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Repensar la minería artesanal de cobalto en la República Democrática del Congo

mujeres en las minas de cobalto del Congo
Mineros y mineras trabajan codo a codo en la concesión de Mutoshi, en la República Democrática del Congo (diciembre de 2022). Courtesy of Dorothée Baumann-Pauly

La formalización de la minería artesanal ofrece la mejor oportunidad para terminar con las violaciones de los derechos humanos y el trabajo infantil en la cadena de suministro de cobalto, afirma experta suiza en la materia.

Las minas a pequeña escala en la República Democrática del Congo (RDC) son una parte integral de la extracción de cobalto. Esto suele implicar enviar hombres (e incluso niños) en chanclas y por túneles precarios, para llegar al metal estratégico considerado vital para la transición energética verde del mundo. De vuelta en Suiza, luego de un arduo viaje para hablar con mineros artesanales en la nación africana, Dorothée Baumann-Pauly tiene muy claro lo que se necesita cambiar.

La directora del Centro de Ginebra para las Empresas y los Derechos Humanos afirma que las compañías deben incluir en su cadena de suministro a los mineros artesanales, especialmente a las mujeres, en lugar de excluirlos. Se trata de un planteamiento que el operador suizo de materias primas Trafigura ha probado con cierto éxito. Sin embargo, la mayoría de las empresas se están moviendo en la dirección opuesta: abastecimiento de minas industriales en un esfuerzo por mantener una reputación limpia y cumplir con los requisitos de diligencia debida.

No obstante, alrededor del 10% del cobalto mundial procede de pequeñas minas de la RDC. “La minería artesanal a pequeña escala (ASM, por sus siglas en inglés) es una realidad comercial”, explica Baumann-Pauly a SWI swissinfo.ch. “La mayoría de las empresas excluyen contractualmente el abastecimiento de cobalto de los yacimientos de ASM, pero esto no significa que no forme parte de su cadena de suministro. Si vas a Kolwezi [la ciudad rica en cobalto], en la República Democrática del Congo, ves cuántas intersecciones hay entre la minería industrial y la artesanal”.

El cobalto es una materia prima esencial para las baterías que alimentan teléfonos celulares, computadoras y vehículos impulsados a energía eléctrica. Las ventas de estos autos en las regiones clave de China, Estados Unidos y Europa están en alza. Esa tendencia se refleja en Suiza, donde uno de cada cuatro coches nuevos comprados en 2022 fue100% eléctrico o un modelo híbrido con enchufe para recarga.

Nueve de las mayores minas de cobalto del mundo están en la RDC. El 70% del cobalto, un subproducto del cobre o el níquel, procede de este país. La extracción de cobalto puede ser artesanal o industrial. La ASM se lleva a cabo manualmente y supone una manutención para las comunidades locales. La minería a gran escala (large-scale mining o LSM) utiliza métodos de extracción mecánicos que ahora son el enfoque a seguir por las grandes empresas internacionales, como la suiza Glencore.

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Riesgos para la reputación

En 2021, la empresa matriz de Google, Alphabet, Apple, Dell, Microsoft y Tesla lograron eludir una demanda colectiva que reclamaba la responsabilidad de los gigantes tecnológicos por el supuesto uso de mano de obra infantil en el Congo para extraer cobalto. Pero la publicidad negativa ayudó a cimentar la preferencia por abastecerse de cobalto exclusivamente en minas industriales para evitar riesgos para su reputación.

El fabricante de vehículos eléctricos Tesla, por ejemplo, recurrió a Glencore -el mayor productor industrial de cobalto del mundo- para obtener el metal de Katanga, en el sureste del país. Tesla afirma que no se abastece de cobalto ASM. Al igual que muchas otras empresas que esperan no perder el favor de los consumidores y de los requisitos de diligencia debida que se están incorporando a las legislaciones nacionales.

Europa ha liderado la imposición de requisitos obligatorios de diligencia debida que ya son ley en Alemania y Francia, entre otras naciones europeas. En 2020, los votantes suizos rechazaron una iniciativa constitucional popular que habría hecho a las empresas legalmente responsables de las irregularidades cometidas en el extranjero. Desde entonces, el Código Penal y el Código de Obligaciones suizos se han modificado para introducir requisitos generales de presentación de información sobre cuestiones medioambientales, sociales y de gobernanza para empresas con al menos 500 empleados y una facturación mínima de 40 millones de francos suizos (43 millones de dólares).

“La salvaguarda contractual [contra el cobalto de ASM] es la forma en que las empresas siguen operando con un ojo abierto y otro cerrado”, asegura Baumann-Pauly. “Saben que no pueden descartarlo, pero contractualmente se protegen. Es deshonesto”.

