Filipinas vota polarizada en torno a Marcos
Federico Segarra
Manila, 6 may (EFE).- La probable vuelta al poder de la dinastía Marcos a la presidencia tras las elecciones del 9 de mayo ha polarizado Filipinas, mientras han quedado en un segundo plano problemas acuciantes como la inflación desatada, el alto desempleo y el estancamiento económico fruto de la pandemia.
A tres días de los comicios, todo parece indicar que «Bongbong” Marcos, el hijo del dictador Ferdinand Marcos (1965-1986), se hará con la presidencia y sustituirá al polémico Rodrigo Duterte . La última encuesta publicada este jueves muestra una intención de voto para Marcos Jr. del 57 por ciento.
En su posición de favorito indiscutible, Marcos ha mantenido un perfil bajo durante la campaña, no ha participado en los debates y ha dado contadas entrevistas en las que insiste en una vaga idea de unidad nacional. Poco se sabe de sus propuestas concretas para el país, a parte de crear empleo e invertir en infraestructuras, en línea con las políticas de Duterte.
Sus seguidores no lo cuestionan. «Marcos quiere lo mejor para Filipinas, para que volvamos a brillar», cuenta Boy George, albañil de 25 años, mientras descansa en una silla de plástico en Pembo, un suburbio del distrito de Makati, en el sureste del área metropolitana de Manila.
Cerca de alli, Irving R., de 36 años, aparca los coches enfrente de un centro comercial. “Bongbong quiere a los filipinos, quiere a este país. Creo que es real, y su padre fue un buen presidente”.
RECHAZO
Este apoyo visceral contrasta con el fuerte rechazo que el candidato genera en una parte de la población del país ante la idea de que la corrupta dinastía vuelva al poder.
La familia Marcos en 1986 huyó del país a su exilio de Hawai tras una revolución popular pacífica que terminó derrocando al dictador, quien falleció en la isla estadounidense tres años después de su huida.
Investigaciones posteriores desvelaron que durante los años de la Ley Marcial impuesta por Marcos (1972-1981), al menos 3.257 personas acusadas de disidencia fueron ejecutadas de manera sumaria, miles fueron torturadas y unos 10.000 millones de dólares fueron robados al erario público, según cifras de la Comisión del Buen Gobierno, un organismo nacional creado para recuperar los fondos usurpados.
Melanie Rodriguez, manileña de 51 años, toma un café en un Starbucks situado en una zona de edificios modernos y oficinas, en el barrio adinerado de Fort Bonifacio. “Si quieren la vuelta a los tiempos oscuros y la corrupción descontrolada, adelante, que voten por Marcos”, dice al ser preguntada por el apoyo casi unánime a Marcos entre la clase trabajadora urbana.
La oposición a Marcos Jr la ha aglutinado principalmente la candidata Leni Robredo, actual vicepresidenta y abogada de derechos humanos, que con una agenda más feminista, centrada en combatir la corrupción, impulsar la educación pública y reducir la pobreza contaría con un 25 por ciento de los votos, según los últimos sondeos.
En un mitin electoral de Robredo a finales de abril a las afueras de Manila, donde miles de jóvenes voluntarios -muchos de ellos del colectivo LGTBI- se volcaban con la candidata progresista, Jazz Armiento, una estudiante de 21 años de Pampanga (norte de la isla de Luzón), destacaba la “limpieza de su historial” político.
“Si sale elegida, acabará con la corrupción y ayudará a los pobres, en necesario que la votemos para salvarnos de los Marcos”, declaraba Armiento con gesto enérgico y decidido.
Tanto la edad de los votantes, que en su mayoría no había nacido durante los años duros de la dictadura o eran demasiado jóvenes para recordarlo, como su nivel económico y educativo son determinantes a la hora de este posicionamiento que divide a Filipinas de cara a unos comicios en los que más de 67 millones de los 108 millones de filipinos están registrados para votar.
“Las diferencias en las preferencias por estratos socioeconómicos son evidentes”, comenta a Efe Dean Dela Paz, periodista veterano y experto en política nacional, quien explica que el apoyo a Marcos se concentra de modo abrumador entre la población con menores niveles de estudios, mientras que Leni Robredo despierta simpatías especialmente entre la minoría más formada del país.
PREOCUPACIÓN ECONÓMICA
La figura polarizante de «Bonbong» Marcos ha relegado durante la campaña a un segundo plano los problemas económicos derivados de la pandemia – Filipinas sufrió uno de los encierros más largos del mundo – y de una inflación galopante, que afecta al precio de los carburantes y se traduce en un incremento que ronda el 10 % en los precios del transporte en el primer trimestre del año, según el Gobierno.
“Para pagar el alquiler del día de taxi (unos 19 dólares) antes necesitaba cuatro o cinco viajes. Ahora hay días que no gano dinero”, protesta el taxista Jomar R. (54 años) en el distrito manileño de Pasay, donde dice que se le hace cada vez más difícil seguir viviendo.
“Necesitamos empleos, (…) tres de mis cuatro hijos están el extranjero”, cuenta Ninfa Nogales, una empleada del hogar de 44 años, que admite con resignación que se abstendrá en las elecciones del lunes porque «nunca cambia nada”. EFE
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