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Irán y Suiza: una relación especial

un acto militar con los dos países
Visita oficial del presidente iraní Hassan Rohani en 2018. El presidente de Suiza, Alain Berset, le recibe con honores militares. © Keystone / Peter Klaunzer

Irán reprime a sus ciudadanos con extrema violencia, pero la sociedad civil no deja de luchar. Al mismo tiempo, debido a las revueltas que se suceden en el país, Suiza se ve envuelta en una situación comprometida.

Recientemente, la prensa se hacía eco de las protestas en más de 200 ciudades iraníes. La multitud gritaba “¡Muerte al dictador!”, igual que se escuchó en 1979 y provocó la caída del Sha. Sin embargo, está por ver si las protestas influirán en el régimen y en qué medida.

Según Kijahn Espahangizi, historiador de la Universidad de Zúrich, un cambio de poder también sería “interesante para Suiza”. Para este último, de hecho, habría “oportunidades increíbles”: las puertas del mercado iraní se abrirían de par en par y Suiza establecería su presencia.

Una cosecha poco rentable

Estamos hablando de un mercado con 86 millones de personas bien educadas, los segundos mayores recursos de gas natural del mundo y las arcas estatales llenas de petrodólares. Cuando Suiza se sentó a la mesa con los mulás después de 1979 para negociar un acuerdo tras otro, en el aire flotaba la esperanza de que algún día los negocios repuntaran.

Sin embargo, como consecuencia de las sanciones, Suiza no recogió lo que sembró.

La ministra suiza de Asuntos Exteriores, Micheline Calmy-Rey (izquierda), viajó a Teherán en 2008 para firmar una compra de gas por valor de miles de millones. Todo ello fue en vano ya que el acuerdo se canceló posteriormente por razones políticas. Keystone / Hasan Sarbakhshian

Las sanciones fueron impuestas primero por Estados Unidos (1995), luego por la ONU (2006) y más tarde por la Unión Europea (UE). Philippe Welti, exembajador suizo en Teherán, considera que la avalancha de sanciones ha sido “el acontecimiento dominante”, lo que ha marcado la historia de las relaciones entre ambos países. En la actualidad, Welti es presidente de la Cámara de Comercio Suiza-Irán.

Pero, ¿de dónde viene una relación tan estrecha entre Suiza, un pequeño Estado amante de la libertad, y un régimen que representa valores completamente en las antípodas del respeto, la libertad, la democracia y la igualdad?

La teocracia iraní se afianzó tras la caída del Sha de Persia en 1979. El actual presidente Ibrahim Raisi es un halcón religioso, vigilado por Alí Jamenei, el líder supremo religioso que lleva 33 años en el cargo. Al servicio de este último está el Consejo de Guardianes, una entidad islámica que controla el parlamento.

El aparato represivo garantiza que la situación dentro de la teocracia islámica se mantenga en calma. Hasta 2022, los Guardianes de la Revolución, la policía religiosa y la policía de seguridad han conseguido frenar la ira de la población.

En el índice de corrupciónEnlace externo de Transparencia Internacional, Irán ocupa el puesto 150 de 180. En el índice de democraciaEnlace externo, el país también se sitúa entre los últimos puestos, en el puesto 155 de 167.

Irán pretende desarrollar armas nucleares y quiere aniquilar a Israel. Interviene en Irak, Líbano y Yemen. Ha permitido y facilitado el largo derramamiento de sangre perpetrado por el dictador Bashar al-Assad en Siria, que según la ONU ha costado la vida a 500 000 personas.

Pero aquí no acaba todo: Irán está enviando ahora drones a Rusia. Eso llevó a la UE a sancionar al fabricante de drones iraní. A principios de noviembre, Suiza también se sumó a esas sanciones.

Nuevos actos de violencia, nuevas sanciones

Mientras tanto, Irán reprime a la población civil con una brutalidad cada vez más feroz. Los opositores hablan de más de 450 asesinatos en 45 días, 300 de ellos confirmados, y más de 25 000 detenciones. Los detenidos son amenazados con torturas, violencia sexual y castigos arbitrarios.

La ola de barbarie llevó a la UE a imponer nuevas sanciones contra la dirección de la policía religiosa. También en Suiza la clase política reclama medidas adecuadas; sin embargo, oficialmente el gobierno suizo se ha limitado a un tuit.

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El exembajador Welti afirmaba lo siguiente: “A la luz de los acontecimientos, me sorprendería que Suiza no hiciera oír su voz en nombre de nuestros valores”. Sin embargo, Welti opina que lo haría durante las conversaciones directas con las autoridades y no públicamente.

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Suiza siempre ha interactuado con Irán por dos vías: el comercio, por un lado, y las misiones diplomáticas especiales, por otro. El objetivo era el comercio, pero solo persiguiendo ambas vías simultáneamente pudo Suiza estrechar cada vez más sus lazos con Teherán.

De hecho, cuanto más se aislaba el régimen a nivel internacional, más importante era Suiza, no solo para Irán sino también para Occidente. Mientras Occidente daba la espalda a Irán, Suiza se mantenía fiel a su posición, tendía puentes, actuaba como “mensajeroEnlace externo“. Ese papel especial legitimaba la amistad con el Estado paria, sin la amenaza de estigmatización por parte de la comunidad internacional.

