
Las floristas norcoreanas no descansan en el Día de la Mujer, pese a que sea feriado

En Corea del Norte, el Día Internacional de la Mujer es feriado, pero ningún florista, hombre o mujer, está dispuesto a dejar de trabajar.
En el puesto de flores Nº5 de una céntrica plaza de Pyongyang, los clientes no dejan de llegar, para comprar por 10.000 wons (alrededor de 1,10 euros al cambio actual) un ramo de rosas o de claveles, el regalo típico que se hace a las madres en Corea del Norte.
Desde fuera, nada distingue a este puesto de los demás. Sin embargo, el número 5 goza de una importante reputación en la capital norcoreana, donde se dice que allí se encuentran las flores más bellas y más variadas.
La mayoría de los clientes visita la tienda en busca de un regalo para su madre o para su esposa.
Nam Song Hak, un empleado, quiere regalarle flores a la que fue su tutora en la universidad.
«Dio lo mejor de sí para que alcanzáramos la excelencia», afirma el hombre, de 37 años, tras haberle comprado flores a su madre y a su esposa.
– Más libertad que los hombres –
«Gracias a sus esfuerzos y al caluroso amor del camarada mariscal Kim Jong Un, hoy puedo hacer una gran contribución a la sociedad», agrega. «No hay que olvidarse de sus profesores».
Los norcoreanos entrevistados en la calle suelen hacer gala, ante los medios extranjeros, de su lealtad total a las autoridades de Pyongyang.
Otro cliente encontrado en el mercado, el embajador de Rusia Alexander Matsegora, ha venido para comprar orquídeas para su esposa.
En Corea del Norte, el papel de las mujeres «no es diferente al que tienen en otras sociedades», afirma.
Sobre ellas recae buena parte de las tareas domésticas, y juegan un papel crucial en la cohesión familiar, añade.
Un día, el fundador del régimen norcoreano y abuelo del dirigente actual, Kim Il Sung, proclamó: «en nuestra sociedad, las mujeres son responsables de una de las ruedas de la revolución».
Los diccionarios norcoreanos recogen expresiones como «la mujer combatiente revolucionaria indomable» y frases como «si las mujeres se mantienen confinadas en casa y al margen del trabajo, no pueden beneficiarse de la revolución».
Aún así, la sociedad norcoreana no deja de ser profundamente conservadora y patriarcal, según especialistas en el país. Los estereotipos sobre los papeles distintos del hombre y la mujer siguen muy arraigados.
En la práctica, las norcoreanas suelen tener más libertad de movimiento que los norcoreanos, de los que se anota cualquier mínima ausencia al lugar de trabajo que se les ha asignado.
A causa de ello, la mayoría de los vendedores de los mercados informales que han emergido en los últimos años son mayoritariamente mujeres. Y éstas contribuyen de forma importante a los ingresos de sus familias.
Además, la mayoría de los ciudadanos que se fugan de su país en dirección a Corea del Sur son mujeres.
En un informe publicado en noviembre, basado en entrevistas con 54 tránsfugas norcoreanos, la organización Human Rights Watch afirmó que las mujeres, al ser capturadas, son sometidas a abusos sexuales de policías y de representantes de servicios del Estado.
HRW describió un panorama sombrío de violaciones y otros abusos cometidos por agentes de seguridad, como los guardias fronterizos, pero también por civiles que ocupan cargos de autoridad.
Pyongyang reaccionó airadamente al informe. La asociación norcoreana para los estudios sobre los derechos humanos, citada por la agencia oficial norcoreana KCNA, replicó que ese «grotesco» informe formaba «parte de un chanchullo político montado por las fuerzas hostiles […] para empañar la imagen de la RPDC» (República Popular Democrática de Corea, denominación oficial de Corea del Norte).