EI asedia ciudad clave de Siria pese a bombardeos del régimen

El grupo Estado Islámico (EI) llevó a cabo numerosos ataques este viernes contra el ejército sirio en Hasaka (noreste), que podría convertirse en la segunda capital provincial en caer en manos de los yihadistas.
Desde el 30 de mayo, el EI trata de hacerse con la ciudad de Hasaka, controlada por el momento por las fuerzas kurdas y el régimen.
El ejército sirio leal al presidente Bashar al Asad controla los suburbios del sur de Hasaka y «sigue movilizando» refuerzos, afirmó a la AFP Rami Abdel Rahman, el director del OSDH, con sede en Gran Bretaña.
Varias familias de esos barrios huyeron hacia los sectores kurdos en el norte y el oeste de la ciudad.
«Por el momento los kurdos no participan en los combates porque la batalla no ha llegado hasta su sector», agregó el director del Observatorio Sirio de los Derechos Humanos (OSDH).
La conquista de esa ciudad le permitiría al EI controlar una segunda capital de provincia en Siria después de Raqa (norte), su bastión en los extensos territorios que domina en el norte y el este del país.
De caer en manos yihadistas, se convertiría en la tercera capital de provincia perdida por el régimen de Damasco, después de que Al Qaida y grupos rebeldes le arrebataran Idleb (noroeste).
– 100 muertos en 48 horas –
En otras partes del país, el régimen siguió con los bombardeos, calificados por el OSDH de campaña aérea «punitiva» contra los civiles en zonas controladas por los rebeldes.
Gran parte de estas personas murieron en la provincia de Alepo (norte), controlada en su mayoría por los rebeldes.
El Consejo de Seguridad de Naciones Unidas denunció la nueva ola de bombardeos con barriles explosivos y condenó la «violencia contra civiles», en un momento en que el ejército sirio recurre de forma continuada a este tipo de armamento en territorios controlados por los rebeldes, y que ya ha dejado más de 100 muertos en las últimas 48 horas, según el OSDH.
Según el Observatorio, el régimen usa esos barriles para castigar a los civiles que viven en las zonas rebeldes, tras las pérdidas que sufrió en los últimos meses, sobre todo en el norte del país, donde la rama siria de Al Qaida y grupos rebeldes aliados conquistaron varias ciudades en la frontera con Turquía.
En declaraciones a la televisión, un aliado de Asad, el líder del Hezbolá libanés, Hasan Nasralá, afirmó que sus combatientes habían logrado reconquistar «decenas de kilómetros cuadrados» en la región montañosa de Qalamun, de unos 1.000 km2 repartidos a ambas partes de la frontera entre Siria y Líbano.
«La próxima batalla será contra el EI. Ese grupo (…) constituye una amenaza para la existencia de Líbano», puntualizó.
En lo que respecta al vecino Irak, el presidente estadounidense Barack Obama se reunirá con el primer ministro Hader al Abadi en Alemania, adonde concurre para participar en la cumbre del G7 que se inicia el domingo.
En el terreno, los yihadistas recurren cada vez más a coches o camiones llenos de explosivos, lo cual les permitió, por ejemplo, conquistar Ramadi, la capital de la provincia occidental de Al Anbar.
Ante la tardanza de las fuerzas iraquíes de lanzar la contraofensiva para recuperar la ciudad, Abadi reconoció que entrar en Ramadi era arriesgado precisamente por esos «camiones bomba».
Frente a las críticas sobre la estrategia de la coalición para frenar el avance del EI tras la pérdida de Ramadi, Washington defendió el balance de la campaña de bombardeos iniciada en septiembre de 2014.
No obstante, los yihadistas siguen avanzando. Así, el EI disparó el viernes 40 cohetes contra un barrio residencial de la localidad de Amriyat al Faluya, a 30 kilómetros de Bagdad, que sigue bajo control de las fuerzas gubernamentales, hiriendo a seis mujeres y cuatro niños.