José Jerí, el presidente milenial de Perú y su guerra mediática contra el crimen
Algunos lo ven como un nuevo Nayib Bukele, pero él evita las comparaciones. Infatigable, se muestra de noche en un operativo en una cárcel o en la detención de delincuentes. Es José Jerí, el mediático presidente milenial de Perú que declaró la guerra al crimen.
Con 39 años y muy activo en redes sociales, Jerí era el presidente del Parlamento. Asumió interinamente el poder el 10 de octubre en reemplazo de Dina Boluarte, destituida en un juicio político en medio de masivas protestas por una ola de extorsiones y asesinatos a sueldo jamás vista en el país.
El impopular gobierno de Boluarte quedó marcado por su supuesta pasividad frente al avance del crimen. Enfrentó la ira de la Generación Z, un colectivo de jóvenes de entre 18 y 30 años que encabezaron las movilizaciones.
«Lo que estamos haciendo en este momento es, primero, combatir la delincuencia, lo que antes no se hacía, abordando el tema directamente. Estamos en la calle, en el campo», dice Jerí.
Este político conservador es el séptimo presidente que tiene Perú desde 2016, en una crisis permanente que hunde en el desprestigio a los poderes públicos.
Para algunos en la calle, hay un cambio. «Algo ha cambiado respecto al anterior gobierno al que no se le veía ni la sombra, que no dialogaba con nadie», señala a la AFP Carmen Zúñiga, de 50 años, que dirige comedores populares en Villa María del Triunfo, en el sur de Lima.
– ¿Estilo Bukele? –
Jerí ejercerá el cargo hasta julio de 2026, cuando asuma un nuevo presidente elegido en elecciones previstas para abril y a las cuales no puede presentarse.
Su mandato será corto. Pero Jerí busca aprovecharlo al máximo y desde el primer día comanda operativos mediáticos en cárceles de Lima, vistiendo siempre camisa blanca arremangada y gorra, su sello distintivo.
En los penales, restringió las visitas a los presos más peligrosos e impuso un «apagón eléctrico» para evitar el uso de celulares.
Y una madrugada supervisó el traslado de reclusos uniformados de blanco, agachados y con grilletes en manos y pies, una imagen que muchos asociaron a las políticas de Nayib Bukele.
El presidente salvadoreño le declaró la «guerra» a las pandillas en 2022 bajo un régimen de excepción que permite arrestos sin orden judicial. Aunque redujo los homicidios a mínimos históricos, grupos de derechos humanos denuncian que hay miles de inocentes tras las rejas.
José Jerí también decretó el estado de emergencia en Lima y en su puerto vecino Callao, para que los militares patrullen las calles y se puedan realizar detenciones sin orden judicial. Esta medida ya había regido bajo el gobierno de Boluarte.
«Me considero José Jerí, cada uno tiene su personalidad y estilo», dijo a la prensa sobre las comparaciones con su homólogo salvadoreño.
El endurecimiento de las políticas contra el crimen es uno de los clamores de los manifestantes que se han movilizado desde septiembre.
– «Medidas populistas» –
«La imitación de Bukele que hace Jerí puede dar resultados a corto plazo. Es una estrategia comunicacional acertada, pero va a generar muchas expectativas y estas se van a derrumbar por la ineficiencia de esa estrategia», dijo a la AFP el analista en seguridad Ricardo Valdés.
Según Valdés, director de la ONG Capital Humano y Social Alternativo, una mínima parte de la extorsión en Perú se realiza desde las cárceles y sólo el 3% de la población penal está condenada por este delito o por el sicariato.
Por lo pronto, Jerí recibe apoyo. Un 45% aprueba su gestión, contra un 42% que la desaprueba, según la firma Ipsos. Boluarte dejó el cargo con apenas 3% de apoyo y era considerada la mandataria más impopular del mundo.
El presidente interino se ha cuidado en no dar cifras sobre su estrategia contra el crimen. Lo suyo ante todo es la imagen.
«Lo que he visto son puras medidas populistas (…) No son eficaces porque siguen extorsionando y siguen matando», afirma el estudiante de ingeniería José Rodríguez, de 20 años, parte de la Generación Z.
A pesar del estado de emergencia que declaró Jerí, que también restringe el derecho de reunión, jóvenes y transportistas anunciaron nuevas movilizaciones contra la inseguridad.
La última gran movilización fue el 15 de octubre, convocada antes del ascenso del gobierno interino. Un manifestante murió y hubo un centenar de heridos, decenas de ellos policías.
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