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El 41 bis, la cárcel «dura» que enfrenta a los italianos por el caso Cospito

Marta Rullán

Roma, 1 feb (EFE).- La tormenta política desencadenada este miércoles por las filtraciones de información confidencial relativa al líder anarquista encarcelado Alfredo Cospito tiene su origen en el 41 bis, el severo régimen de aislamiento penitenciario existente en Italia desde los años ochenta, cuando la mafia sembró de atentados y muertos el país.

La cárcel «dura» a la que han sido sometidos los más sanguinarios capos mafiosos, como el recientemente detenido jefe de Cosa Nostra, Matteo Messina Denaro, impone unas condiciones sumamante estrictas que dividen a quienes son partidarios de «aislar» a los capos mafiosos y quienes lo califican de violación de los derechos humanos.

Aunque fue creado para casos vinculados a la mafia, a Cóspito, en huelga de hambre desde hace más de 100 días para pedir que desaparezca, se le aplica desde mayo pasado por un atentado de «carácter terrorista» sin muertos ni heridos en Turín (norte) en 2016, por el que cumple 20 años de prisión.

Su petición, apoyada por sus seguidores con protestas en Italia y otros países, como España, es rechazada tajantemente por el Gobierno: «No nos rendimos ante intimidaciones y amenazas», reiteró hoy la primera ministra, la ultraderechista Giorgia Meloni, al expresar su solidaridad con un periodista de la televisión pública RAI agredido ante la cárcel a la que fue trasladado Cospito este lunes dado su deteriorado estado de salud.

«Las revelaciones del diputado Giovanni Donzelli, de ser ciertas, demuestran que las organizaciones criminales intentan aprovecharse y explotar una elección errónea de las instituciones, a saber, el 41 bis concedido a Alfredo Cospito», dijo hoy Roberto Saviano.

El célebre escritor antimafia se refería a las revelaciones de Donzelli, diputado del partido de Meloni y que aseguró en la Cámara de Diputados que Cóspito había hablado con un jefe mafioso, que le estaba «utilizando» para que el Estado «cediese en el 41 bis».

«Más allá de que no debería haberlo dicho, fue útil, porque confirma que el crimen organizado intenta manipular una elección equivocada en su propio beneficio», añadió Saviano sobre Donzelli, en el ojo del huracán tras haber revelado informaciones confidenciales a las que no debería tener acceso.

El 41 bis, que se empezó a aplicar tras los mortales atentados en 1992 contra los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino en Sicilia, impone fuertes restricciones.

El reo vive en una celda individual sin contacto con el resto de presos y sin acceso a las zonas comunes; solo en algunos casos se le concede un par de horas al aire libre, siempre solos, y está sometido a una vigilancia continuada por agentes que no pueden mantener contacto con otros funcionarios.

El preso podrá recibir -solo en algunos casos- una visita al mes de una hora de sus familiares, separados por una mampara blindada, sin posibilidad de contacto físico, y además se controlará toda su correspondencia y no tendrá acceso a libros o revistas.

La dureza del 41 bis ha recibido fuertes críticas: el Convenio Europeo para la Prevención de la Tortura lo ha considera «inhumano» y ha sido cuestionado por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, mientras que en 2007 EEUU negó la extradición a Italia del mafioso Rosario Gambino alegando que ese sistema «equivale a la tortura».

En la actualidad, hay 728 reos sometidos al 41 bis, incluidas 12 mujeres. La gran mayoría son mafiosos, pero también hay 4 condenados por terrorismo, incluido Cospito, que lo considera «una violación de los derechos humanos».

Catedráticos, filósofos, antiguos magistrados y artistas, han pedido a las autoridades que «salven la vida» del líder anarquista, mientras la junta de penalistas italianos califica el régimen carcelario de «una página indigna de nuestra vida civil».

Abogados como Giosué Bruno Naso, defensor de varios detenidos actualmente sometidos al 41 bis, dicen que «ya no tiene razón de ser» porque «el terrorismo de las Brigadas Rojas y la mafia de las matanzas» ya no existen.

Para el Gobierno Meloni es «impensable» que se «cambien las condiciones de detención» porque «si lo hacemos, mañana podremos encontrarnos con cientos de mafiosos actuando de la misma manera», explicó hoy Nordio en una sesión de urgencia en el Parlamento.

Y a pesar de todas las consideraciones humanitarias, es uno de los escasos puntos en los han estado de acuerdo durante años todos los partidos italianos de todo el arco político, de la derecha a la izquierda.

«Soy de los que piensan que el 41 bis no debe modificarse, en absoluto. Lo único es, precisamente porque estamos en un país civilizado y democrático, no dejar morir a nadie en la cárcel», dijo hoy Stefano Bonaccini, principal candidato a dirigir el Partido Demócrata, el principal de la oposición, tras las próximas primarias. EFE

mr/cm

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