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Suiza puede hacer mucho más por la soja sostenible

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Suiza importó 260 000 toneladas de soja en 2019. Keystone / Andre Penner

El país alpino es la cuna de la industria de la soja sustentable. Pero su impacto mundial seguirá siendo limitado si los gigantes empresariales dedicados al comercio de materias primas no se suman a los esfuerzos.

El año 2020 quedará grabado en la historia colectiva por las razones equivocadas. Pese a ello, siempre es posible celebrar algo, en este caso, en el mundo del desarrollo sustentable. Fundada en 2010 para apoyar el desarrollo de cultivos de soja sostenible, la Red Suiza para la SojaEnlace externo festeja su primera década de existencia.

Aunque su creación se formalizó hace 10 años, su historia comenzó antes. En 2004, la cadena suiza de supermercados Coop unió fuerzas con WWF Suiza y ProForest para el desarrollo de los llamados ‘Criterios de Basilea para el cultivo responsable de la soja?. Por primera vez se definían los criterios mínimos necesarios para que la producción de soja fuera considerada como responsable en materia ambiental, social y económica.

Este fue un momento importante para un movimiento que busca una producción de soja sustentable, ya que la producción de este insumo crecía rápidamente en el mundo, pero deforestando, sin respeto a los derecos de la tierra o utilizando pesticidas indiscriminadamente. Fueron pues la conciencia de los consumidores y las cruzadas activistas las que condujeron a productores y empresas comercializadoras a cambiar las reglas del juego.

“Las empresas responsables que compran soja y productos derivados de la soja quieren asegurarse de que el producto no tiene un impacto negativo (en términos sustentables) y los productores responsables, por su parte, también experimentan la necesidad de mostrar a los clientes que actúan responsablemente”, explica un reporte sobre el tema publicado en 2004.

Los criterios de Basilea sentaron bases y permtieron la creación de la Mesa Redonda de la Soja Responsable (RTRS, en sus siglas en inglés) en Zúrich en 2006.

Ese mismo año, por primera vez en la historia, Suiza importó 1 000 toneladas de harina de soja certificada. Y ya en 2010, como se dijo, nació formalmente la Red Suiza de la Soja que actualmente tiene 29 miembros, como los supermercados Migros, Coop, Denner y Lidl, la Unión Suiza de Agricultores, la Asociación Suiza de Fabricantes de Alimentos para Animales y WWF Suiza.

Elevando los estándares

De acuerdo con la Red Suiza de la Soja, Suiza importó alrededor de 260 000 toneladas de soja en 2019. La mitad provenía de Europa; la otra mitad, de Brasil. Alrededor del 95% de la soja importada es producto de cultivos sostenibles, según la Red Suiza de la Soja.

Un estudio solicitado por la Oficina Federal de Medio Ambiente (OFMA) a la Universidad de Agricultura, Silvicultura y Alimentación de Berna demostró crear criterios de sostenibilidad tuvo un impacto positivo.  Según el estudio, los estándares establecidos por Proterra y la Mesa Redonda de la Soja permitieron que las importaciones de esta leguminosa a Suiza provengan de zonas libres de deforestación, de condiciones de trabajo abusivas y garantizan que no existan conflictos con las con las comunidades locales.

Según el estudio, los productores brasileños y las compañías agrícolas internacionales han respondido positivamente a la demanda suiza de una soja sostenible y están realmente ofreciendo soja certificada y sin transgénicos.

Lo anterior demuestra que Suiza puede influir en la cadena global de suministros a pesar de su baja cuota de mercado, dicen los investigadores. Por ello, aconsejan a la Red fortalecer aún más los estándares para las importaciones y compartir su experiencia con otros países europeos para que la soja certificada sostenible tenga mayor aceptación.

Críticas

Sin embargo, no todo mundo está de acuerdo con la afirmación de la Red Suiza de la Soja en el sentido de que 95% de las importaciones suizas de soja provengan de cultivos realmente sustentables.

“Es poco probable (el dato). Tal vez las cifras sean posibles en sí mismas, pero (sería cuestionable) la definición o los criterios de sustentabilidad que se están tomando como referencia”, dice Silvie Lang, especialista en materias primasEnlace externo de la oenegé suiza Public Eje. Según Public Eye, la Mesa Redonda de la Soja Responsable tiene dos criterios para extender un certificado de sostenibilidad de la soja. El primero es la segregación, es un sistema de certificación de altos estándares que exige separar la soja sostenible de la convencional a lo largo de too el proceso de producción, desde los cultivos hasta que el producto está listo para su venta. El segundo es es el balance de masa, mucho menos costoso. En este caso, la soja sustentable se mezcla con otra que no lo es, pero se asegura siempre que la mezcla sea preponderantemente sustentable (80%, por ejemplo). Pero no es claro qué proporción de las importaciones suizas está certificada por segregación y cual por balance de masa.

Otra crítica se relaciona con  el uso de pesticidas. Según Silvie Lang, la mayor parte de los pesticidas usados en Brasil se dirigen hacia cultivos de soja, maíz y caña de azúcar. En el 2017, los pesticidas aplicados a la soya representaron el 52% de las ventas de pesticidas en el país. El paraquat, altamente peligroso y prohibido en más de 50 países, también está prohibido por la RTRS, pero existe una cláusula de exención en el estándar de certificación que permite su uso.

“Mientras el Paraquat y otros pesticidas altamente peligrosos sean consentidos por la RTRS, la soja no puede considerarse sostenible”, dice Silvie Lang.

También extern un cierto escepticismo sobre las afirmaciones del estudio en el sentido de que la demanda suiza de soja sostenible estaría influyendo en las cadenas de suministro mundiales. Lang lo atribuye a la presión de la Unión Europea, que tiene mucho más poder adquisitivo que Suiza. Pero destaca que un área donde Suiza sí tiene oportunidad de hacer una diferencia global es logrando que las empresas dedicadas a los productos básicos con sede helvética, que comercializan millones de toneladas de soja en los mercados mundiales, insistan en privilegiar la comercialización de una soja sostenible.

“Suiza es uno de los mayores, si no es que el principal, centro de comercio a gran escala de materias primas (que incluyen blandas, como los productos agrícolas; y duras, como los metales). Por lo tanto, su influencia en los mercados de productos sostenibles podría ser mucho, pero mucho mayor (si logra el compromiso de las empresas con sede en Suiza) que exclusivamente a través del impacto que generan las importaciones de productos sustentables”, concluye Lang.


Andrea Ornelas

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