
Japón, del tabú al dilema nuclear
Antonio Hermosín Gandul
Tokio, 4 ago (EFE).- Japón, el único país que ha sufrido ataques atómicos de los que se cumplen 80 años esta semana, aplica desde hace décadas una política de rechazo total a estas armas, pero el debate sobre esta postura ha dejado ya de ser un tabú debido al aumento de las tensiones globales.
El país asiático se atiene a los «tres principios no nucleares», que consisten en no producir, no poseer y no permitir armas nucleares en su territorio, que han sido respetados por todos sus Ejecutivos desde que fueron declarados en 1967 por el entonces primer ministro Eisaku Sato y posteriormente ratificados por el Parlamento.
En la actualidad, la mayoría de los partidos políticos nipones, incluidos el gobernante Partido Liberal Democrático (PLD) de Shigeru Ishiba, siguen adhiriéndose a estos principios y no hay señales que apunten a un giro drástico en la postura oficial.
Sin embargo, el entorno de seguridad más hostil que rodea al archipiélago debido a la guerra de Ucrania, al auge militar de China y los avances nucleares de Pionyang han hecho que durante los últimos años se haya abierto el debate político sobre la posibilidad de albergar bombas atómicas estadounidenses o mantener la capacidad técnica para desarrollar este tipo de armamento.
El fin del tabú nuclear
Poco antes de convertirse en primer ministro el pasado octubre, el propio Ishiba abogó por la creación de una «OTAN asiática» con la que Estados Unidos pudiera compartir sus armas nucleares, o incluso capaz de desarrollar su propio armamento atómico, en respuesta a la amenaza que supone el estrechamiento de lazos militares entre Rusia, China y Corea del Norte.
Pero Ishiba, aunque insistió en esa potencial versión asiática de la alianza atlántica durante su campaña para las primarias del PLD, pareció enterrar esa idea tras llegar al poder.
El ex primer ministro Shinzo Abe (2012-2020), la figura más influyente del partido gobernante nipón de las últimas décadas, también afirmó en 2022 -el mismo año en que fue asesinado- que Tokio debería contemplar la opción de compartir armas nucleares con Estados Unidos, como hace Washington con sus aliados en la OTAN, y dejar de considerar «un tabú» esa posibilidad.
El entonces líder japonés y predecesor del actual primer ministro, Fumio Kishida, rechazó esta idea, que también generó fuertes críticas de Pekín. El debate pronuclear en Japón no llegó a ganar tracción más allá de los círculos políticos más conservadores o del ‘brainstorming’ de Ishiba, pero el tabú ya estaba roto.
¿Más disuasión extendida?
Para la experta Kazuko Hikawa, es «poco realista» pensar que Japón pueda convertirse en una potencia nuclear a corto o medio plazo o que albergue armas de este tipo de Estados Unidos.
«¿Lo permitiría EE.UU., o lo permitiría China? No creo que Japón quiera exponerse a una situación que incremente la tensión con Pekín y con Moscú», señaló esta profesora del Centro de Investigación de la Universidad de Nagasaki para la Abolición de las Armas Atómicas, en un reciente encuentro con medios.
Hikawa considera que Tokio no cuenta con una «verdadera necesidad» para optar por esas vías atómicas, ya que está protegido bajo el paraguas nuclear de EE.UU., es decir, por su «disuasión extendida».
Japón y EE.UU., de hecho, vienen reforzando en los últimos años su diálogo sobre la aplicación de la «disuasión extendida», lo que incluye directrices oficiales, procedimientos intergubernamentales y otros protocolos confidenciales que incluirían por primera vez escenarios concretos para el uso de armas nucleares estadounidenses en caso de un conflicto en la región, según publicaron los medios nipones.
En este contexto, la antes citada experta calificó de «muy preocupante» la posibilidad de que la política de ‘America First’ de Donald Trump pueda afectar a la cobertura del paraguas nuclear de Estados Unidos para Japón.
La comprometida postura antinuclear de Tokio
Japón rechazó participar el pasado marzo como observador en la conferencia de la ONU sobre la Prohibición de Armas Nucleares, argumentando que ello enviaría un «mensaje equivocado» debido precisamente a su cobertura por la disuasión nuclear estadounidense.
Tokio ya se abstuvo de firmar el Tratado de Prohibición de Armas Nucleares, en vigor desde 2021, justificando que considera ineficaz esta iniciativa sin la participación de las principales potencias nucleares (Estados Unidos, Rusia y China).
La postura oficial del Gobierno nipón en este sentido es la de apoyar iniciativas que considere viables contra la proliferación nuclear y, al mismo tiempo, ser «realista» ante el empeoramiento del contexto de seguridad internacional.
La organización de supervivientes a los bombardeos atómicos Nihon Hidankyo, galardonada con el Nobel de la Paz en 2024, y los alcaldes de Hiroshima y Nagasaki han criticado la posición del Gobierno central y le han instado a sumarse al citado tratado. EFE
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