Manifestantes argelinos siguen movilizados en reclamo de un cambio

Una gigantesca multitud de gente desfiló el viernes por el centro de Argel en un octavo viernes de protesta, para oponerse a la organización de elecciones presidenciales por los miembros del sistema del exmandatario Abdelaziz Buteflika.
Como cada semana, la movilización en la capital argelina tuvo lugar de forma pacífica, pero con una cierta tensión en el ambiente, que acabó desatando enfrentamientos con la policía y causando varios heridos y daños materiales.
La policía disparó numerosas granadas lacrimógenas y empleó cañones de agua para dispersar a un centenar de irreductibles cuando la multitud, al menos tan multitudinaria como en los viernes anteriores, abandonaba el centro de la capital al caer la noche, tras haber manifestado.
Lanzamientos de piedras, botellas, papeleras… los amotinados respondieron con lo primero que encontraban hasta que los manifestantes se interpusieron, haciendo señas con sus brazos para calmarlos y gritando «¡Silmiya!» (‘pacífico’), la consigna de la contestación, antes de limpiar las calles una vez terminados los enfrentamientos.
No fue posible estimar la cantidad de participantes, ya que ni las autoridades ni los manifestantes comunican cifras.
No se registró ningún incidente en el resto del país, donde la agencia de prensa oficial APS informó sobre manifestaciones de diversa consideración en 42 de las 48 regiones.
Según la policía, que atribuyó la violencia a «manifestantes infiltrados», 83 policías resultaron heridos, cuatro de ellos de gravedad, y 108 personas fueron detenidas. Hubo manifestantes con heridas leves, en las estampidas provocadas por los gases lacrimógenos, según periodistas de la AFP.
Luego de obtener el 2 de abril la dimisión de Buteflika, el movimiento popular reclama ahora la partida de Abdelkader Bensalah, de 77 años, figura del aparato de los últimos 20 años de gobierno. De acuerdo a lo que establece la Constitución, Bensalah fue nombrado presidente interino y debe organizar una elección presidencial dentro de los 90 días.
En las redes sociales los llamados a manifestar volvieron a aparecer los últimos días detrás del lema «Que se vayan todos».
Los manifestantes estiman que las estructuras y personalidades que colocó Buteflika no pueden garantizar unos comicios libres y temen una elección fraudulenta para confortar el «sistema» en el poder.
El gobierno argelino de transición planea seguir con el proceso previsto por la Constitución: la elección de un nuevo presidente dentro de 90 días, y fijó los comicios presidenciales para el 4 de julio. Los manifestantes y la sociedad civil reclaman que se creen instituciones dedicadas a una verdadera transición política tras la dimisión de Abdelaziz Buteflika.
«El pueblo es más grande que la Constitución», se podía leer en el cartel de un manifestante.
– Rechazo elección presidencial –
«Queda claro que ellos (los expartidarios de Buteflika) trucarán las elecciones», dijo Hamid Bushnab, de 24 años. «No les tenemos confianza por ello rechazamos» que gestionen la transición. «Rechazamos a Bensalah. Lo dijimos y lo repetiremos hasta que entienda».
«La elección del 4 de abril es rechazada por el pueblo que rechaza asimismo el nombramiento de Bensalah», sostiene Mahrez Bouich, profesor de filosofía de la Universidad de Bejaia (250 km al este de Argel).
Para los manifestantes, esta elección para dentro de tres meses no puede ser libre ya que estará organizada por las instituciones y personalidades heredadas de 20 años de poder de Buteflika, marcados por comicios fraudulentos, según la oposición.
Bensalah recibió el apoyo implícito de los militares, que regresaron al centro del ruedo político cuando su jefe de Estado Mayor, el general Ahmed Gaid Salah, retiró su apoyo a Buteflika, sellando así su inevitable dimisión.
El general estimó «insensato» una transición fuera del marco institucional actual y prometió a los manifestantes que los militares garantizarían «la transparencia e integridad» de los comicios.
«Lo esencial para los militares es tener rápidamente un presidente para instalar instituciones estables y concentrarse en las misiones de seguridad del país», analizó Rachid Grim, profesor de Ciencias Políticas en el ISGP en Argel.
Esta presidencial es «legal pero no legítima», estimó Louisa Dris-Aït Hamadouche, profesora de Ciencias Políticas de la Universidad de Argel.
«Tres meses es mucho para un movimiento popular, por el momento se mantiene», observa.
Pero, por el contrario, «tres meses es corto» para transformar un movimiento popular en movimiento político organizado, subrayó Rachid Grim.