Una efímera alfombra de miles de flores inunda de color la Grand Place belga
Laura Zornoza
Bruselas, 12 ago (EFE).- Unas 400.000 flores tapizan desde este viernes la icónica Grand Place de Bruselas, en una nueva alianza entre México y Bruselas para crear una alfombra floral que en esta edición recupera el diseño original de su estreno en 1971, con elementos como el arcángel San Miguel -patrón de la capital belga- o el león que preside el escudo de armas del país.
Los turistas que habitualmente pasean por la Grand Place quedarán este fin de semana relegados a sus márgenes para dejar espacio a una alfombra de begonias, dalias (la flor nacional de México), crisantemos y corteza de 1.680 metros cuadrados, con 70 metros de largo y 24 de ancho.
«Este es el escenario más importante de arte efímero en el mundo. Para nosotros es como para un deportista ir a las Olimpiadas», resume la artista mexicana Ana Rosa Aguilar Aguado, conocida por el nombre de Roo, a quien la organización ha contactado por segunda vez (la primera en 2018) para diseñar la alfombra del cincuenta aniversario de esta iniciativa.
Lo ha hecho junto a un belga, Koen Vondenbusch, aprendiz del horticulturista que en 1971 ideó el primero de estos tapices para la plaza central de Bruselas, Étienne Stautemas.
En declaraciones a Efe, Aguilar explica que ha pasado más de 280 horas con su colega haciendo bocetos a partir de los diseños originales, dibujando o eligiendo los colores. De aquella primera alfombra rescatan elementos como el arcángel San Miguel o el león belga, pero también los arabescos, pequeños ornamentos con riscos y puntas que dan nombre («Arabesques») al conjunto artístico.
A lo largo de la mañana del viernes, cientos de curiosos se agolparon en las vallas de seguridad para ver cómo unos 200 expertos floristas y voluntarios de diferentes países colocaban con delicadeza las plantas y la corteza en un lienzo de algodón sobre el empedrado de la Grand Place, un trabajo que se logró concluir en algo más de seis horas.
Entre las 140.000 begonias, las 225.000 dalias y los kilos de corteza coloreada con tintes naturales, los voluntarios y expertos se comunican en francés, flamenco o inglés pero también mucho en castellano, gracias a los 54 españoles y a los siete mexicanos de diferentes organizaciones y asociaciones de arte efímero que se han desplazado a Bruselas para contribuir en la construcción de una obra insignia de la ciudad.
«Esta alfombra es la más grande y la mejor de Europa y trabajar en ella es un lujo. Aquí podemos trabajar 50, 60, 70 personas, podemos hacerlo con la máxima armonía y es un sitio emblemático. Hemos hecho obras en Japón o en Washington, importantísimas, pero no de esta magnitud», cuenta la catalana Vicenta Pallarès, presidenta de la Comisión Gestora Internacional de Alfombristas de Arte Efímero.
Comparte este privilegio la alfombrista Sujeic Garibaiy, llegada a Bélgica del municipio mexicano Uriangato (en Guanajuato, en el centro del país) para poner en práctica en suelo bruselense lo que su asociación ya hace cada mes de octubre con kilómetros de alfombras de serrín para honrar a su patrón, el arcángel San Miguel.
«Los hacemos por la mañana y a las cuatro o cinco de la tarde ya no están. Eso es lo bonito, porque le ponemos el corazón y cuando lo vemos plasmado decimos que valió la pena», afirma Garibaiy.
Los voluntarios esparcen corteza teñida de manera natural y delinean los espacios con flores apiñadas de forma que no se vuelan con el viento, crean su propio microclima y se mantienen frescas durante un máximo de cuatro días, si bien la superficie se riega para evitar que el lienzo sobre el que se plasma el diseño encoja por el calor.
En ediciones anteriores, la alfombra ha homenajeado al continente africano, a la amistad entre Bélgica y Japón, a Mozart o a la alquimia, entre muchas otras temáticas que han decorado la Grand Place un fin de semana de agosto de cada dos años, con la excepción del 2020 por la pandemia.
¿Y qué pasa a partir del martes, cuando las flores vuelvan a dejar paso a los adoquines y las pisadas de los turistas? Las flores se donarán a una asociación de personas con discapacidad mental y el arte de la colorida y exuberante alfombra, opina Pallarès, será «perdurable» a pesar de su breve paso por el suelo belga.
«Esta alfombra el lunes no existirá, pero (…) quedará grabada tanto en la mente como en el corazón de muchas personas», señala la artista catalana, que destaca el «lenguaje universal» de las flores.
Para Aguilar, trabajar con arte efímero, expuesto a las inclemencias del tiempo y al mundo por brevísimos espacios de tiempo pese al trabajo que conlleva, conlleva una enseñanza, y es que «la vida no es perfecta».
«La lección es que tienes que dar lo mejor de ti en el momento, disfrutarlo en el momento, valorar a las personas que están a tu alrededor y agradecer ese momento», concluye. «La vida en cualquier momento puede cambiar. Como el arte efímero, sólo es un ratito y se va». EFE
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