la neutralidad

Las ambivalencias también marcan las pautas en la política exterior suiza, que en el Consejo Federal sigue siendo la responsabilidad del tesinés Ignazio Cassis. Por un lado, es cierto que la imagen popular de Suiza en el extranjero sigue siendo positiva, como constató recientemente una encuesta realizada en 18 países por encargo de Presencia Suiza. El estudio comprobó que Suiza es apreciada por sus paisajes, su chocolate y sus relojes, su plaza financiera, su economía estable y el bienestar de su población. Sin embargo, por otro lado, también existen fisuras en esta imagen cargada de clichés: por ejemplo, en el extranjero la ciudadanía valora de manera más crítica la neutralidad, una actitud que es aún más evidente en el caso de los medios de comunicación foráneos. En Alemania, por citar un caso, no se comprendió por qué Suiza prohibió la exportación a Ucrania de munición para tanques de combate fabricada en el país alpino. Las premisas de la política suiza de neutralidad no se entendieron ni se entienden, a pesar de las muchas explicaciones.

Ganarse la comprensión por el papel y la neutralidad de Suiza solo va a ser una de las dificultades que Suiza tendrá que superar en el Consejo de Seguridad de la ONU, donde el país helvético tendrá escaño por primera vez en la historia. Otro desafío consistirá en desplegar una diplomacia productiva en el seno de este organismo, que reiteradamente bloquean Rusia y China con sus vetos. Y todo ello se producirá ante el constante ruido de fondo en Suiza, donde se sigue discutiendo sobre la interpretación adecuada de la neutralidad. Las ideas van desde su abrogación pasando por su reforma hasta la iniciativa de la UDC, que pretende inscribir en la constitución nacional un concepto muy restringido de la neutralidad. La UDC ya está reuniendo firmas para esta iniciativa. Este último año, Cassis acuñó simplemente un nuevo término para describir la política suiza: habló de “neutralidad cooperativa”, expresión que, sin embargo, apenas se quedó en algo más que meras palabras.

Otro concepto recurrente en el debate ha sido el de la “solución de paquetes”, que engloba el enfoque más reciente con el que el Consejo Federal pretende desbloquear su relación con la Unión Europea. Tras el fracaso de las negociaciones sobre un Acuerdo marco institucional en 2021, estaban temporalmente rotas las relaciones entre Suiza y la Comisión de la UE. No obstante, en el último año tuvieron lugar media docena de conversaciones de sondeo entre la negociadora suiza Livia Leu y la delegación de la Comisión Europea. El objetivo consiste en definir la agenda para nuevas negociaciones hasta mediados de 2024. El marco temporal es tan estrecho porque la Comisión de la UE se reconstituirá en esa fecha.

Mientras el vicepresidente de la Comisión, Maros Sefcovic, responsable de este expediente, quería terminar los sondeos todavía en 2022, el asunto, de repente, ya no le urgía tanto a Suiza. La razón son viejas discrepancias. Suiza ve en los “paquetes” una oportunidad para resolver el futuro de los acuerdos bilaterales de manera sectorial, es decir, por etapas. La UE, sin embargo, presiona para que Suiza haga promesas en cuestiones clave institucionales, por ejemplo, en relación con el arbitraje de conflictos, los subsidios estatales, la protección de los salarios y la libre circulación de personas. Quiere evitar que Suiza se olvide de las promesas dadas, una vez que los sondeos hayan terminado. Sobre todo, en la cuestión relativa al tribunal de arbitraje, que deberá decidir sobre la interpretación en un litigio, apenas se prevé una aproximación en las negociaciones.

Vuelta del tema migratorio

Durante la sesión del Consejo Federal en el que se repartieron las carteras ministeriales, Ignazio Cassis insistió de forma explícita en querer continuar al frente del Ministerio Federal de Asuntos Exteriores. Es una situación de todo o nada para el ministro. La guerra en Ucrania ha creado una nueva dinámica y ha favorecido una nueva proximidad con la política europea. Para Suiza es una oportunidad que no puede perder.  

Sobre todo, se mejoraron las relaciones con Alemania, que con Ursula von der Leyen preside la Comisión de la UE. Este avance en las relaciones bilaterales se traduce de forma ejemplar en el expediente relativo a la política de asilo. Cuando en los últimos meses el número crecientes de inmigrantes ha suscitado en Europa ciertas animosidades hacia Suiza, a la que se le hizo el reproche de “dejar” que los inmigrantes crucen la frontera comunitaria, se volvió a distender la situación en noviembre, después de que Alemania y Suiza aprobaran un Plan de acción conjunto con el objetivo de luchar contra el tráfico ilícito de migrantes y de expulsar sistemáticamente a los trabajadores migrantes a sus respectivos países.

Solo en el mes de septiembre, Suiza registró 2 700 solicitudes de asilo. La última vez que se registraron tantas solicitudes en un mes fue durante la crisis migratoria de 2015-2016. Suiza ha llegado al tope de sus capacidades en materia de asilo, también por haber acogido a cerca de 70 000 refugiados ucranianos que han solicitado el estatus de protección ‘S’. La situación es tal que el tema también puede llegar a tener cierta fuerza explosiva en política interior. Sobre todo, la UDC, formación de la derecha conservadora, podría caer en la tentación electoralista de sacar partido del tema de los flujos migratorios en este año electoral. Es uno de los posibles escenarios que se están barajando y que el próximo 22 de octubre podría provocar hondas fisuras en el sistema político.

Adaptado del alemán por Antonio Suárez

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