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Dos Santos, un «Maquiavelo angoleño» entre los grandes autócratas de África

Luanda, 8 jun (EFE).- El expresidente de Angola José Eduardo dos Santos, un «Maquiavelo angoleño» que luchó por la independencia de su país para acabar siendo uno de los grandes autócratas de África, murió hoy en un hospital de Barcelona (España), dejando tras de sí un legado de cuatro décadas de autoritarismo, corrupción y nepotismo.

Dos Santos, aquejado de problemas de salud desde hacía años, falleció a los 79 años, tras haber sufrido un paro respiratorio y haber sido puesto en coma inducido.

Nacido el 28 de agosto de 1942 en el seno de una familia humilde de Sambizanga, un barrio periférico de Luanda, Dos Santos empezó su carrera política muy joven, al lado de los combatientes por la liberación contra el colonialismo portugués.

A los 19 años se unió al Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA) -de orientación marxista y nacionalista- y contribuyó a la formación de su brazo juvenil desde la capital de la República del Congo (Brazzaville), a dónde se había exiliado huyendo de la represión en su país.

Gracias al MPLA -que tenía programas para formar académicamente a jóvenes y hacer de ellos futuros líderes políticos para la Angola independiente-, Dos Santos recibió una beca para viajar a la Unión Soviética, donde estudió ingeniería en Bakú (hoy capital de Azerbaiyán) entre 1963 y 1969.

Tras la independencia de Angola en noviembre de 1975, precipitada por la Revolución de los Claveles en Portugal, el MPLA se autoproclamó partido gobernante y Dos Santos se colocó al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores que logró que la ONU reconociera al nuevo país.

En 1979, tras la muerte de António Agostinho Neto -el primer presidente tras la independencia-, Dos Santos, quien ocupaba entonces el cargo de viceprimer ministro, fue escogido por el MPLA para sucederlo.

La transferencia de poder ocurrió en un momento convulso para Angola, inmersa en una guerra civil entre el MPLA y otros grupos, principalmente la anticomunista Unión Nacional para la Independencia Total de Angola (UNITA), apoyada por la Sudáfrica del apartheid.

El joven Dos Santos, apodado por un diplomático «el Maquiavelo africano» por su capacidad de manejar el poder, se convirtió entonces en jefe del Estado, comandante en jefe del Ejército y presidente del MPLA.

Tras la paz firmada por el MPLA y UNITA en 1991, Angola celebró sus primeras elecciones multipartidistas en 1992, que se saldaron con la reelección de Dos Santos, pero la oposición tildó de fraudulentos los resultados y retomó la lucha armada contra el Gobierno.

La guerra solo terminó en 2002 con la muerte en combate del líder de UNITA, Jonás Savimbi, y dejó alrededor de medio millón de muertos y más de tres millones de desplazados.

Bajo el liderazgo de Dos Santos, el Producto Interior Bruto (PIB) de Angola creció a pasos agigantados gracias a las exportaciones de petróleo, gas natural, diamantes y otros recursos naturales.

Pero, si bien la gestión del autócrata fue clave para la estabilidad nacional, ni la paz ni el crecimiento macroeconómico sacaron a la sociedad angoleña de la pobreza y la desigualdad.

El Gobierno de Dos Santos, de hecho, se caracterizó por el nepotismo, las constantes acusaciones de violaciones de los derechos humanos y, sobre todo, la corrupción.

El deterioro de la popularidad del expresidente -incluso dentro del MPLA- lo llevó a rechazar presentarse a las elecciones de 2017.

El vencedor de esos comicios, el exministro de Defensa João Lourenço -del mismo partido- se convirtió entonces en el tercer presidente del país desde la independencia, aunque su victoria electoral estuvo empañada por acusaciones de fraude hechas por la oposición.

Lourenço prometió luchar contra la corrupción y, en agosto de 2020, el hijo del expresidente, José Filomeno dos Santos, fue condenado a cinco años de cárcel por un fraude cometido cuando dirigía el Fondo Soberano angoleño.

También su hija Isabel dos Santos estuvo envuelta en escándalos, después de que la investigación periodística de los llamados «Luanda Leaks», que analizó unos 700.000 documentos, expusiera un entramado de sociedades pantalla, empresas en paraísos fiscales y favores políticos que hicieron de ella la mujer más rica de África.

Desde la hospitalización de Dos Santos, en junio pasado, su estado de salud desencadenó desencuentros en el seno de su familia y una de sus hijas llegó a interponer el pasado día 4 una denuncia en Barcelona por un posible delito de homicidio en grado de tentativa, omisión del deber del socorro, lesiones por imprudencia grave y revelación de secretos por parte de su entorno.

Parte de la familia sospecha que Dos Santos pudo ser víctima de una conspiración para intentar matarlo y evitar que pudiera dar su apoyo a la oposición en las elecciones de Angola de agosto próximo. EFE

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