¿Héroe o villano? La inteligencia artificial entra de lleno en la COP30 de Belém
Carlos Meneses
Belém (Brasil), 11 nov (EFE).- ¿Amenaza para la sostenibilidad o aliada contra el calentamiento global? La inteligencia artificial (IA) ha irrumpido con fuerza en los primeros debates de la trigésima cumbre climática mundial de Belém (COP30), en la Amazonía brasileña.
En los dos primeros días de conferencia ha habido por lo menos una decena de mesas redondas sobre cómo aplicar todo el potencial de la IA en favor de la lucha contra la emergencia climática, pero también sobre sus impactos en el medioambiente, que no son pocos.
El interés por esta nueva y revolucionaria herramienta ha crecido con respecto a la COP29 de Bakú, donde apenas se abordó. La inversión también se ha disparado.
En 2024, el gasto global en IA llegó a los 250.000 millones de dólares, según datos divulgados este martes por Vishal Jain, que lidera un equipo llamado ‘GreenMind’, encargado de medir la huella ecológica de las herramientas de inteligencia artificial.
«La IA está en todas partes. Su crecimiento es explosivo, y detrás de todo esto siempre hay un aspecto climático relacionado con su huella —ya sea de carbono, de energía o de agua— del que la mayoría de las personas no son conscientes», explica a EFE este especialista nacido en la India.
Y es que cada «interacción» con Gemini, ChatGPT o DeepSeek, «sea cual sea su propósito, genera un impacto negativo en el medioambiente».
Los centros de datos necesitan estar refrigerados y, para ello, consumen grandes cantidades de agua.
Uno de gran tamaño puede consumir hasta 5 millones de galones de agua (casi 19 millones de litros) al día, el equivalente al uso de agua de una ciudad de entre 10.000 y 50.000 habitantes, según cálculos del Instituto de Estudios Ambientales y Energéticos (EESI, por sus siglas en inglés), fundado por congresistas estadounidenses en 1984.
Falta de transparencia
Y aún peor, no existe a día de hoy un patrón estándar para medir el impacto de estas instalaciones. Cada empresa tiene su propia metodología y publica los datos que le convienen.
«No hay estandarización, falta transparencia. Este ámbito está evolucionando muy rápido, tan rápido que, en efecto, hoy no existe un estándar común», apunta Jain.
El capitán de ‘GreenMind’ ha desarrollado una herramienta (SumEarth.AI) para unificar criterios y hacer «visible lo invisible», es decir, saber exactamente cuánto gasta cada IA en electricidad, agua o emisiones de carbono.
«La parte más difícil es hacer entender a la gente que esto importa», añade.
Jain ha compartido este martes una mesa redonda con representantes de grandes tecnológicas como Huawei y Google.
Adam Elman, director de Sostenibilidad de Google en Europa, Oriente Medio y África, señala que la compañía está investigando qué cambios necesitan sus herramientas de inteligencia artificial para volverlas más eficientes, un movimiento que califica de «estratégico».
A su lado, Paolo Gemma, experto senior de Huawei, ha defendido una «solución para todas las empresas» a fin de reducir las emisiones y el consumo de energía de la IA y eso pasa, en su opinión, por un diálogo franco entre las propias tecnológicas.
Usar la IA para reducir su propia huella
No obstante, Rob McGreevy, director de Producto de Aveva, que impulsa soluciones de software para las diferentes cadenas de una empresa, ha apostado por usar la propia IA para frenar el despilfarro de energía y agua.
Comenta que determinados modelos de inteligencia artificial pueden ayudar a reducir el consumo, lo que permite reducir costes y beneficiar a la naturaleza, algo que ya ha funcionado en la industria manufacturera.
En la misma línea, la presidencia brasileña de la COP30 presentará el Instituto de Inteligencia Artificial para el Clima, una iniciativa global que servirá para capacitar a personas e instituciones en países en desarrollo sobre cómo aplicarla en acciones climáticas.
La agricultura también puede verse beneficiada. Brasil, Emiratos Árabes Unidos y la Fundación Gates anunciaron el lunes una inversión de 2.800 millones de dólares y el lanzamiento de un modelo de IA de código abierto para el sector, con el objetivo de formar a 100 millones de agricultores hasta 2028. La IA ha venido para quedarse. EFE
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