Las empresas no lo pueden obviar porque, sobre el terreno, la línea entre el cobalto extraído artesanalmente y el extraído industrialmente es, en el mejor de los casos, difusa. En la RDC las explotaciones mineras a gran escala coexisten con explotaciones mineras artesanales o informales a pequeña escala en la región de Kolwezi y la exuberante Katanga. La mezcla puede producirse in situ. O en las refinerías del país y de China, donde el cobalto de ASM y LSM no se separan.

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Comprobando la realidad

Se trata de un paisaje que Baumann-Pauly conoce muy bien. Entre diciembre y enero se reunió con representantes de la sociedad civil congoleña en Ginebra y en la República Democrática del Congo, realizó una visita de campo a las concesiones mineras en la RDC y participó en reuniones a puerta cerrada con representantes de la industria del cobalto en el encuentro anual del Foro Económico Mundial (WEF) en la localidad suiza de Davos. Su objetivo es encontrar soluciones al antiguo problema de derechos humanos asociado con la extracción de cobalto en el país africano.

Llegar a las minas de cobalto de la RDC no es tarea fácil. El viaje que realizó en diciembre tardó seis meses en prepararse. Trafigura ayudó con la logística y la experta siguió adelante con la visita a pesar de las advertencias sobre el alto riesgo de secuestro. Voló de Lubumbashi (la segunda ciudad más grande del país) a Kolwezi en un avión de 12 plazas porque lo consideró más seguro que ir por carreteras construidas en China. En su equipaje llevaba baterías porque no había electricidad en el hotel local.

¿Su misión? Determinar qué fue de los mineros que habían trabajado en la concesión de Mutoshi. En 2018, Trafigura estableció un proyecto piloto para mejorar las condiciones de trabajo de los mineros y vincularlos con el mercado global. Hecho en colaboración con el operador de minas Chemaf, una empresa minera local, y la ONG Pact, una organización mundial centrada en el desarrollo, su objetivo era ayudar a 5 000 mineros informales que trabajaban en condiciones tan lamentables que las muertes ocurrían semanalmente.

“Desde el punto de vista de la investigación, es un escenario único porque la comunidad minera de Mutoshi es muy estable”, sostiene. “Puedes hablar con gente que ha vivido la minería antes, durante y después de la formalización”.

La formalización significó un acceso controlado al sitio de la mina por parte de los socios involucrados en el proyecto, operaciones a cielo abierto, capacitación y estándares más altos de salud y seguridad. Mutoshi, recuerda, era un lugar muy ordenado la última vez que lo visitó en 2019. Todos los mineros llevaban botas, cascos y equipos de protección. Lo que encontró en diciembre fue un paisaje totalmente diferente: personas sumidas en una pobreza acuciante, que apenas ganan más de 1 dólar por día, lo que no es suficiente para que las familias escolaricen a sus hijos.

manos llenas de cobalto
Un minero muestra cobalto recién extraído en la concesión de Mutoshi, en la República Democrática del Congo (diciembre de 2022). Courtesy of Dorothée Baumann-Pauly

Muchos mineros trabajaban descalzos o en chanclas. Ya no tienen la posibilidad de almacenar mineral hasta que suban los precios para negociar un mejor trato con la empresa propietaria de la concesión. En lugar de ello, ahora dependen de los términos establecidos por una empresa intermediaria china que opera ilícitamente en la concesión y les vende a las compañías procesadoras de cobalto más grandes en China, el mayor importador de cobalto del mundo

Lo que una vez se presentó como un proyecto perfecto se detuvo abruptamente a finales de 2020. Los sitios mineros de todo el mundo detuvieron o redujeron las operaciones al mínimo porque se consideraban un punto peligroso para la propagación de Covid-19.

“Con el inicio de la pandemia de COVID los socios del proyecto decidieron cerrar la mina formalizada”, explica Baumann-Pauly. “Pero el cierre no significó que las actividades mineras se detuvieran en el sitio. Pocos días después los mineros descubrieron cómo ingresar al yacimiento y continuar extrayendo. En algún momento la valla fue derribada. La minería continuó.”

Uno de los momentos más destacados de su reciente viaje a Kolwezi fue una parada en el Café Matinal, un club de mujeres creado por la cooperativa Comiakol que sigue celebrando reuniones semanales. Las mujeres recordaron el proyecto de formalización, tanto cuando los mineros podían trabajar a cielo abierto en lugar de cavar túneles, como los buenos viejos tiempos en los que podían trabajar con seguridad y llegar a fin de mes.

