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La ayuda al desarrollo en el futuro inmediato se diseñará sin Estados Unidos

Javier Otazu

Naciones Unidas, 27 jun (EFE).- La ayuda al desarrollo en el futuro inmediato se va a diseñar sin Estados Unidos, el único país que voluntariamente ha decidido ausentarse de la Conferencia de Sevilla que comienza el próximo lunes y en la que se trazará una hoja de ruta sobre el tema en un momento en que las promesas del 0,7 % del PIB ya parecen una quimera.

La caída de Estados Unidos de la cumbre y del consenso mundial sobre la cuestión no es baladí teniendo en cuenta que en 2023 -todavía durante el Gobierno de Joe Biden- EEUU aportó por sí solo un 40 % de la ayuda humanitaria global, según Naciones Unidas. Porcentajes parecidos se registraron en años anteriores.

El pasado 17 de mayo, en una reunión casi de trámite de un comité preparatorio para la conferencia de Sevilla en una sala de la ONU, un diplomático estadounidense de tercer rango llamado Jonathan Shrier, soltó la noticia: «Estados Unidos -dijo- no participará en la conferencia de Sevilla», y desgranó una serie de quejas que suponen el ABC del trumpismo.

Las objeciones de EEUU versan sobre el uso del «término género», al discutir distinciones de sexo; sobre los llamamientos a la transferencia de tecnología de países ricos a los pobres, «que no sean voluntarios o acordados mutuamente»; sobre el lenguaje utilizado en cuestiones comerciales, «que para nosotros no tiene relevancia», y sobre las propuestas relativas a la arquitectura de la deuda de los países que sobrepasen las líneas del FMI o el Banco Mundial, dijo Shrier.

Esas afirmaciones son coherentes con la línea del gobierno de Donald Trump, que desde su asunción cerró la mayor organización del mundo de ayuda exterior (USAID), retiró al país de la Organización Mundial de la Salud y puso en revisión obligatoria todos los fondos destinados a promover políticas inclusivas y a mitigar las discriminaciones por cuestiones de género o raciales.

Ayer, la vicesecretaria general de la ONU, Amina Mohamed, preguntada por la retirada de Sevilla, calificó de «lamentable que un importante Estado miembro se salga de la habitación cuando se discuten asuntos increíblemente importantes que afectan a miles de millones de personas», y hasta se permitió criticar ese boicot: «No es el camino correcto», dijo en un tono inusualmente crítico con Washington.

Pero Mohamed insistió en que no es la conferencia en sí misma, sino la retirada de los fondos al desarrollo lo que de verdad importa en el caso de Estados Unidos, y esta retirada, dijo: «ha sido catastrófica, con toda franqueza».

Ayuda humanitaria guiada por el ‘America First’

El Gobierno de Trump nunca ha ocultado su voluntad disruptiva con respecto a gobiernos anteriores, y que el principio de ‘America First’ (Estados Unidos primero) iba a guiar toda su política exterior y también la relativa a la cooperación internacional. Según la nueva doctrina sobre la cooperación internacional «cada dólar invertido debe hacer que EEUU sea un país más seguro, más fuerte y más próspero».

El secretario de Estado Marco Rubio llegó a decir que los 5.200 contratos cancelados a la USAID supusieron un ahorro de millones de dólares que «no habían servido, y en muchos casos habían dañado los intereses de Estados Unidos».

Sirva el ejemplo de Afganistán: esta misma semana, en una sesión del Consejo de Seguridad donde todos los miembros -China, Rusia, Pakistán o europeos- repitieron su exigencia a los talibanes de que levanten las restricciones a las mujeres, EEUU se desmarcó y dijo que para ellos las únicas prioridades son que el país deje de ser un refugio de terroristas y que termine para siempre la «diplomacia de los rehenes». Ni palabra sobre las mujeres.

Más allá de Afganistán, la retirada de EEUU como financiador global ha supuesto el fin de programas en Gaza -un proyecto de distribución de agua potable y medicinas-; en Colombia -lucha antinarcóticos y desarrollo alternativo-, o en Ucrania -mejora del sistema educativo en el país-.

En algunos ámbitos la tijera de EEUU ha llegado tan lejos que ha tenido que recular: así sucedió con el Plan de emergencia de la ONU sobre el sida, que al cancelarse abruptamente por los recortes de EEUU puso en peligro de muerte inmediata a más de viente millones de seropositivos en el mundo, hasta que Washington, alertado de la gravedad de las consecuencias, lo restableció a fines de enero. EFE

fjo/jlp

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