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Matviichuk, premio Nobel de Paz: el orden mundial se está derrumbando ante nuestros ojos

Berlín, 10 nov (EFE).- Oleksandra Matviichuk, premio Nobel de la Paz 2022 y líder del Centro para las Libertades Civiles de Ucrania, advirtió este lunes de que el orden mundial se está derrumbando ante los ojos de todo el globo.

«No sé cómo los historiadores ni el futuro llamarán a esta época histórica, pero el orden mundial, basado en la Carta de las Naciones Unidas y en el derecho internacional, se está derrumbando ante nuestros ojos», señaló por videoconferencia en la ‘Conferencia de la Libertad de Berlín’.

Matviichuk, que documenta los crímenes de guerra que Rusia lanzó en febrero de 2022 y «devuelve así a las personas sus nombres» en lugar de dejarlos únicamente en números, sostuvo que el Consejo de Seguridad de la ONU «está paralizado».

«Ahora es fácil predecir que incendios como este (la guerra rusa en Ucrania) surgirán cada vez más a menudo en diferentes partes del mundo, porque este cableado internacional está defectuoso y las chispas saltan por todas partes», afirmó en referencia a la ONU.

Matviichuk, que participa en una conferencia en la que también elevan sus voces activistas, disidentes y defensores de derechos humanos de Rusia, Irán, Venezuela y Nicaragua, entre otros países, indicó que la guerra de Rusia contra Ucrania «no es solo una guerra entre dos Estados».

Duelo entre democracia y autoritarismo

«Es una guerra entre dos sistemas: el autoritarismo y la democracia. Y con esta guerra, (el presidente ruso, Vladímir) Putin intenta convencer al mundo entero de que la libertad, la democracia, el Estado de derecho y los derechos humanos son valores falsos, porque no pudieron proteger a nadie durante la guerra», enfatizó.

Sostuvo que, durante la guerra, Putin intenta convencer de que «un país con un fuerte potencial militar y armas nucleares puede romper el orden internacional, dictar sus propias reglas a toda la comunidad internacional e incluso cambiar por la fuerza fronteras reconocidas internacionalmente».

«Y si Putin tiene éxito, eso animará a otros líderes autoritarios en distintas partes del mundo a hacer lo mismo», sentenció.

Matviichuk sostuvo que «estamos perdiendo la libertad en el mundo», ya que «más del 80 % de las personas del planeta viven en sociedades no libres o parcialmente libres».

«Esto significa que las personas que realmente tienen derecho a votar por quien desean, o a decir lo que quieren decir, son una minoría. Y el problema no es sólo que, en los países autoritarios, el espacio para la libertad se reduzca al tamaño de una celda de prisión. El problema es que incluso en las democracias desarrolladas, la gente empieza a poner en duda la Declaración Universal de los Derechos Humanos», lamentó.

Generaciones «consumidoras de la democracia»

Para ello, la razón está en que las generaciones actuales heredaron la libertad de sus abuelos y empezaron a dar por sentados los derechos humanos.

«Se convirtieron en consumidores de la democracia. Consideran la libertad como la posibilidad de elegir entre distintos tipos de queso en el supermercado. Y por eso están dispuestos a cambiar su libertad por promesas populistas, beneficios económicos y, sobre todo, por su propia comodidad», denunció.

«Quizás la gente pudo permitirse ese comportamiento en tiempos de paz, pero lo siento: ya no vivimos en tiempos pacíficos. Las décadas de libertad que siguieron a la caída del muro de Berlín han terminado incluso para las sociedades occidentales —ni hablar de aquellas partes del mundo que nunca conocieron tal lujo—», afirmó.

Matviichuk reconoció que la democracia no es perfecta y que muchas personas están decepcionadas con ella, porque numerosos problemas, como la desigualdad social, siguen sin resolverse.

«Pero los regímenes autoritarios tampoco resuelven estos problemas; la diferencia es que la gente simplemente no tiene derecho a quejarse», explicó.

«Estábamos tan seguros de que la libertad y la democracia eran la respuesta definitiva, que dejamos de promoverlas. Debemos explicar a la gente que tenemos que realizar dos tareas en paralelo: proteger nuestra democracia y perfeccionarla, porque no tenemos alternativa.

La alternativa a nuestra democracia imperfecta es el infierno del restablecido Gulag soviético», alertó. EFE

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