Las mujeres ya no pueden extraer tanto como antes. En ausencia de excavadoras mecánicas, necesarias para mantener las explotaciones a cielo abierto pero demasiado caras para la cooperativa local y los túneles peligrosos, de unos 30 metros de profundidad, vuelven a ser la norma. De difícil acceso y complicados para respirar, son utilizados principalmente por hombres. En diciembre de 2022, unos 300 menores de edad también trabajaban en el lugar, principalmente clasificando escombros y ayudando con el transporte de cobalto.

“La producción ha disminuido tan significativamente que, aunque el precio del cobalto es mucho más alto que en 2019, ganan mucho menos”, afirma Baumann-Pauly. “Ganan demasiado poco como para enviar a sus hijos a la escuela”.

El jefe de responsabilidad corporativa de Trafigura, James Nicholson, dice que la compañía terminó el proyecto Mutoshi con gran pesar. Contó que parecía el curso de acción más sensato para evitar brotes de COVID. Para compensar, Trafigura financió otras opciones generadoras de ingresos para la comunidad, incluida la fabricación de jabón, máscaras faciales y estaciones de lavado de manos durante la pandemia. También apoyó la creación de pequeñas empresas.

“Nada fue tan impactante como el proyecto de formalización que desarrollamos con el gobierno de la RDC, Chemaf y [ONG] Pact”, asegura.

Aun así, no hay planes para relanzar el proyecto piloto en Mutoshi. Trafigura, asevera, actualmente no se abastece de cobalto extraído artesanalmente del país africano. Eso puede cambiar en el futuro, ya que ha firmado un acuerdo comercial con Entreprise Générale du Cobalt (EGC), una empresa estatal monopólica lanzada en 2020 con el derecho de comercializar todo el cobalto que no se extrae industrialmente.

En línea con Baumann-Pauly, Nicholson cree que la minería artesanal es una parte importante de la cadena de suministro de cobalto que no va a desaparecer. Lo que ayudó a que el proyecto Mutoshi tuviera éxito fue la presencia del mercado. Los compradores internacionales, las grandes marcas y las empresas de electrónica estaban dispuestos a abastecerse de cobalto del proyecto porque se asociaba a un impacto social beneficioso, sostiene.

Minas de cobalto en la RDC
Un cartel en el exterior de la concesión de Mutoshi desalienta la extracción a menores y mujeres embarazadas, así como el transporte de cargas pesadas (diciembre de 2022). Courtesy of Dorothée Baumann-Pauly

El futuro de la formalización

La subsistencia de millones de personas depende de la explotación del cobalto en la RDC. La provincia de Lualaba, donde se encuentra la concesión de Mutoshi, alberga a unos 200 000 de los aproximadamente 500 000 mineros artesanales del país. El núcleo familiar típico en la nación africana está formado por entre cinco y siete personas. Y los que obtienen ingresos suelen mantener también a miembros de la familia extendida.

Luc Assosa, director del programa de la ONG Pact en la RDC, sostiene que la gente está muriendo de nuevo. Ha habido al menos siete muertes desde que terminó el proyecto. “Los mineros están trabajando con el miedo atenazando sus estómagos”, asegura. “En cualquier momento puede haber un colapso [de los túneles de la mina]”.

La responsabilidad de organizar el sector minero recae en el gobierno del país. Pero las empresas internacionales y las ONG tienen un papel que desempeñar en la mejora de las condiciones. “Tenemos que apoyar actividades que conduzcan a la formalización para que sea una situación beneficiosa para toda la cadena de suministro”, afirma Assosa. “De lo contrario, las personas son abandonadas para trabajar en condiciones terribles de esclavitud moderna. El modelo de laissez-faire [NR: expresión francesa, política económica liberal, que se opone a la intervención del Estado] ha resultado en explotación”.

Baumann-Pauly comparte esa visión y quiere dirigir la industria del cobalto hacia lo que ella considera soluciones viables. A altas horas de la noche, escribe las lecciones aprendidas del proyecto piloto Mutoshi y las recomendaciones para garantizar que se respeten los derechos humanosEnlace externo en todas las operaciones mineras de cobalto en la República Democrática del Congo.

Si bien critica a Trafigura por no tener un plan de salida adecuado en relación con el proyecto Mutoshi, no lo considera un fracaso. Para ella el proyecto ofrece un modelo para copiar y escalar.

“La formalización funcionó”, asegura. “Hay un legado de la formalización: los mineros quieren recuperar las botas. Quieren a las mujeres en el lugar. Todas estas cosas están ahora arraigadas”.

Adaptado del inglés por Norma Domínguez

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