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El Gobierno libanés empuja a Hizbulá hacia el desarme

Noemí Jabois

Beirut, 7 ago (EFE).- El Consejo de Ministros del Líbano se vuelve a reunir este jueves para abordar el desarme del grupo chií Hizbulá, dos días después de encargar al Ejército la redacción de un plan para lograrlo a corto plazo y mientras la milicia asegura que hará oídos sordos ante la medida.

Entre crecientes presiones estadounidenses pasados más de ocho meses del alto el fuego con Israel, el Gobierno libanés se enfrenta a la complicada tarea de lograr el desarme de un movimiento que se niega a cooperar en el proceso y, a su vez, evitar que la misión resulte en un estallido de violencia interna.

Estas son algunas claves para entender la disyuntiva y las repercusiones que podría tener:

1. El último gran arsenal

Se estima que Hizbulá, creado en 1982 para enfrentar la presencia israelí en el Líbano y la única milicia que no se desarmó al término de la guerra civil libanesa (1975-1990), perdió al menos dos tercios de su armamento durante el conflicto del pasado año con Israel.

Sin embargo, nadie sabe con certeza qué queda en su arsenal, cuya joya de la corona serían misiles de largo alcance probablemente aún en su posesión, pues nunca fueron utilizados durante el conflicto.

En 2024, la formación también perdió sus vías de abastecimiento a través de Siria con el derrocamiento de su aliado Bachar al Asad, aunque en los últimos meses el país vecino ha incautado varios cargamentos de armas con destino al Líbano, para algunos un signo de intentos de rearme.

2. La postura del Estado

Desde el final del conflicto con Israel, el Estado libanés busca que todas las armas del país se concentren en manos de las fuerzas de seguridad oficiales, pero hasta ahora había favorecido una entrega voluntaria por parte del grupo chií entre miedos a que forzarlo pudiera provocar una escalad interna.

Con esta opción bloqueada por las negativas de Hizbulá, el presidente libanés, Joseph Aoun, lanzó la semana pasada un mensaje público al movimiento para que confíe «únicamente en el Estado», en una subida de tono que coincidió con renovadas presiones estadounidenses para apurar el desarme.

El Gobierno, con dos ministros del propio partido chií, se reunió finalmente esta semana para abordar el punto muerto y decidió encargar al Ejército libanés la preparación de un plan para el desarme, a entregar antes del 31 de agosto y a implementar en los cuatro meses siguientes.

3. El rechazo de Hizbulá

La formación política y armada anunció que tratará la decisión del Consejo de Ministros «como si no existiera», al considerar que sirve a los intereses de Israel y que merma las capacidades defensivas del Líbano.

Por ello, se volvió a aferrar a su postura de los últimos meses: está dispuesto a dialogar solo si terminan primero los ataques que Israel continúa lanzando pese al alto el fuego, las tropas israelíes se retiran de los cinco puntos que ocupan en el sur del Líbano y se produce una liberación de prisioneros.

Esta misma semana, el secretario general de Hizbulá, Naim Qassem, rechazó también la propuesta de plan presentada por Estados Unidos, uno de los países garantes del alto el fuego y principal mediador en el acuerdo alcanzado por ambos países a finales del pasado noviembre.

4. El plan de Washington

En julio, el enviado especial de Estados Unidos para Siria, Thomas Barrack, visitó Beirut dos veces en un solo mes para tratar de promover su iniciativa, que precisamente va a ser debatida en la reunión gubernamental de esta tarde.

La propuesta establece un plazo de 30 días para que Hizbulá realice una entrega de armas y desmantele el 50 % de su infraestructura, a lo que seguirían la retirada israelí del sur del Líbano y una segunda fase de entre dos y tres meses de duración, según reveló Qassem este martes.

5. ¿Y ahora qué?

Algunos analistas han visto el encargo de una hoja de ruta a la institución castrense libanesa como un intento de ganar tiempo e incluso han criticado el plazo previsto para el desarme como demasiado largo, pues para finales de diciembre se habrán cumplido 13 meses del final del conflicto.

Otros han considerado la medida como un hito después de que Hizbulá operara durante décadas como un ‘Estado dentro de un Estado’, acercándole un poco más a una existencia puramente política.

A la espera de ver si el desarme se llegará a materializar a corto plazo, el Líbano teme que las demoras puedan desencadenar una nueva ofensiva israelí de envergadura contra su territorio, que anoche mismo fue azotado por una intensa oleada de bombardeos en varias zonas meridionales. EFE

njd/cgs/alf

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