Dogma del cambio a través del comercio

A nivel interno, el papel especial de Suiza sirvió de justificación. Al igual que con China y Rusia, con Irán Suiza actuó de acuerdo con el dogma del “cambio a través del comercio”. Cada vez que las críticas son más fuertes en Suiza, el Ministerio de Asuntos Exteriores justifica su posición afirmando que antes de abordar la cuestión de los derechos humanos hay que poner los pies en la realidad iraní.

En 1979, Suiza recibió su primer mandato de potencia protectora, en virtud del cual asumió la representación de los intereses iraníes en Egipto.

La Revolución Islámica de 1979: el ayatolá Jomeini (centro) es celebrado por sus partidarios en Teherán. Keystone / Str
Levantamiento iraní 2022: procesión fúnebre a la tumba de Mahsa Amini, cuya muerte violenta fue el inicio de las protestas. twitter @omid_m

En 1980 le tocó el turno al mandato de Estados Unidos, según los círculos diplomáticos la “coronación” de los mandatos otorgados a Suiza. En 2017 le siguió Arabia Saudí con un doble mandato y en 2019 Canadá. Por lo tanto, hoy en día Suiza le debe a Irán cinco de sus siete mandatos de poder de protección.

Como muestra la historia, esos mandatos son importantes; durante la Segunda Guerra Mundial, hubo 200. “Suiza tiene un gran interés en conservar el papel de potencia protectora”, concluye Welti.

La recompensa de la amistad

Con su neutralidad, Suiza se ofrece desde hace 150 años como “cartero” de los Estados que han roto sus relaciones diplomáticas con otros países debido a un conflicto. “Ninguna otra nación tiene más experiencia en ese campo”, afirma Welti, que fue el encargado del mandato para Estados Unidos durante su estancia en Irán. ¿Y qué gana Suiza?

Los mandatos de poder protector conceden al pequeño Estado de los Alpes un canal privilegiado de acceso a los protagonistas de la historia mundial y le otorgan cierto peso en la escena internacional.

Irán también se beneficia: la amistad con Suiza, un país muy apreciado, hace que los mulás sean más presentables en la escena internacional y, por tanto, es un motivo de orgullo para ellos.

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Suiza también ayuda activamente a Irán a acceder a la escena internacional. Por ejemplo, a petición del país, aboga por su entrada en la Organización Mundial del Comercio (OMC). De hecho, Irán, rico en materias primas, intenta desesperadamente subirse al tren económico internacional. Su moneda se ha hundido y la inflación ha alcanzado el 50%.

Esa defensa de la adhesión a la OMC se recoge en una hoja de ruta para seguir profundizando en las relaciones, finalizada en 2016. La declaraciónEnlace externo contiene 13 párrafos, que van desde la política a la economía, pasando por la seguridad nuclear y el medio ambiente y tocando la agricultura y el derecho.

El ministro de Economía suizo es recibido por el presidente Hassan Rohani y el líder supremo Ali Khamenei: Johann Schneider-Ammann en Teherán en 2016. Keystone / Supreme Leader Website / Handout

El apartado 10 está dedicado a los derechos humanos. El texto sigue siendo impreciso. Se afirma que “las partes expresan su intención de reanudar el diálogo sobre las cuestiones de derechos humanos pertinentes” y que los funcionarios deben discutir primero las modalidades de dicho diálogo.

Suiza es conocida por plantear regularmente la cuestión de los derechos de la mujer, la libertad de opinión y la voluntad de Irán de mantener la pena capital, especialmente cuando las víctimas son jóvenes. Cada año, Irán ejecuta a cientos de sus ciudadanos, la mayoría de ellos en la horca y a menudo menores de edad.

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En 2018, sin embargo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, endureció la línea sobre Teherán, con la intención de poner de rodillas al régimen de los mulás. Su mensaje era: o negociar con Irán o con Estados Unidos.

Las repercusiones fueron peores que las sanciones: desde entonces, ningún banco suizo se ha atrevido a mantener en sus cuentas un solo franco rastreable a Irán. La mayoría de las empresas suizas no podían permitirse estropear las relaciones con Estados Unidos.

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En respuesta, invocando su tradición humanitaria, Suiza ha desarrollado un “acuerdo de comercio humanitario” que, a partir de 2020, permite el comercio en áreas restringidas, como los medicamentos y los alimentos, autorizados por Estados Unidos. Nestlé, Novartis, Roche y Syngenta están en el juego.

Pero incluso aquí, la decepción no tardó en llegar. Para obtener la autorización de EE. UU., hay que enviar los detalles contractuales a América y solo unas pocas empresas están dispuestas a dar ese paso.

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Por tanto, Suiza sigue sacando poco provecho de su controvertido compromiso con la causa iraní. Irán al menos se beneficia de la concesión, tan sencilla como acorde con las normas, de visados a los funcionarios iraníes que quieran viajar a Ginebra. De hecho, hay muchos, y éste es probablemente el mayor beneficio que Irán obtiene de su relación especial con Suiza. Ciertamente, es un gesto que se ve muy positivamente”, añade Welti.

Ginebra tiene un valor incalculable para Irán, una puerta al mundo. Vital “como el oxígeno”.

Una valiosa entrada a Ginebra y al FEM de Davos: el presidente iraní Mohammad Jatamí con el presidente suizo Joseph Deiss en Berna en 2004. Keystone / Lukas Lehmann

Adaptado del alemán por Carla Wolff

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