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Un refugio donde los hombres maltratados encuentran la calma

Dibujo de una foto de pareja rota por la mitad con el hombre con signos de haber sufrido violencia (un ojo amoratado)
Brigitta Garcia Lopez

Suiza cuenta con 23 centros de acogida para mujeres. Sin embargo, a veces los hombres son también víctimas de violencia doméstica. En Suiza hay dos centros de acogida para hombres. Visitamos uno de ellos en el cantón de Berna.

Philipp (nombre ficticio) nos muestra la mancha azul en su brazo secuela de una mordida. En otras fotos que nos enseña, podemos ver arañazos en su cuerpo, fotos familiares destrozadas, una parrilla volcada… “No nos quedan muchas tazas y platos en casa”, confiesa.

Su mujer le prohibió ver a sus familiares y le cortó la tarjeta SIM de su teléfono móvil por la mitad. Una vez se encontró con su despacho destrozado, otra vez acabó con arañazos en la cara. Nunca se defendió físicamente. Las fechas de las fotos muestran desde cuándo tuvo que sufrir tal situación. Fue gracias a su hija que logró escapar. Quería que estuviera tranquila y segura. Por fin puede respirar tranquilo junto a su hija en el centro bernés para hombres víctimas de la violencia doméstica.

Los centros de acogida para mujeres dan cobijo a las víctimas de violencia o a las que están bajo amenazas de violencia. Les ofrecen un alojamiento y un entorno seguros. Hay que remontarse a más de cincuenta años para encontrar los primeros centros pioneros en Londres. En Suiza la primera institución abrió sus puertas cinco años después que su homóloga inglesa. En la actualidad, existen refugios para mujeres en unos 50 países.

Sin embargo, los hogares para hombres víctimas de violencia son poco comunes. Existen algunos en Alemania y Estados Unidos, por ejemplo. Suiza cuenta con 23 centros de acogida para mujeres y dos para hombres. Este año está prevista la apertura de un tercero en Zúrich. Los tres están gestionados por la asociación Zwüschehalt.

Durante mucho tiempo, Sieglinde Kliemen no veía esa necesidad. “Un psiquiatra me hizo ser consciente de esa laguna. Rápidamente me di cuenta de que era absolutamente necesario y que había que hacer algo”. Lleva cinco años dirigiendo el centro de acogida para hombres del cantón de Berna.

Hombre triste con las manos en la cabeza
Brigitta Garcia Lopez

Por diversas razones

Al menos el 85% de las víctimas de violencia doméstica son mujeres, informa la organización norteamericana DomesticShelters.org. Solo la línea telefónica de atención de los tres centros de acogida para mujeres del cantón de Berna registró más de 2 000 llamadas en 2021.

Ese mismo año, el teléfono del centro masculino de Berna recogió 221 llamadas. “Entre las personas que llaman hay gerentes y beneficiarios de la asistencia social, médicos y artesanos, jóvenes y mayores”, señala Sieglinde Kliemen. Las víctimas corresponden a diferentes perfiles. Algunos han huido de Afganistán, otros han vivido siempre en el mismo pueblo. Algunos buscan consejo, información, alguien que les escuche; otros necesitan un lugar seguro, urgente y sin complicaciones.

Según la directora, los que vienen por unos días o semanas son mayoritariamente jóvenes que quieren escapar de un matrimonio forzado. Otros, procedentes de familias musulmanas o cristianas muy religiosas, vienen a buscar protección tras haber hecho pública su homosexualidad. No obstante, el motivo más frecuente es la violencia en el contexto de relaciones románticas.

“Violencia poco clara”

En el caso de Philipp, la situación estaba clara: es víctima de violencia física y psicológica. Los afectados pueden recibir unas ayudas que se hagan cargo de su estancia en el centro. Porque nada es gratis. Si no se concede la ayuda a las víctimas, deberán pagarlo de su propio bolsillo y la factura de un mes de estancia aquí puede incluso superar el alquiler de un piso. Eso puede afectar especialmente a las personas que vengan de una situación poco clara y no puedan obtener las ayudas inmediatas. Algunos buscan refugio aquí antes de que las cosas se pongan demasiado mal. A veces, la línea que separa a la víctima del agresor no está clara. No obstante, Zwüschehalt acoge a todo el mundo y ofrece consejos incluso cuando “la violencia es mutua y poco clara”.

“Cuando la violencia doméstica forma parte de la vida cotidiana de una familia, a menudo se considera a los hombres como los únicos culpables, aunque sean víctimas también”, afirma Sieglinde Kliemen y añade que “en general, tanto si se trata de un refugio para hombres como para mujeres, los centros de protección son importantes en situaciones de emergencia graves”.

Sieglinde Kliemen subraya que existe un desequilibrio en el apoyo a las víctimas. Zwüschehalt depende de las donaciones. Algunos proyectos son financiados por organizaciones de ayuda, como la Cadena de Solidaridad Suiza, el brazo humanitario de la SRG SSR. De hecho, haría falta una financiación sostenible y de garantía, o incluso una financiación pública. En total, los costes de funcionamiento del hogar masculino oscilan entre 100 000 y 115 000 francos al año, incluyendo el alquiler y los salarios.

Aumento de los casos

A pesar de ello, el papel del Zwüschehalt está ampliamente reconocido. El año pasado, la asociación recibió el Premio Suizo a la Diversidad. Parece que hay una creciente conciencia de la necesidad de un lugar donde los hombres que sean víctima de violencia doméstica puedan también encontrar un refugio en Suiza. Al mismo tiempo, hay indicios de que el problema se está agravando: un reciente estudio de la Zürcher Hochschule für Angewandte Wissenschaften (Universidad de Ciencias Aplicadas) ha causado un gran revuelo. En una primera encuesta realizada hace solo cuatro años, el 2,6% de los hombres declaró haber sufrido abusos físicos. En 2021, la cifra era del 3,3%. No obstante, los autores del estudio señalan en los medios de comunicación que las mujeres siguen siendo con mucha más frecuencia el blanco de la violencia.

Junto a Philipp y su hija, otro hombre vivía en el centro de Berna en el momento de nuestra visita. Numerosos o no, el hecho es que hay gente que depende de estos lugares. “En nuestro centro, no están expuestos al peligro y pueden recuperar algo de calma”, explica la directora, y asegura que cuando llegan, todos están en un “estado de agotamiento absoluto”.

Philipp lleva aquí unos días. “Veo que aquí mi hija puede crecer en calma, puede prosperar. En casa -en el hogar con mi mujer- tenía que soportar un estrés constante”. ¿Qué pasará después? Todavía no lo sabe. Él y su hija pueden quedarse en el centro de hombres durante un mes, quizá más.

Dejar el hogar no fue un paso fácil. Hoy en día, Philipp se alegra de haber confiado en un responsable del grupo de violencia doméstica y de haber presentado una denuncia ante las instituciones de protección a la infancia. No fue fácil por el miedo a que no se le tomara en serio y a perder la custodia de su hija.

¿Alguna vez creyó que podría experimentar ese tipo de violencia en una relación? “Que podría pasar, sí. Que me pasara a mí, no”. Philipp no se avergüenza de lo que ha vivido. Todo el mundo en su círculo de sus allegados conoce su situación. Su empleador está informado. Quiere contar su historia porque “los autores no siempre son los hombres”.

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