
Christian Lindner, un liberal que admira a Milei en busca de la supervivencia política
Rodrigo Zuleta
Berlín, 19 feb (EFE).- El presidente del Partido Liberal (FDP) alemán, Christian Lindner, que ha confesado recientemente su admiración por el presidente argentino, Javier Milei, y el magnate estadounidense Elon Musk, se encuentra en el momento más crítico de una carrera política que ha sido meteórica y que ahora puede tener un final abrupto.
«Tenemos que atrevernos a más Milei y más Musk», dijo Lindner poco después de que se rompiera el tripartito del que él formaba parte como ministro de Finanzas.
Lindner tuvo la mala fortuna de que, poco después de su declaración, Musk empezara a apoyar públicamente a la formación ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD).
La declaración sobre Musk y Milei apuntaba a dos elementos esenciales del FDP que son el llamado a la reducción de la burocracia y a una mayor libertad empresarial.
En el momento de hacerla, Lindner necesitaba darle un mayor perfil a su partido después de la ruptura de la coalición con el Partido Socialdemócrata (SPD) y con Los Verdes.
Lindner nació en Wuppertal (oeste de Alemania) en 1979 y ha tenido una carrera vertiginosa dentro del FDP. A los 21 años fue elegido diputado en el parlamento regional de Renania del Norte-Westfalia. A los 30, fue elegido secretario general de la formación y a los 34 presidente.
Cuando llegó a la Presidencia del partido, el FDP estaba en horas bajas y acababa de quedarse sin representación parlamentaria, al no alcanzar el umbral del 5 % en las elecciones generales de 2013.
En cuatro años, el FDP había pasado del mejor resultado de su historia, un 14,6 %, al 4,8 % y había encadenado una derrota tras otra en elecciones regionales.
El FDP pasaba de ser un partido de Gobierno -había sido socio minoritario de una coalición con la Unión Cristianodemócrata y la Unión Cristianosocial (CDU/CSU) liderada por Angela Merkel- a la casi total irrelevancia.
La crisis era profunda y muchos dentro del partido atribuían la debacle a que durante el Gobierno de Merkel no había sido posible adelantar proyectos claramente liberales. Frente a Merkel se creó una desconfianza y también ante la CDU/CSU, que tradicionalmente había sido visto como el socio natural del FDP.
Reconstruir el partido
La misión de Lindner era reconstruir el partido, darle un perfil más claro y mostrar que era una formación que podía tener una función en el sistema democrático alemán, más allá del de asegurarle mayorías a la CDU/CSU.
En 2017 Lindner logró llevar al FDP otra vez al Parlamento -obtuvo el 10,7 %- y estuvo a las puertas de llevarlo otra vez al Gobierno.
La CDU/CSU y el SPD no querían repetir la gran coalición que habían tenido entre 2013 y 2017. La única alternativa era formar un tripartito con la CDU/CSU, el FDP y Los Verdes, una coalición «Jamaica», como se le llamó por la similitud de los colores de la bandera de ese país con la de los tres partidos.
Las conversaciones estaban bastante avanzadas cuando Lindner súbitamente y sin previo aviso a sus interlocutores de los otros partidos decidió darlas por terminadas. «Es mejor no gobernar a gobernar mal», dijo en una frase que se hizo célebre.
En ese momento Lindner aseguró que las diferencias con la CDU/CSU hubieran podido superarse, lo que permitió llegar a la conclusión de que no veía superables las diferencias con Los Verdes.
Lindner pasó una legislatura entera enfrentado al reproche de haber frustrado la formación de un tripartito y haber forzado una nueva gran coalición. Y tras las elecciones de 2021 se vio otra vez ante una situación similar: o se formaba un tripartito o se proseguía con la gran coalición.
Lindner, la noche misma de las elecciones, hizo una propuesta según la cual debía haber primero negociaciones entre el FDP y Los Verdes, que según él eran los partidos entre los que había mayores diferencias.
El tripartito resultó fatal
El siguiente paso era hablar con el SPD, que había sido el partido más votado, y con la CDU/CSU, que había quedado ligeramente por debajo, para determinar con cual era más viable una alianza.
Al final el SPD fue el partido elegido en buena parte porque, tras la derrota electoral, la CDU/CSU entró en proceso de reconstrucción interna. Lindner asumió el Ministerio de Finanzas desde donde intentó presentarse como apóstol de la austeridad.
La ruptura de la coalición llegó cuando el se negó a pedir una declaración de un estado económico excepcional para justificar una excepción al freno a la deuda, que limita la posibilidad de contraer nuevas deudas del estado al 0,35 por ciento del PIB.
Su apuesta era otra: recortes presupuestarios para cumplir la norma o, como lo dijo él, atreverse a más Musk y Milei. EFE
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