
Ouattara, un líder octogenario que busca la reelección con la experiencia como mejor baza
Nairobi, 23 oct (EFE).- El presidente de Costa de Marfil, Alassane Ouattara, buscará a sus 83 años un cuarto mandato en las elecciones del próximo sábado, con la experiencia como mejor baza para responder a los desafíos del país.
Ouattara compite con cuatro rivales en un clima de tensión y protestas por la ausencia de sus dos principales adversarios, el exconsejero delegado del banco suizo Crédit Suisse Tidjane Thiam, de 63 años; y el expresidente Laurant Gbagbo, de 80, a quienes las autoridades han prohibido concurrir.
«Soy candidato porque la Constitución de nuestro país me autoriza a presentarme para otro mandato y mi salud me lo permite», señaló el mandatario al confirmar su candidatura este julio, al subrayar que el país «enfrenta desafíos de seguridad, económicos y monetarios sin precedentes cuya gestión exige experiencia».
Ouattara, líder de la Agrupación de Houphouëtistas por la Democracia y la Paz (RHDP), dirige el país desde 2010.
Nacido el 1 de enero de 1942 y economista de formación, comenzó a trabajar en el Fondo Monetario Internacional (FMI) en Washington en 1968 y en 1973 en la sede del Banco Central de Estados de África Occidental (BCEAO) en París.
Ascendió a consejero especial del gobernador del BCEAO, a quien sustituyó tras su muerte, y seis años después fue trasladado a Dakar, sede del banco.
En 1990, el padre de la independencia de Costa de Marfil, Houphouët-Boigny, lo nombró primer ministro e inició su carrera política en la que, hasta llegar a la Presidencia, se sucedieron dos crisis nacionales en 2002 y 2010.
Ouattara se convirtió en enemigo del entonces presidente del Parlamento, Henri Konan Bédié, nombrado jefe de Estado cuando Houphouët-Boigny murió en 1993, como estipulaba la Constitución.
La «ivoirité»
Para evitar que Ouattara participara en elecciones presidenciales, Bédié impulsó una reforma del Código Electoral en 1994 por la cual, para postularse, hacía falta tener padre y madre de origen marfileño.
Una reforma perjudicial para Ouattara que, oriundo del norte marfileño y musulmán, tenía a uno de sus padres de origen burkinés.
La reforma electoral acabó inscrita en la Constitución y se basaba en el concepto de «ivoirité» (algo así como «marfileñidad»).
El término buscaba ensalzar la autenticidad de la identidad marfileña y pretendía ser armonizador y unificador.
La reforma eliminaba también el derecho a voto de los inmigrantes, más identificados con Ouattara, y el desacuerdo de la oposición hizo que ésta boicoteara las elecciones de 1995 y que Bedié saliera electo con más del 96 % de los votos.
Esta exclusión también le impidió participar en los comicios del año 2000, que ganó Gbagbo.
De rebelde a presidente
Poco después de llegar Gbagbo al poder, en el norte del país se gestó una rebelión, inicio de la lucha de Ouattara por acceder al poder.
Gbagbo, que rechazaba la política neocolonialista de Francia en el país, decidió diversificar las relaciones externas con potencias como China o EE.UU., y Francia decidió apoyar a los rebeldes del norte.
Casado con la empresaria francesa Dominique Folloroux, Ouattara se convirtió en el candidato de Francia y Occidente, que en la crisis de 2002 -cuando hubo un intento de golpe de Estado y se instauró una misión de la ONU-, armaron a la rebelión.
Con el país dividido, Costa de Marfil celebró elecciones en 2010. En la segunda vuelta, la Comisión Electoral atribuyó a Ouattara la victoria.
Pero el Tribunal Supremo, encargado de validar los resultados, declaró vencedor a Gbagbo.
Los dos líderes se atrincheraron en Abiyán, capital económica: Gbagbo, en el Palacio Presidencial; y Ouattara en un hotel, vigilado por soldados de Naciones Unidas.
Después de unos meses de crisis postelectoral en los que oficialmente murieron unas 3.000 personas, Gbagbo fue detenido y enviado a la Corte Penal Internacional (CPI) acusado de crímenes contra la humanidad.
Paz y estabilidad
Tras esas turbulencias, Ouattara ha presumido de mantener la paz en el país.
«La paz, la seguridad y la cohesión social son la base de nuestro desarrollo», subrayó el pasado día 18 en la red social X.
En marzo de 2020, dijo que no optaría a un tercer mandato, controvertido porque, según la Constitución, el presidente «es elegido por cinco años» y «sólo puede ser reelegido una vez».
Ouattara designó a su primer ministro, Amadou Gon Coulibaly, como su sucesor, pero éste falleció y el presidente se retractó para presentarse por «causa de fuerza mayor».
El mandatario ejerce un polémico tercer mandato desde 2020, pues aunque la Constitución marfileña sólo permite dos mandatos, el Consejo Constitucional sostiene que el conteo se «reinicia» con la nueva carta magna de 2016.
Ouattara busca la reelección exhibiendo desarrollo de infraestructuras y mejora económica como reclamos ante un electorado que, de darle el triunfo, le mantendrá en el poder hasta los 88 años. EFE
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