Mil cilindros de cristal situados en toda España graban con tinta el paso del tiempo
Ignacio Blanco
Bruselas, 22 nov (EFE).- Mil cilindros de cristal que fueron llenados de tinta y situados en puntos de toda España se han convertido en un «archivo del tiempo», tras haber estado años dejando evaporar la tinta, bajo distintas condiciones meteorológicas, sellando en las paredes de cada vaso una huella artística del lugar en el que se encontraba.
«Cada una de las líneas grabadas ha registrado un día que ha pasado en cada una de esas localidades, lo que hace la tinta es bajar día a día», explicó a EFE la artista visual Elsa Paricio, autora del proyecto Biblioteca Nacional, expuesto desde esta semana en Bruselas, en el marco del festival artístico Europalia, que este año tiene a España como país invitado.
La iniciativa conceptual de Paricio, realizada durante los últimos siete años, consitió en situar 500 parejas de cilindros llenos de tinta china y expuestos a la intemperie en distintos puntos de toda España, y recogerlos meses o años después para comprobar cómo la lenta evaporación de la tinta dejaba grabada en las paredes de los vasos un «testimonio silencioso de su entorno».
Ningún cilindro es idéntico, ya que, según el lugar en el que ha estado, tiene selladas formas y líneas más o menos regulares, o de distintos colores y grosores.
«Son más negras las que han estado en lugares más calurosos y más blancas las que estuvieron en lugares más fríos», detalló Paricio, aunque no solo influye la temperatura, sino también la lluvia, la humedad, la exposición a la luz, la caída de elementos naturales -como semillas- sobre el vaso y la congelación, entre otros.
Estos «paisajes-objeto» estuvieron a la intemperie en paisajes, fábricas abandonadas, cementerios, espacios naturales, monasterios e iglesias, o casas de familiares u otros artistas; por ejemplo, en la Capilla Votiva Nuestra Señora del Rocío (Huelva), la antigua fábrica de loza de San Claudio (Asturias) o el cementerio de Puerto Hurraco (Badajoz).
Paricio detalló que, para completar el proyecto, recorrió 110.000 kilómetros en coche entre 2018 y 2025, ella sola: «Para poner y disponer las piezas, hay una cosa de concentración fortísima, es algo muy fuerte de estar sola, de convivencia, de entender los lugares, de escuchar la naturaleza y el entorno, y ha sido bastante tremendo».
Una reflexión sobre el tiempo y el territorio
«Este proyecto no empezó siendo sobre el mapa, empezó siendo un proyecto sobre el tiempo», reflexionó la artista madrileña, que concibe su obra como un «archivo realizado en el tiempo y con el tiempo».
«Poco a poco, se convirtió en un proyecto de paisaje y, al desplegarse en tantas ubicaciones, se reveló el mapa como algo muy importante donde apareció la idea de territorio», continuó.
En este sentido, el proyecto intenta «entender socioculturalmente lo que había en otros lugares, por ejemplo, toda la industria que luego se abandona y el resto que queda de ello», lo que desemboca en la idea del «archivo», que se encuentra expuesto en estanterías y agrupado por comunidades autónomas.
La artista puso el acento en el hecho de colocar parejas de cilindros, en lugar de situarlos de forma individual, y expresó su interés por crear «gemelos», cuyas huellas son muy similares, pero al mismo tiempo la presencia del uno moldea el resultado del otro.
«Con la misma temperatura, uno se congela y el otro no, uno se rompe y el otro no, uno va avanzando un poquito más que el otro porque uno se hace sombra al otro», ejemplificó.
Elsa Paricio transforma así «lo efímero en materia» en esta exposición, ubicada en la Fundación Boghossian, en el espacio Villa Empain de la capital belga, hasta el 10 de mayo de 2026. EFE
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