El ‘mosquito del metro’ no es londinese sino que probablemente surgió en el Antiguo Egipto
Redacción Ciencia, 23 oct (EFE).- Durante mucho tiempo, los biólogos evolutivos pensaron que Culex pipiens molestus, o el ‘mosquito del metro de Londres’ como se le conoce comúnmente, surgió de la variante que pica a las aves y hace unos doscientos años se adaptó a los subterráneos y sótanos del norte de Europa donde vive.
Pero una nueva investigación, liderada por la Universidad de Princeton (Estados Unidos) y publicada este jueves en la revista Science, ha rastreado el origen genético del mosquito molestus y ha descubierto que hace al menos mil años ya existía en Oriente Medio y en el Mediterráneo y que, probablemente, se originó en el Antiguo Egipto.
Este enigmático mosquito se hizo famoso durante la Segunda Guerra Mundial en Londres, donde parecía estar tan perfectamente adaptado a vivir bajo tierra que la gente pensaba que debía haber evolucionado allí.
De hecho, el mosquito del metro pasó a los libros de texto como ejemplo evolutivo y de rápida adaptación a las ciudades modernas pero el nuevo estudio, basado en el análisis de secuencias de ADN de cientos de mosquitos, «apoya una historia muy diferente», advierte Lindy McBride, profesora asociada de Ecología y Biología Evolutiva y Neurociencia en Princeton, y autora principal del nuevo estudio.
El estudio no solo desmonta el mito del origen londinense de este mosquito, sino que también identifica los vínculos genéticos entre los mosquitos que pican a aves y los que pican a humanos, una información clave para la transmisión del virus del Nilo Occidental.
Revisar los libros de texto
Para hacer el estudio, McBride y la exestudiante de posgrado y primera autora del estudio, Yuki Haba, trabajaron con cerca de 150 organizaciones de todo el mundo para recolectar 12.000 muestras de las dos formas de mosquito que representaban diversidad geográfica y genética.
Haba extrajo y analizó personalmente el ADN de 800 de ellas.
«Nuestros análisis sugieren firmemente que molestus evolucionó por primera vez para picar y vivir junto a los humanos en una sociedad agrícola temprana hace entre 1.000 y 10.000 años, muy probablemente en el Antiguo Egipto», relata Haba, quien ahora es investigadora postdoctoral en la Universidad de Columbia.
Pero además de revisar uno de los «ejemplos de libro de texto» de la evolución y adaptación urbana, el trabajo tiene importantes implicaciones para la salud pública.
«Nuestro trabajo proporcionó una nueva visión de cómo este mosquito varía genéticamente de un lugar a otro, una visión que creemos que nos ayudará a comprender mejor el papel que desempeña esta especie en la transmisión del virus del Nilo Occidental de las aves a los humanos», explica McBride.
Virus del Nilo Occidental
El virus del Nilo Occidental es un virus aviar que se puede transmitir a los humanos cuando un mosquito pica a un ave infectada y luego a un humano.
Los biólogos de mosquitos piensan que el flujo de genes de molestus, que pican a humanos, a pipiens, que pican a aves, a través de la hibridación crea picadores indiscriminados que son los responsables del aumento de la transmisión del virus a los humanos en las últimas dos décadas.
El estudio de ambas formas del mosquito y su evolución permitió a los investigadores descubrir cuándo y dónde ocurre la hibridación, que es mucho menos común de lo que se pensaba pero sí que sucede -especialmente en las grandes ciudades- lo que sugiere que la urbanización puede promover la mezcla genética de las dos formas.
Los autores creen que las personas en las grandes ciudades podrían estar en mayor riesgo de contraer el virus del Nilo Occidental debido a que los mosquitos pipiens híbridos parecen más dispuestos a picar tanto a las aves como a los humanos.
Sin embargo, los autores advierten de que el flujo de genes y el comportamiento de picadura deben estudiarse más a fondo, con más muestreo en áreas urbanas y rurales para sacar conclusiones.
De momento este trabajo «abre la puerta a una investigación incisiva sobre los posibles vínculos entre la urbanización, la hibridación y el derrame del virus de las aves a los humanos», concluye Haba. EFE
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