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Sudán deporta a cientos de mujeres sursudanesas sin sus hijos y reaviva tensiones con Yuba

Atem Simón Mabior

Yuba, 21 oct (EFE).- Sudán ha deportado desde julio a cientos de mujeres sursudanesas de regreso a su país, al que algunas no habían vuelto desde la independencia de Sudán del Sur en 2011, cuando miles de familias se asentaron en el país vecino, y pese a contar con propiedades y familias en Jartum que tuvieron que dejar atrás.

“Nos dijeron que íbamos a la oficina de Migración para sacar una tarjeta de identificación como extranjeras, pero acabamos en una celda”, recuerda a EFE Achol Deng Kuan, de 43 años, sentada bajo una lona improvisada en el puesto fronterizo de Yoda. “Les rogué que me dejaran volver a casa para avisar a mis niños, pero un policía me respondió: ‘No es nuestro asunto’. Los dejé solos en Jartum, sin su padre”.

Como Achol, cientos de mujeres fueron expulsadas de Sudán a principios de octubre en la quinta oleada de deportaciones que se produce desde julio, lo que provocó una fuerte indignación en Yuba y llevó a muchos sursudaneses a pedir la deportación recíproca de los refugiados sudaneses en el sur, que actualmente son algo más de un millón.

Un retorno forzoso

El gobernador del condado de Renk, Deng Deng Lueth, recibió a las deportadas y trató de organizar su acogida con recursos limitados. “No es la primera vez que ocurre”, dijo a EFE. Según el gobernador, esta quinta oleada de deportaciones ha causado “un sufrimiento psicológico y humanitario inimaginable”.

Los testimonios coinciden en que la deportación se realizó sin previo aviso, sin asistencia legal y sin permitir a las detenidas recoger sus pertenencias. Algunas fueron arrestadas en mercados o en sus propias viviendas de Omdurmán, la ciudad vecina de Jartum.

Rejena Pakuan, de 35 años, madre de tres niños, lo recuerda con amargura. “Una fuerza policial irrumpió en mi casa, me preguntaron si era extranjera y me llevaron a la comisaría. Me dijeron que tenía que regularizar mi residencia. Cuando quise darme cuenta, ya estaba en el autobús rumbo al sur. Nací y crecí en Sudán. Es el único país que conozco”, se lamenta.

Promesas rotas

El episodio ocurrió pocos días después de la visita a Port Sudán -capital provisional del Gobierno sudanés- del ministro de Exteriores sursudanés, Mandy Symaya Kumba. En aquel encuentro, Jartum y Yuba habían prometido proteger a sus respectivos nacionales.

El gesto, sin embargo, duró poco. La última deportación masiva se interpreta ahora en el sur como una represalia o una medida de presión política en medio del frágil equilibrio entre ambos países.

El Ministerio de Exteriores sursudanés convocó al embajador de Sudán en Yuba, Isam Mohamed Karar, y exigió explicaciones. En paralelo, Kumba telefoneó a su homólogo sudanés, Mohialdin Salem, para abordar lo ocurrido y advertir sobre el impacto de la operación.

Desde el lado sudanés, el Gobierno defiende que se trata de una “campaña para regularizar la presencia extranjera”, lanzada en mayo con apoyo de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).

Pero analistas de Sudán del Sur preguntados por EFE vinculan la medida a las sospechas que existen en Sudán contra los sursudaneses de colaborar con las Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), la milicia que disputa el poder al Ejército desde abril de 2023.

Sin estatus ni refugio

Desde 2011, Sudán se ha negado a clasificar a los sursudaneses residentes en su territorio como refugiados, alegando que son “ciudadanos de un país hermano” y no requieren protección internacional. Esa ambigüedad legal los ha dejado en tierra de nadie: sin papeles, sin derechos y sin amparo de Naciones Unidas.

“Viven en una zona gris, sin un marco jurídico que los proteja”, explicó a EFE el analista político Daniek Mading Mareng. “Y ahora, con la guerra en Sudán, se han convertido en chivos expiatorios.”

Mareng considera que esta deportación de mujeres “es una violación de los derechos humanos y un golpe a la relación histórica entre Jartum y Yuba”. También advierte del peligro de una respuesta recíproca: “En Sudán del Sur viven cerca de un millón de sudaneses. Es fundamental evitar represalias y garantizar su seguridad.” EFE

asm-pab/amr/ah

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