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«Soy como un niño que no tiene miedo a pedir»

Claude Nobs en su chalé de Caux (cantón Vaud), en 2006. Rodrigo Carrizo Couto

El padre del Festival de Jazz de Montreux ha fallecido a los 76 años. Extractos de una entrevista con Claude Nobs, realizada en su chalet Le Picotin, días antes del inicio de la 40ª edición del Festival de Jazz de Montreux.

La agenda de teléfonos de Claude Nobs podría, muy posiblemente, poner verde de envidia al más pintado de los productores o agentes musicales del planeta. El hombre que Quincy Jones definiera como “uno de los más grandes promotores culturales de la historia” nació hace 70 años en Territet, a pocos minutos de la pequeña localidad balnearia de Montreux, cerca de Lausana.

De origen modesto (su padre era panadero), Nobs comenzó su carrera en la gastronomía, antes de trabajar en la Oficina de Turismo de Montreux. Desde ese despacho, Nobs iba a reinventar el concepto de festival, tal como lo entendemos hoy, gracias a un encuentro milagroso en Nueva York con Nesuhi Ertegun, patrón de la discográfica Atlantic Records.

“Yo soñaba con hacer conocer mi pequeña ciudad en los Estados Unidos”, confiesa cuarenta años más tarde el padre del Festival de Jazz de Montreux. Amigo de leyendas de la música como Miles Davis, Astor Piazzolla, Bill Evans, Tom Jobim, Freddie Mercury, David Bowie, Santana o B.B. King, este hombre logró elevar a Montreux al Olimpo de los festivales y convirtió su ciudad en sinónimo de calidad y consagración para cualquier músico moderno.

La Fundación del Festival de Montreux guarda igualmente en salas especiales un tesoro único protegido contra fuego, terremotos o (fuera de broma) bombas atómicas. Se trata de la base de datos audio y vídeo de los 39 (hoy 45) años de historia del Festival que ha visto desfilar a (más de) 4.000 grupos y solistas. Esta colección constituye, según el diario ginebrino Le Temps, “el más importante testimonio de música en vivo jamás grabado en el marco de un solo y único festival”.

Montreux guarda en el recuerdo momentos inolvidables como el concierto que, el 8 de julio de 1991, Miles Davis diera junto a Quincy Jones reinterpretando los colosales arreglos de Gil Evans para los discos Sketches of Spain, Miles Ahead y Porgy & Bess. Esa sesión legendaria sería el testamento musical del trompetista, que moriría dos meses más tarde.

En el momento de realizarse esta entrevista, Claude Nobs convivía desde hace 15 años con su pareja, Thierry Amsallem. Acababa de superar una delicada operación de corazón a vida o muerte y sus compatriotas le habían votado como “el hombre vivo que más promocionó a Suiza”.

Esta charla tuvo lugar en su chalet Le Picotin, ubicado en las montañas que rodean el Lago Leman, días antes del inicio del 40º Festival de Jazz de Montreux.

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swissinfo.ch: ¿Cómo comenzó la aventura de Montreux?

Claude Nobs: Yo tuve un sueño en 1967: Quería que mi pequeña ciudad fuera conocida en los Estados Unidos. Comenzamos con un primer presupuesto modesto de 6.000 euros. Mis modelos eran los festivales de Newport y Rhode Island. En esa época, Newport congregaba 10.000 personas por noche, mientras que nosotros estábamos contentos de juntar a 600 personas en el Casino. El año pasado (2005), pasaron por Montreux 240.000 personas. La idea original era exclusivamente jazz, aunque luego fuimos mezclando músicas diversas. Comencé a traicionar a los puristas del jazz en los años 70 cometiendo un crimen de lesa majestad: programar algo que no fuera jazz puro. Afortunadamente, cada año desde entonces convocamos a más y más músicos de otros horizontes.

swissinfo.ch:¿Cuál es su secreto? ¿Es cierto que Suiza paga, junto con Japón, los honorarios más elevados del mundo a los artistas?

C.N.: La magia de Montreux consiste en que generamos encuentros de músicos y conciertos que no se repetirán jamás en ninguna otra parte del mundo. Eventos únicos como las convocatorias de este año (2006) dirigidas por Santana. La idea central de Montreux es que los músicos puedan salir de los caminos trillados y dejen de tocar sus repertorios habituales.

Los músicos no vienen aquí solo por el dinero pues, a menudo, reciben mejores propuestas económicas en otros festivales. Pero nosotros les tratamos de manera regia y les ofrecemos las mejores condiciones en el mundo en materia de sonido, grabación y tecnología de vídeo. De hecho, el pianista Bill Evans llegó a ganar un Grammy en 1968 con un disco grabado en vivo en Montreux. Les dejamos hacer programas excepcionales, nuestras pruebas de sonido son de verdad y, además, si tocan más tiempo del pactado, ningún programador va a venir a molestarles o cortarles la corriente.

swissinfo.ch: Se cuentan jugosas anécdotas de su relación con los músicos. Muy en particular con Miles Davis…

C.N.: A Miles le gustaba una de mis camisas (risas). Me la quité y se la regalé, lo cual le pareció alucinante. Igualmente pidió un Ferrari descapotable y se lo conseguimos. El único inconveniente fue que lo quería negro y le conseguimos uno rojo. Todos estos detalles prueban que mi mayor interés es hacer feliz al artista.

swissinfo.ch:¿Tiene algún recuerdo especial de su amistad con Miles Davis?

