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El ecuatoriano Olmedo Quimbita refleja la luz y el costumbrismo andino con muestra en Lima

Lima, 24 oct (EFE).- El pintor ecuatoriano Olmedo Quimbita propone un viaje al costumbrismo andino con su nueva exposición en Lima, titulada ‘Destellos de luz’, que reúne una serie de obras en las que conjuga el reflejo lumínico, físico y espiritual para retratar la niñez, la familia o la ternura de la escena latinoamericana.

“Cuando estuve viviendo en Europa o en Estados Unidos, tuve la lectura de que yo debo plasmar a Latinoamérica, porque soy latinoamericano y debo expresarlo como tal”, explica Quimbita durante una entrevista a EFE en el Museo de Minerales Andrés del Castillo de Lima, lugar que alberga la exposición hasta el 31 de octubre.

En una colección de 23 piezas de pequeño y mediano formato, la muestra, Quimbita presenta la luz “andina y tropical” como un elemento único en la región, y protagonista en sus cuadros, cargados de la esencia humana que caracteriza la obra del artista.

Iniciado en el plano abstracto y desarrollado en el figurativo, el artista residente en la comuna de Olón, de la costa ecuatoriana, se reconoce en sus lienzos de óleo y acrílico, en sus “trazos, motivos y la parte sentimental”, elementos que, cree, le conectan con la gente.

“Necesariamente tiene que la obra estar en permanente búsqueda evolutiva”, refiere a su cambio de estilos, “lo que tiene que mantenerse en la parte estilística es el ‘sello del artista’, que dice, bueno, esta obra es de Quimbita y ya no es necesario ni siquiera ver la firma”, explica Quimbita frente a la muestra.

Luz, ternura e inocencia

Su obra, “tierna y universal”, refleja la dualidad de la luz como parte indispensable del cuadro iberoamericano, pero también como esencia pura de motivos como la niñez, la ternura, la maternidad o la familia, recurrentes en sus piezas, como también lo son los toros.

En ellos combina “la fuerza del toro, que es la majestuosidad de lo fuerte, con el abrazo de un niño”, comenta.

“La idea es combinar la luz física, por ejemplo, caribeña; o la luz andina, y la luz interior, por ejemplo, pintar a la niñez”, explica el artista, «porque ellos son pura luz”.

Es en esos encuentros con imágenes cotidianas que el artista confía la universalidad de su obra a su procedencia.

“En cualquier país del mundo, ven la obra y la gente lo absorbe, pienso ‘algo está pasando’ porque el arte es comunicación, y la obra está comunicándose con el espectador”, explica el ecuatoriano.

Una obra impredecible

Con más de 3.500 cuadros en sus 40 años de profesión, el prolífico artista admite encontrar la inspiración en cualquier parte, ya sea en sus viajes, en su familia, en su ecuador natal o en las caras que se repiten y evolucionan sus cuadros.

“Primero llega la idea”, detalla Quimbita al hablar del proceso de creación de sus cuadros, “puede llegar a las cinco de la mañana, en la noche, en la tarde… Y en el momento tengo que hacer bosquejos rápidos”.

Una vez ha plasmado un parámetro, el artista sopesa la obra, su tiempo, sus necesidades, y en ellas, con su pilar de figuras pero cada una “un alma”, se dispone a plasmar la que será una pieza impredecible. EFE

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