Luxemburgo rechaza otorgar el derecho a voto a los extranjeros

Los electores de Luxemburgo rechazaron masivamente este domingo en un referéndum otorgar el derecho de voto a los extranjeros, que representan un 46% de la población, un fracaso para el primer ministro, el liberal Xavier Bettel.
El no recibió un 78,02% de los votos.
«El mensaje es claro y ha sido bien entendido. No es un éxito para los partidos del gobierno. Respetaremos el resultado», dijo Bettel, un liberal de 42 años que llegó al gobierno a finales de 2013.
Las dos otras preguntas de la consulta también fueron rechazadas: la rebaja a 16 años del derecho a voto (80,87% de noes) y la limitación a diez años consecutivos de los mandatos de los ministros (69,93% de noes).
Bettel, al frente de un gobierno de coalición con los socialistas y los Verdes, hizo campaña hasta el sábado a favor del sí, abogando por «más democracia (…) juventud» y «diversidad». «No habrá un antes y un después tras el referéndum», se lamentó. «Pero hay un solo Luxemburgo, una sola sociedad en la que debemos convivir», estimó este domingo.
En total, había 244.382 electores luxemburgueses, de una población total de 565.000 habitantes.
Bettel hizo campaña personalmente para la «modernización» del país y decidió salir a la calle para convencer a los indecisos. Antes de la votación, había afirmado a la prensa que «en las próximas elecciones, cuatro de cada 10 personas podrán decir si están satisfechas con mi política o no. Ningún otro país del mundo, quizás Dubái, alcanza nuestro nivel de déficit democrático». «Miremos por donde miremos no hay otro país en Europa en donde sólo el 40% de su población elige a sus representantes», añadía Bettel.
Otorgar el derecho a voto a los extranjeros que residen en Luxemburgo desde hace más de diez años afectaba sobre todo a numerosos europeos, en primer lugar portugueses, que representan eñ 16,4% de la población. Los extranjeros no europeos constituyen el 7% de la población.
Los luxemburgueses temen la dilución de su influencia en la sociedad, teniendo en cuenta que los extranjeros ya son indispensables para la economía de ese país, enclavado entre Francia, Bélgica y Alemania. Este nuevo electorado, más joven y que trabaja principalmente en el sector privado, hubiese podido modificar profundamente el paisaje político, pues la mayoría de los electores son de mayor edad y se dedican a la función pública.
El «sí» contaba con el respaldo de la coalición en el poder, formada por liberales, ecologistas y socialistas, así como de los principales actores de la economía y de la sociedad civil.
En cambio, el partido socialcristiano, CSV, del exprimer ministro Jean-Claude Juncker, hizo campaña por el «no», considerando que era preferible flexibilizar las condiciones de acceso a la nacionalidad luxemburguesa. A pesar de ello, los jóvenes del partido, el CSJ, se pronunciaban a favor de la medida.
Una cuarta pregunta sobre si el Estado debe o no continuar pagando los sueldos de responsables de diferentes religiones fue abandonada tras un acuerdo para instaurar una partida presupuestaria para financiar la vida religiosa.