 

C.N.: Miles venía a menudo a mi casa a escuchar música y yo siempre le ponía discos de jazz, hasta que un día, harto, me dijo: Pon rock’n’roll o funk. Yo le pregunté: ¿Es que no te gusta el jazz? Y él me respondió: El jazz es una mierda. Era todo un personaje. Era único y todo el mundo le tenía miedo. Un día aceptó dar una conferencia de prensa a pedido personal mío, cosa excepcional en él. Llegó vestido de negro y con sus inseparables gafas de sol. Miró a los treinta periodistas reunidos en el (Hotel) Palace y su efecto intimidador fue tal que ninguno se atrevió a hacerle la más mínima pregunta.

swissinfo.ch:¿Cómo consigue fidelizar a tal punto a los músicos?

swissinfo.ch: A menudo la fidelidad de un artista no se consigue con dinero, sino con pequeños detalles. Aretha Franklin dio sus primeros conciertos en Europa invitada por mí, aunque le pagaba muy poco dinero. El detalle que la convenció fue que le hice llegar dos cajas de los mejores chocolates suizos y le encantaron. Los dulces compensaron su caché habitual. Herbie Hancock lleva 23 años viniendo a tocar a Montreux, sin repetir acompañantes ni el programa de su repertorio.

swissinfo.ch:En Montreux se han grabado numerosos discos históricos, como un memorable concierto de Elis Regina y Hermeto Pascoal.

C.N.: Elis Regina vino a Montreux, al igual que Hermeto Pascoal o Tom Jobim, invitada por André Midani, presidente de la (discográfica) WEA Brasil. Fue el primero en traer a los músicos de Brasil a Europa. Al final del célebre concierto de Elis en el Casino le dije: ¿Y si Hermeto sube a tocar con ella? A lo cual él me respondió: ¿Estás loco? ¡Hermeto no puede ser acompañante de Elis Regina! Aun así yo se lo propuse y ellos accedieron encantados a grabar unos temas juntos para ese disco histórico. En general, esas locuras me salen bien porque soy como un niño que no tiene miedo de pedir.

swissinfo.ch:Siempre intentar el más difícil todavía.

 

C.N.: Sí. Yo no soy un productor ni un agente. A ellos solo les interesa llenar la sala y ganar dinero. Yo voy siempre mucho más allá.

swissinfo.ch:Otra unión histórica fue el ‘nuevo tango’ de Piazzolla – Burton…

C.N.: La unión de Astor Piazzolla y Gary Burton en el Casino fue una idea de Nesuhi Ertegun, el legendario productor. A Gary Burton le produjo un ataque de pánico la idea de tocar una obra escrita hasta la última nota, sin poder improvisar y con un grado de dificultad excepcional. Al final, el concierto y el disco fueron un éxito. Piazzolla era un tipo difícil que siempre estaba a la defensiva pensando que alguien le quería quitar lo que era suyo. Pero, una vez establecida la confianza, era un hombre encantador. Le gustó mucho mi relación con Camarón de la Isla y eso facilitó mucho las cosas. Incluso llegó a estrenar en Montreux su Concierto para Bandoneón y Orquesta con la Sinfónica de Lille. Algo que muy poca gente sabe, dado que ese concierto nunca salió en disco.

swissinfo.ch:¿Cuál es su relación con España?

C.N.: Muy estrecha. Siempre he tenido una buena relación con España y el mundo latinoamericano. Aquí han tocado desde Maná y Café Tacuba hasta Presuntos Implicados pasando por Fito Páez o el mítico Camarón de la Isla. Paco de Lucía es un invitado de lujo muy regular que se ha presentado varias veces, tanto con su grupo como a dúo con su amigo John McLaughlin. Incluso Montserrat Caballé ha cantado aquí con el popular grupo suizo de rock Gotthard.

swissinfo.ch:No es muy conocido que Freddie Mercury pasó los últimos años de su vida en Montreux. ¿Cómo fue su relación con el inolvidable cantante de Queen?

C.N.: Éramos buenos amigos e incluso le presté mi casa una temporada mientras preparaban la suya. Su verdadero sueño fue siempre ser cantante de ópera, y pudo hacerlo realidad cantando Barcelona con su adorada Montserrat Caballé. De todas maneras, Freddy nunca cantó en Montreux, pues esta ciudad era su hogar y prefería mantener una privacidad.

Nace el 4 de febrero de 1936 en Territet (cerca de Montreux), en el cantón de Vaud. Realiza un aprendizaje de cocinero, luego trabaja en la Oficina de Turismo de Montreux. Sus dos pasiones son los viajes y la música. Su afición al jazz y al rythm’n blues le llevan a organizar conciertos en su región.

En 1967, junto con el los periodistas Géo Voumard y René Langel, lanza la primera edición del Festival de Jazz de Montreux, que muy pronto se abrirá a otros géneros musicales: pop, rock, blues, música brasileña, reggae; y más adelante, al rap y la música electrónica… Entre los centenares de artistas que Claude Nobs invitó a actuar a orillas del Lago Leman, figuran Miles Davis, James Brown, Quincy Jones, Ray Charles, Ella Fitzgerald, Emerson, Lake & Palmer, Eric Clapton, Prince, David Bowie, Bob Dylan, Gilberto Gil, B.B. King, Leonard Cohen, Santana, Keith Jarett, Deep Purple y Liza Minelli.

Claude Nobs se convertirá a partir de 1973 en el director de WEA, que agrupa los sellos discográficos Warner, Elektra y Atlantic. Designado Personalidad del Año del Mercado Internacional del Disco y de la Edición Musical en 2007, Nobs es nombrado doctor honoris causa de la Escuela Politécnica Federal de Lausana.

Tras sufrir una caída el 24 de diciembre de 2012, mientras realizaba esquí de fondo en las cercanías de Montreux, es transferido al Centro Hospitalario Universitario de Vaud (CHUV), donde fallece la noche del 10 de enero después de permanecer dos semanas en coma.

swissinfo.ch: ¿Qué piensa de la actual proliferación de festivales musicales?

C.N.: La competencia de los festivales de verano en Europa es una auténtica locura. Solo en Suiza hay más de 100. Basta con alquilar un descampado y montar un escenario para que cualquiera se crea promotor de conciertos, sin tener idea del tema, sin preparación ni criterio. Esta situación no puede continuar. Se caerá de su propio peso.

 

swissinfo.ch:¿Y los concursos televisivos de aspirantes a cantantes que arrasan Europa?

 

C.N.: Son tan patéticos que no merecen mayores comentarios. Todo está fabricado y huele a plástico. Solo es look (apariencia) sin corazón ni talento.

swissinfo.ch: Las entradas del Festival de Montreux son muy caras, incluso para Suiza.

C.N.: Dicen que Montreux es muy caro, pero no somos un gueto. Aquí hay numerosas actividades que se pueden disfrutar sin pagar una entrada. Cualquiera puede venir y vivir el ambiente del Montreux Jazz. No somos tan caros. (Los festivales de) San Sebastián o Vitoria a veces tienen entradas más caras que nosotros por el mismo concierto y, sin duda, los conciertos clásicos de primer nivel son mucho más caros.

swissinfo.ch:A menudo, los ‘puristas’ critican el marcado eclecticismo de Montreux que permite ver en una misma noche a Alice Cooper y João Gilberto. ¿Qué le respondería a sus detractores?

C.N.: Hemos logrado un milagro, que es fidelizar a tres generaciones de público. Una familia puede venir junta a Montreux y, mientras que los abuelos de 60 van al Casino a escuchar a Juliette Gréco, los padres de 40 van a ver a Sting en el Auditorio Stravinski y los hijos de 17, a los Black Eyed Peas en la Miles Davis Hall. Y todos tan contentos.

swissinfo.ch:Usted ha convertido el nombre del Montreux Jazz Festival en una marca exportable. Una especie de franquicia multinacional.

C.N.: Montreux es la única manifestación cultural del mundo presente en cuatro continentes, gracias a nuestras ramas en Singapur, Tokio, Atlanta, São Paolo y Praga.

swissinfo.ch: ¿Cuál es el presupuesto del festival? ¿Tiene ayudas públicas o subvenciones?

C.N.: El presupuesto de Montreux este año (2006) es de 12 millones de euros para 16 días de festival. No recibimos ninguna subvención ni ayuda del Estado suizo ni del cantón (de Vaud). Y la ciudad de Montreux solo nos proporciona ciertas infraestructuras. El dinero proviene de la venta directa de entradas, patrocinadores privados y restauración.

swissinfo.ch:¿Cómo ve el futuro del jazz, desde su posición privilegiada?

C.N.: Hay muchos jóvenes con mucho talento y gran técnica, pero a los que les falta lo que tenían Miles, Coltrane, Bill Evans o Charlie Parker: el genio y la capacidad de emocionar. El jazz no ha muerto, pero no veo mucho futuro en las actuales fusiones sin criterio.

swissinfo.ch:¿Cuál es el balance de estos 40 años de la ‘madre de todos de festivales’?

C.N.: Para mí, aprovechar la vida es trabajar cada día, incluidos los sábados y domingos. Mi pasión por este oficio no solo no se reduce con los años, sino que aumenta… aunque mantener este ritmo no siempre es fácil…

 

swissinfo.ch: ¿Qué será del Festival de Montreux el día que Claude Nobs no esté?

C.N.: El relevo está asegurado para el día que me retire. Estoy rodeado de jóvenes de gran talento que se ocuparán del festival y podrán volar solos. Lo que me entristece es que no parecen establecer amistad y estrechos vínculos personales con los artistas como he hecho yo. Pero vivimos en otra época, supongo.

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